¿Acabarán los discursos de Trump con la globalización del entretenimiento?
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Storybakers:
No es descabellado afirmarlo.
No cuando en medio de la radicalización en el discurso del gobierno de Donald Trump se escuchan llamados a consumir productos locales.
Pasa en México aún después de haber puesto en pausa la imposición del 25% de aranceles a productos exportados a Estados Unidos.
Pasa en Ecuador con sus respectivos aranceles del 27% a los productos mexicanos.
Pasó en Colombia durante ese acto rebelde que terminó en la más absoluta sumisión de Gustavo Petro frente a Donald Trump.
Pasa en Canadá, donde Justin Trudeau llamó a consumir productos nacionales antes de firmar, como lo hizo Trump con México, una prórroga de 30 días en la imposición de aranceles.
Y pasa, por supuesto, en Estados Unidos, donde se promete que la grandeza del país consiste en dejar en manos propias el dinero y la obra que durante décadas se ha delegado en terceros.
Como una herencia de la pandemia está la gentrificación.
Un fenómeno que si bien afianzó los pilares de la globalización se convirtió en una tendencia tan fuerte que acabó por sembrar cierto fastidio y rechazo a lo extranjero.
La turbulencia política no está sola.
No es un fenómeno aislado que se reduzca a los discursos incendiarios ni a las guerras comerciales.
La batalla geopolítica detrás de TikTok no apunta quizás al nacionalismo más allá de Estados Unidos.
Pero sí a ese cambio de inercia en el que no se da por descontado que los productos a ser consumidos a nivel mundial sean de Estados Unidos.
Lo mismo ocurre con el surgimiento de Deepseek como el potencial nuevo gran Caballo de Troya chino en la cultura occidental.
Hace rato ya que Estados Unidos no es el centro del mundo.
Y también hace rato que se libran batallas por acabar con el pensamiento hegemónico que pretende contar las historias de otros.
El de Emilia Pérez es uno de esos casos que resalta la identidad nacional.
Por más que la Academia ha inundado con 13 nominaciones a Emilia Pérez, la sociedad mexicana considera inamisible que un director francés que no habla español ni conoce México a fondo pretendiera contar una historia en torno al narcotráfico.
Jacques Audiard, el director, tampoco ha hecho mucho por subsanar las que algunos consideran afrenta nacional.
Ha dicho que para él el español es un idioma de pobres y marginados.
En el medio, como parte medular de la polémica, aparece Selena Gómez que a ojos de muchos sólo recuerda sus orígenes latinos cuando más conviene a sus intereses.
Para ese sector que desconfía de ella, su actuación en Emilia Pérez no hizo más que confirmar sus sospechas.
Le cuesta hablar español.
Parece no entender lo que dice.
Un problema de guión que se traslada también a la interpretación.
Mientras tanto, el cine mexicano vive inéditos momentos de éxitos en taquilla para el cine mexicano.
Cuenta Edgar Apanco, analista de la industria cinematográfica, que es la primera vez en 5 años que una película mexicana supera los 100 millones de pesos (5 millones usd) de recaudación en taquilla en enero.
Lo hizo con Mesa de Regalos.
Un éxito semejante alcanzó Una Pequeña Confusión protagonizada por Juanpa Zurita.
A Emilia Pérez no le ha ido bien en cines mexicanos.
En su semana de estreno registró 12.2 millones de pesos (610 mil usd) en taquilla.
Se hizo viral, en cambio, Johanne Sacreblue.
Una parodia mexicana para reírse de Emilia Pérez que supera los 2.6 millones de views en YouTube.
En la música, las señales son semejantes.
Bad Bunny dedicó su más reciente álbum a contar historias de Puerto Rico.
A usar slang y referencias de Puerto Rico.
A exaltar su propio orgullo nacional cuando para muchos aquello representa una potencial afectación al impacto de su musica.
Él ha contestado en entrevista para el New York Times que no le importa.
Que primera va la historia que quiere contar.
El entretenimiento se reconfigura.
Entre más fuego cruzado se produzca, más probable es que se dé tanto un cambio en el tablero geopolítico como un abrazo a lo propio.
Ya las muestras empiezan a ser una constante.
Pero será más tarde cuando pasen estos años de fuego constante cuando podremos determinar si triunfó lo local o si triunfó la globalización.
Más interesante será descubrir si al final esa globalización tiene a Estados Unidos como gran protagonista.
O como un país que habrá visto sus mejores tiempos pasar justo cuando más prometían volver a ser grandes de nuevos.
En retrospectiva, la caída de las películas de superhéroes podría haber sido el primer indicio de que el gigante estaba cayendo.
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