Así Spotify abandonó a su estudio estrella y más historias de medios
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El asesinato de Gimlet Media por Spotify
En una historia que era un secreto a voces pero recientemente cubierta por otro newsletter en Substack ( The Squeeze, por Skye Pillsbury, ex reportera de Hot Pod), diversas fuentes declaran cómo es que la cultura de Gimlet Media cambió para siempre una vez que fueron absorbidos por Spotify.
Gimlet, que encontró una línea de vida en el podcast de ficción Homecoming (adaptado y vendido a Prime Video), realmente tenía su especialidad en podcasts tipo super producción (en diseño sonoro y reporteo) pero enfocados al periodismo narrativo y de investigación.
Junto a Anchor y Parcast, Gimlet fue parte de las empresas con las que Spotify comenzó a dar pasos duros en la industria del podcasting en EEUU, con la compra de The Ringer completando el frenesí de los suecos.
A diferencia de América Latina y otras partes del mundo, la cultura y cobertura US-centric se enfoca en que Spotify no acapara el mercado con dominancia por la competencia de Apple Podcasts, mientras que eb países de habla hispana el dominio de Spotify llega a casi el 80% de preferencias de consumo de audio en móviles.
Es por eso que el principal descontento en el caso de Gimlet y su personal fue la paulatina transformación de las producciones en exclusivas de Spotify, asunto que probablemente las privó de la mitad de su audiencia potencial.
El reporte de The Squeeze indica que dicho factor acabó por mermar el impacto de shows primordialmente dedicados a audiencias norteamericanas y difícilmente adaptables a otros idiomas.
El caso contrario es el de The Ringer, que más allá de los deportes ha alcanzado éxito en su cobertura obsesiva de cultura pop (películas de nostalgia, Marvel, Game of Thrones, series prestige), que apela a cualquier usuario que sepa inglés y no precisamente esté en un contexto coyuntural estadounidense.
Entonces, las matemáticas son contundentes para Spotify: los costosos podcasts periodísticos de Gimlet no eran tan redituables como las relativamente baratas conversaciones sobre deportes, series y películas de Ringer.
La anécdota más contundente del artículo es que los fundadores de Gimlet prácticamente tomaron el asiento de pasajero en la operación y dejaron que Spotify instaurara una nueva jefa (Lydia Polgreen, ex editora del HuffPost que ahora está en New York Times), a diferencia de The Ringer que sigue con el grupo de editores protegidos por Bill Simmons.
Por supuesto, el elefante en el cuarto es la prioridad de las plataformas de audio (especialmente en casos latinoamericanos) que buscan contratar celebridades para éxitos desechables en lugar de formar audiencias cosechando talento o con especialistas al aire.
Una podcaster no-celebridad se gana un perfil en el New York Times
Sin salirnos de la esfera de Spotify, aunque sea gracias al éxito que es House of the Dragon, una editora y locutora de The Ringer ha sido destacada este fin de semana en The New York Times con un perfil sobre su rol de podcaster en sus populares shows que hacen recaps de series que apelan al público geek.
Se trata de Mallory Rubin, de formación periodista (no celebridad ni ejecutiva) y jefa de editorial en The Ringer. Su carrera y éxito reciente es tomado como una especie de avatar que toma el NYT para representar a la clase creativa parte del movimiento alrededor de desmenuzar hasta el último frame de una serie o película y crear contenido de comentario cultural desde ahí.
¿En América Latina quienes serían los equivalentes? Volvemos a la última pregunta del tema anterior: ¿las plataformas están volteando a ver especialistas e insiders o sólo gente famosa que lee un guión?
El Twitter conservador que nunca lo logró: La plataforma social de Trump no despega ni entre sus socios
Una nota reciente del Washington Post revela que Truth Social, la app clon de Twitter de Trump Media, tiene problemas internos previo a su salida a la bolsa.
Para empezar uno de los cofundadores ha sido informante de la justicia norteamericana acerca de malas prácticas a lo interno, asunto que derivó en su expulsión como ejecutivo.
Además, otro cofundador fue separado de sus roles de administrador porque no quiso entregar parte de sus acciones a Melania Trump.
Los dos ex ejecutivos (Will Wilkerson y Andy Litinsky) decidieron que el grupo que en realidad trabajaría en Truth Social entregaría 90% de las acciones a Trump por prestar su marca y pensaron que se encontrarían con fortuna luego de que Twitter expulsara al ex presidente de la plataforma.
Sin embargo, una adopción pobre de usuarios y el que Elon Musk en caso de comprar Twitter estaría dispuesto a abrirle las puertas a Trump, ha hecho añicos el potencial que hubiera tenido dicha plataforma que nunca despegó.
Netflix revela el precio de su plataforma con publicidad en este contexto
Como ha pasado con los viajes en Uber/Didi y el reparto de comida, los jugadores nuevos en una industria usualmente subsidian su entrada para ganar preferencia ante los gigantes en turno y posteriormente suben precios.
Un clásico de industrias disruptivas.
En este contexto, Statista grafica la subida de precios en servicios de streaming en su mercado madre.
Los más costosos son Netflix y HBO Max, contando este último con una versión con publicidad que no encontramos en América Latina.
Aunque en estas tierras es mucho más barato tener dichos servicios (casi la mitad, de hecho), de cualquier manera la golpeada economía latinoamericana vuelve difícil para la mayoría de los hogares sostener todos los servicios.
En México se acaba de anunciar que Netflix costará $99 MXN (menos de $5 USD) en el paquete Básico con anuncios, luego de un par de años de ser más caro que Prime Video (de regalo en Amazon Prime y por separado al mismo precio que tendrá Netflix) o las diversas promociones de HBO Max con Mercado Libre o cableras que lo llegan a tener hasta en menos de 4 USD.
5 años del primer newsletter en Substack
Aunque Substack se inspiró en el éxito de Ben Thompson con Stratchery (quien prefirió seguir con su sistema autogestionado que conjunta varios servicios de CMS y pago), el primer substacker fue Bill Bishop.
Al igual que Thompson, es un autor de negocios occidental con fuertes lazos en Asia, pero Bishop sí decidió ser la punta de lanza de un servicio pivotal para empoderar a los escritores luego de años de maltrato por las tecnológicas y los mismos medios.
En un ensayo compartido hoy (en el blog oficial de Substack), el cofundador Hamish McKenzie comparte cómo construyeron Substack inspirados, sí, en Thompson pero también trabajando de la mano con Bishop para diseñar y comprender las necesidades de los escritores en busca de monetizar su contenido.
De hecho, el rol de Bishop fue crucial en dos aspectos:
Decidieron tomarlo de modelo absoluto para la primera versión de Substack (escritores que no quieren batallar nada en lo técnico) y descartaron a otro escritor (un analista de la NBA, sin nombrar) que tenía ideas más complejas en lo técnico y varias necesidades ya diseñadas. Sobra decir, que fue el camino correcto.
Bishop de hecho decidió invertir en Substack, y su publicación es la que más dinero genera en la categoría de noticias.