

Discover more from The Muffin por Mauricio Cabrera
Aceptémoslo, nunca dejaremos Twitter para ir a otro Twitter
Y por qué Jack Dorsey se suma a quienes quieren intentarlo
Storybakers:
Jack Dorsey ha decidido que quiere más de lo mismo.
Pero descentralizado.
Ya desde que estaba en Twitter había manifestado que lo mejor para las redes sociales sería que fueran descentralizadas.
Que todo fuera transparente.
Que de toda acción realizada por los usuarios hubiera un registro.
Que todo cambio al algoritmo tuviera una argumentación que llegara a todo el público.
Al principio contempló hacerlo dentro del propio Twitter.
Después decidió que era mejor manejarlo como una empresa aparte.
Y ahora, justo cuando Twitter vive bajo el estrés infinito de los despidos y decisiones de Elon Musk, Jack lanza la versión beta de Bluesky en modalidad de invitación.
El proyecto empezó a trabajarse desde el 2019 en Twitter.
Hace unos meses, Bluesky anunció que había recibido un apoyo de 13 millones de dólares para continuar con su labor de research and development.
También puso especial énfasis en mencionar que Dorsey es parte de su consejo de administración.
Según cuenta Techcrunch, su semejanza con Twitter es notable.
Su interfaz te llama a realizar posteos con un máximo de 256 caracteres.
Los posteos pueden incluir fotos.
El llamado que te hace para publicar es también semejante.
En vez del “What’s happenning” de Twitter, Bluesky te pregunta “What’s up?”.
Funciona también a partir del seguimiento a cuentas específicas.
Con un home que divide entre los posteos realizados por una persona y los posteos más las respuestas recibidas.
En la App Store no registra más de 2 mil instalaciones desde su lanzamiento el 17 de febrero.
Nada fuera de lo habitual para una plataforma disponible, por ahora sólo por invitación.
Pero para muchos la de Bluesky es una llegada a destiempo.
Son numerosos los que pretenden ser el sustituto de Twitter.
Está Mastodon que ha logrado llevar a su plataforma a personajes reconocidos como Greta Thurnberg o James Gunn.
Está Post, está Spill, está T2.
Todos más obsesionados con capitalizar la inestabilidad de Twitter bajo el mando de Elon Musk que en desarrollar un mejor producto.
Hasta ahora los usuarios que han decidido emigrar no lo han hecho poniendo como prioridad la promesa de esas otras plataformas.
Lo han hecho movidos por el ruido que les genera Elon Musk como propietario de una red global de información.
Y quizás es por eso que el impacto de cada uno de ellos ha estado limitado.
Ha sido más una narrativa de los medios que un éxodo definitivo de usuarios molestos ante la experiencia que ofrece Twitter.
Mastodon pasó de un pico de 2.5 millones de usuarios en diciembre a 1.8 millones de usuarios en enero.
Se le cuestiona por ser complicado en su uso.
Se le cuestiona no tener lo suficiente como para erigirse como el reemplazo de Twitter.
Pero es que el recambio generacional de una plataforma social a otra nunca se ha producido en realidad por inconformidad con la seguridad o transparencia de una y otra.
Se ha producido porque esa plataforma pone en tendencia un uso o funcionalidad que no se encuentra en el resto.
Instagram se hizo viral por la facilidad con la que uno podía publicar fotos de calidad gracias a los filtros.
Snapchat tuvo el acierto de pensar en ese contenido privado que quería compartirse solo por 24 horas.
Momentos o fotografías efímeras en un entorno en el que todo era para siempre.
TikTok acertó en el formato corto.
En convertir cada video en una invitación a que otros hicieran lo mismo.
Los primeros creadores en TikTok no tenían que hablar ni escribir un guión.
O hacían lip Sync.
O bailaban según la guía que creadores más famosos impusieran.
Es difícil reemplazar Twitter por lo elemental de su producto.
Es difícil mejorar Twitter por lo elemental de su producto.
Durante más de una década, aún en tiempos de Musk, nos hemos conformado con una plataforma que no ha mejorado.
Que podría decirse que ha empeorado.
Pero que al menos sigue cumpliendo su función.
Aunque moleste el aumento de spam, aunque nos incomode la cancelación constante, la premisa básica de compartir información, ideas o conceptos en un máximo de 280 caracteres continúa funcionando.
A las redes basadas en video el texto no las cautiva.
La historia demuestra que ni siquiera Twitter ha encontrado cómo capitalizar a nivel publicitaria ser el equivalente a la plaza pública de nuestros tiempos.
El texto es menos atractivo que el video para los anunciantes.
El texto remite a los formatos publicitarios tradicionales.
A los usuarios, además, cada vez les da más pereza moverse de una aplicación a otra.
Sobre todo si se trata de hacer exactamente lo mismo.
¿Por qué moverse de la plaza pública mundial a una que parece plaza pública de pueblo?
¿Por qué volver a recorrer el camino del aumento de seguidores cuando no hay nada nuevo que proponer?
La toxicidad de Musk no va a ser suficiente.
Mucho menos en una época en que miramos con más satisfacción la reunión entre pequeñas comunidades que agruparnos con todos para terminar peleando con todos.
Por eso Discord y Slack son tema de conversación.
Incluso si hubiera un apagón definitivo de Twitter ante el caos económico en que Musk lo metió, esas plataformas tardarían años en alcanzar los niveles de relevancia y uso de Twitter.
Primero porque las nuevas generaciones no tienen claro que necesiten un Twitter para su vida diaria.
Después porque Twitter ha sido históricamente la peor plataforma para efectos de monetizar contenido como creador y una de las más bajas para generar tráfico como medio.
Los planteamientos de la descentralización tendrían que importarnos.
Sería deseable que fuéramos tan maduros como para comprender que los beneficios que proponen podrían ser mucho más útiles que un nuevo formato o tendencia de uso.
Pero nuestra seguridad o integridad no importa tanto como el entretenimiento que nos da esa plataforma.
¿Qué proponen los Twitters descentralizados como Mastodon o Bluesky?
AT, el protocolo social creado por Bluesky menciona los siguientes puntos:
-Portabilidad de cuenta:
Refiere al derecho que debería tener cualquier usuario de llevar su cuenta de un lugar a otro sin que el cambio de plataforma representara tener que volver a comenzar de cero.
La portabilidad es también clave para el desarrollo del metaverso.
Mientras un usuario no pueda ir de un metaverso a otro con los bienes, skins, puntuaciones y registros de lo que ha acumulado en su actividad vivirá bajo la necesidad de conectarse y desconectarse de cada ecosistema para poder ingresar al otro.
En un modo mucho más rudimentario, el único formato de la Web 2 que permite ese traslado es el de los newsletters.
Un autor en todo momento tiene la capacidad de llevarse sus contactos a la plataforma que mejor le plazca.
-Elección algorítmica:
Va sobre el derecho que deberían tener los usuarios de decidir sobre cómo funciona el algoritmo.
Pretende alcanzar niveles de transparencia tales que un usuario pueda comprender por qué aparecen tales o cuales resultados o sugerencias al momento de consumir.
-Interoperabilidad:
En conexión con la portabilidad, la interoperabilidad apunta a contar con una infraestructura que facilite la conexión entre servicios y plataformas para que el usuario tenga una experiencia libre de fricción.
-Performance:
Facilitar que los tiempos de carga (espera del usuario) para acceder a distintos servicios se reduzca al mínimo necesario.
¿Son promesas relevantes?
Sin duda.
Algunas atienden los más elementales principios de justicia para el usuario que ha ido construyendo su comunidad e identidad en distintas plataformas.
Otros procuran dar visibilidad que diluya el poderío de la dictadura de los algoritmos.
Pero ninguna es lo suficientemente poderosa para lograr que se produzca ese éxodo masivo.
Mientras exista Twitter, ahí estarán las personas que con él satisfacen una necesidad.
E incluso si desaparece habría que ver si un número suficiente de personas continuarían demandando un Twitter para nuestros tiempos
Aceptémoslo, nunca dejaremos Twitter.
No al menos para ir a otro Twitter exactamente igual.
Pero descentralizado.
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