NYT vs Twitter. Lo que el Times no alcanza a ver del nuevo consumo y creación de historias
En la era de las historias conversadas, el Times pretende limitar el mayor feedback en vivo que tienen los medios
Storybakers:
Con el afán de aprovechar estos días de Semana Santa para concretar una nueva publicación de Story Baker Academy, The Muffin sólo será publicado lunes y martes de esta semana.
Volveré el próximo lunes con la programación habitual.
Mientras tanto hemos de hablar del posicionamiento del New York Times ante el uso que sus periodistas hacen de Twitter.
Dean Baquet, editor ejecutivo del NYT, decidió que lo que tenía sentido en 2014, cuando desde el Times llamaban a que sus periodistas incrementaran su presencia online, no aplica más para el 2022.
Que si antes la recomendación era hacerse presentes en Twitter, ahora la recomendación es limitar su actividad ahí para enfocarse en hacer periodismo.
Entre los puntos más destacados de su carta al equipo editorial menciona lo siguiente:
Es excesivo el tiempo que los periodistas pasan en Twitter
Ese uso excesivo de Twitter provoca que para los periodistas esa audiencia sea igual al total de la audiencia a la que se están dirigiendo, omitiendo así comprender a esa audiencia que siendo del Times no está en Twitter
Ante cualquier publicación desafortunada, no se ve afectado sólo ese periodista sino también la marca New York Times
En Twitter abunda el acoso y la generación de violencia
Lo dice, vale decirlo, quien no ha tuiteado más que 2 veces desde su cuenta personal.
Dos tuits, además, que fueron publicados en el 2014.
Cuando Joshua Benton le preguntó por su ausencia en Twitter, Baquet respondió, en pocas palabras, que su modo de estar es a través de sus periodistas.
EL CONTEXTO
Es natural que el posicionamiento del New York Times frente al uso de Twitter genere controversia.
Se trata de una recomendación/medida en la que es juez y parte.
Apunta a una afectación al ejercicio periodístico al interior del Times.
Pero no debemos omitir recordar que desde el propio Times ha ido creciendo la disputa con sus reporteros por determinar hasta dónde llega la libertad de la marca personal y hasta dónde sus periodistas han de sujetarse a fortalecer las plataformas propietarias del NYT.
El Times asegura que Twitter no hace bien, pero en cierto modo quisiera para sí eso que sus periodistas están publicando en Twitter.
No es entonces que eso que publican no funcione, al menos la totalidad del contenido posteado por sus periodistas, sino dónde lo están haciendo y para quién lo están haciendo.
Desde la perspectiva del Times, los periodistas están viendo por su beneficio antes que por el de la marca.
Y ese es el primer gran problema que el Times tiene con Twitter.
Ese mismo problema fue también el factor central que llevó a Taylor Lorenz a afirmar que desde el Times no entienden a la nueva generación de periodistas.
Desde su salida y posterior llegada al Washington Post, el Times no ha hecho más que darle la razón.
El NYT rechaza el uso de la palabra “marca personal” aplicada a periodistas para hablar sólo de reputación.
La reputación es un factor clave para que un periodista tenga una comunidad que lo siga, pero lo que lo distinguirá más allá de esa integridad con la que sea percibido, será su estilo, su voz, la diferenciación que tenga frente al resto.
Y a eso se le llama marca, aunque desde el Times quieran eliminar el concepto por no convenir a sus intereses.
El segundo elemento clave para entender la campaña anti Twitter del NYT pasa por el creciente interés de los medios por recuperar la audiencia que generan las coberturas en vivo.
En febrero, Claudio Cabrera, entonces director adjunto de audiencias del NYT, respondió a un tuit mío sobre el tema argumentando que el principal competidor en ese terreno era Twitter.
Tiene todo el sentido que lo sea.
Frente a la llegada de las redes sociales, los medios concluyeron que lo suyo ya no sería la cobertura en vivo dado que la gente ya se informaba en ellas.
De paso renunciaron también a la conversación que todo gran breaking news genera.
Es decir, que ante la amenaza de las redes sociales, los medios claudicaron en dos factores clave.
Al protagonismo que da el estallido de un breaking news que es naturalmente una de las máximas oportunidades de lucimiento del periodismo.
A la conversación que tiene el potencial de enganchar a usuarios por varios minutos o incluso horas.
Más tarde que temprano, como lo cuento en Panmedials, los medios se dieron cuenta que el live blogging continuaba siendo una necesidad y que la conversación entre usuarios podía ser la mejor forma de incrementar tiempos de estancia en sus plataformas sin tener que estar dependiendo enteramente de la producción y el consumo de contenido.
Sobre el primer punto, el Times es el más aventajado al estar desarrollando una serie de herramientas que se asemejan a lo que el propio Twitter ofrece.
Su cobertura hoy incluye pequeñas intervenciones de sus periodistas y analistas, información contextual e incluso explicaciones sobre los procesos de verificación de imágenes que siguen en su cobertura de la guerra entre Rusia y Ucrania.
El interés por el live blogging comenzó por las visitas que se generan desde Google pero de a poco ha ido evolucionando para que la mayoría de medios, no sólo el Times, reconozcan en esa estrategia una buena forma de atraer y retener audiencias, incrementando así las oportunidades de hacerse con nuevos suscriptores.
Pero la propuesta del Times, como la de la gran mayoría de los medios, carece de ese factor que Twitter sí tiene: la conversación al instante, ya sea a modo de feedback, de opinión, de meme o de ataque y acoso (todo cuenta para efectos de retención)
Mientras los medios no sean generadores de conversación, como sí lo logra Reddit, por ejemplo, carece de toda lógica que se pretenda que los periodistas dejen de estar activos en Twitter.
Explico ahora por qué…
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Feedback y conversación: La muestra del atraso de los medios como plataformas
Uber recibe al instante una retroalimentación sobre lo que a un usuario le ha parecido su viaje.
Cornershop te pide que califiques tu experiencia al momento de pedir el súper a domicilio.
Netflix tiene la certeza de si una serie ha funcionado o no.
Desde Amazon hasta la industria restaurantera, hotelera y educativa se alimentan de reseñas de los usuarios para determinar si un producto o servicio vale la pena.
En este mismo contexto, los medios han limitado las oportunidades que la audiencia tiene de emitir su opinión sobre el contenido que se le está presentando.
En muchos de los casos la opción de dejar comentarios fue inhabilitada.
No se generan incentivos por medio de estrategias de gamificación para que una persona se sienta llamada a participar.
En la era en que la retención es clave, los medios, una buena cantidad de ellos cuando menos, continúan basando su estrategia más en adquirir que en conservar.
Frente a la evidencia de la Web 3 como un nuevo motor de colaboración, los medios no cuentan ni siquiera con los elementos básicos de interacción entre sus periodistas y la audiencia.
O un periodista pregunta en Twitter, o no tiene forma de hacerlo con efectividad y practicidad desde su medio.
No existe entonces ni una participación posterior del usuario ni una participación previa del mismo.
Que el gran referente del periodismo hoy plantee a sus periodistas alejarse de la conversación para de cierta forma volver a esa estructura jerárquica de antaño en la que el periodista informa y la sociedad consume es sintomático de lo atrasados que estamos como industria.
Hoy las historias no terminan con su publicación, comienzan su recorrido para ser dialogadas, procesadas y analizadas en conjunto con los lectores.
En su nueva columna dentro de Vox/Recode, Peter Kafka analiza la urgencia que el Times tiene por diversificar su audiencia, hoy calificada como de demócratas de edad avanzada.
Sirve aquí recordar una imagen publicada hace unas horas por Elon Musk.
Si de verdad el Times pretende diversificar su audiencia desde la postura política, tendría que permitir que sus periodistas fueran menos protocolarios y menos políticamente correctos.
Se entiende que sea es una decisión de tan alto costo que quizás no valga la pena tomarla.
Pero cuando vamos a la necesidad de rejuvenecer a su audiencia, el Times tampoco está haciendo lo correcto.
El Post, aunque reconozco que a mí su cuenta de Tik Tok no me parece más que la entrega de una gran marca a una sola persona, hoy tiene 1.3 millones de seguidores, y encuentra en Taylor Lorenz a otra gran referente con 511 mil seguidores en la misma red.
Desde el Washington Post hay una apuesta decidida por cubrir las implicaciones que la tecnología tiene en las nuevas generaciones.
De ahí salió la exclusiva que reveló cómo Facebook lanzó una guerra sucia contra Tik Tok buscando manchar su imagen.
Si de atraer jóvenes se trata, el Washington Post marcha por delante del Times.
Es cierto que Twitter no es una red de jóvenes.
Pero también que para ausentarse de ahí habría que garantizar que desde la plataforma propietaria hubiera tanto un producto listo para socializar y conversar el consumo de historias como una audiencia dispuesta a hacerlo.
Por ahora el Times, y el resto de los medios, no cumplen con ninguna de las dos condiciones.
Así como hay mucho que aplaudirle al Times, hay que reconocer que esta vez está actuando con la típica ceguera voluntaria de las colaboraciones cuando se sienten amenazadas.
Niegan el valor de un espacio sólo para ocultar que ya quisieran eso para sí mismas.
Lo que le falta reconocer al Times es que en su organización habitan tantas marcas como periodistas y colaboradores de todos los tipos tiene en sus filas.
Su llamado a la abstención tuitera puede que abone a su marca, lo que tampoco creo que resulte cierto a largo plazo, pero sin duda limita el poder y alcance de las otras marcas, que aunque no quiera, conforman la organización llamada New York Times.
Frente a la toxicidad de las redes, los medios tienen la oportunidad de recordar esos tiempos en que los foros de opinión representaban un tráfico significativo en el que no había más que moderar las conversaciones entre usuarios.
Reddit, ese híbrido tan difícil de comprender, es la gran muestra de lo que se puede lograr cuando la información se combina con la conversación.
Es válido pedir a los periodistas que conversen menos en un lugar para conversar en otro.
Lo que no se puede es pedir que dejen de conversar en absoluto dado que por ahora no conversar en Twitter equivale a no tener feedback constante.
Y aunque para Baquet el feedback de los lectores pueda ser suficiente, queda claro que Amazon, Uber, Rappi y Netflix, que algo saben del negocio de la confianza, no pensarían lo mismo.
En lo que sí coincido con Baquet es en que llame a tuitear menos, a tuitear con más inteligencia o reflexión, y a dedicar más tiempo a reportear.
El problema que veo es que mientras los periodistas no tengan otro espacio para conversar y sentir al momento si su trabajo es bien recibido o no, Twitter seguirá siendo atractivo para ellos.
No porque Baquet haya tenido suficiente con dos tuits en los últimos 8 años, lo será para el resto.