Barbenheimer: de las conversaciones a las experiencias
El fenómeno cinematográfico que entusiasma a la industria, explicado
Storybakers:
La gente sí que está dispuesta a ir al cine.
Lo demuestra el fenómeno cinematográfico bautizado como Barbenheimer.
Es el cuarto fin de semana más taquillero de la historia.
El primero más alto desde el 2019.
Tiene la peculiaridad de producirse a partir de dos grandes estrenos en vez de concentrarse en uno solo como ocurrió en casos como el de Avengers: Endgame, Avengers: Infinity War y Star Wars: The Force Awakens.
A nivel mundial, la recaudación conjunta en su fin de semana de estreno fue de más de 511 millones de dólares, con Barbie generando 155 millones en Estados Unidos y 182 millones en el resto del mundo.
Oppenheimer, por su parte, marcó 80.5 millones en Estados Unidos y 93.7 millones a nivel global.
Barbie, además, tuvo el fin de semana de estreno más alto en recaudación en lo que va del 2023, superando a Mario que recaudó 146.4 millones.
La lectura positiva es que el cine está de regreso.
Que se ha confirmado que la gente está dispuesta a pagar por un boleto para ver una película.
La negativa es que se trata de un acontecimiento aislado más que de una tendencia que pueda sostenerse una vez que se diluya por completo el efecto de Barbenheimer.
Esta segunda lectura se fortalece con los efectos negativos que tendrá la huelga de escritores y actores en los meses por venir.
Aunque el deseo generalizado sea el de cantar victoria para la industria del cine, en la práctica lo que ha quedado demostrado es que hoy se requiere ser más que una película para llevar a la gente a las salas.
Detrás del Barbenheimer está el apetito de la sociedad por eventos y experiencias que además tengan posibilidad de ser compartidos en redes sociales.
Barbie fue perfecto para eso por todo lo que representa como un fenómeno cultural que ha trascendido generaciones.
El color rosa como icono de su existencia jugó también como el gran pretexto de la gente para manifestarse en las salas.
Su éxito fue obra del marketing, pero sobre todo del deseo que tiene la gente de encontrar pretextos para reunirse, celebrar y demostrar que están presentes en sucesos de alta relevancia cultural.
El mismo rosa contribuyó al contraste con el negro que simboliza Oppenheimer.
El Barbenheimer representa la inédita fusión de una muñeca con el creador de la bomba atómica.
Ese comparativo sirvió para que los más críticos de lo que representa Barbie hicieran pública su intención de ver Oppenheimer.
Pero a la vez, ese mismo comparativo sirvió para que las audiencias de ambas películas fueran más diversas de lo que se pensaba inicialmente.
Según las primeras mediciones, Barbie tuvo un 60% de mujeres en la audiencia.
Oppenheimer, un 60% de hombres en la audiencia.
En ambos casos se contemplaba que la hegemonía de un género sobre el otro fuera más pronunciada.
Oppenheimer y Barbie encontraron el éxito en el enfrentamiento al que decidió exponerlos el público.
Pero también lo encontraron en la curiosidad que despertó en la gente la posibilidad de ver dos películas tan contrastantes entre sí.
Los directores tienen también gran parte del mérito.
Christopher Nolan es un evento en sí mismo.
Así como Tom Cruise fue la principal bandera para que Top Gun: Maverick superara los mil millones de dólares en recaudación, Christopher Nolan es una garantía de convocatoria.
Ambos son devotos del cine.
Ambos desdeñan las posibilidades del streaming.
Ambos hacen películas para ser vistas en el cine.
Del otro lado, Greta Gerwig entendió cómo trabajar con la nostalgia y el glamour de Barbie para adaptarla a los nuevos tiempos.
La gente ha consumido masivamente una película que para muchos puede ser calificada de feminista.
Y lo ha hecho a partir de la imagen de uno de los estereotipos más criticados por las propias feministas.
Greta no sólo le ha dado vida a Barbie en el cine, se la ha dado como propiedad intelectual.
Y todo porque Mattel le permitió jugar con su propiedad intelectual hasta llegar a puntos inimaginables.
El NYT explica bien ese amor y rechazo que en simultáneo tiene Greta por todo lo que representa Barbie.
El cine como centro de reunión está cobrando nuevas dimensiones.
Lo que vivimos con Barbenheimer es una continuación de lo que ocurrió con los “gentleminions”.
E incluso, aunque más acotado al público infantil, con los niños vestidos de Luigi y Mario para ver la película.
A la sociedad hoy la seduce la cultura del meme.
La cultura de ser y estar en situaciones y escenarios que llamarán la atención en redes sociales.
Vestirse de rosa no fue sólo una manifestación de gusto por la película o la muñeca, fue un deseo de protagonizar un meme, de aparecer en stories de Instagram o en videos de TikTok.
El éxito cada vez más pasa por lo que la gente hace a partir de lo que le pones enfrente.
El éxito de M3GAN tampoco podría explicarse sin el Murder Dance.
Y va más allá del cine.
En la música ocurre algo semejante con Taylor Swift provocando que la gente pague cifras millonarias para asistir al evento con atuendos personalizados para la ocasión.
The Eras Tour es más que un concierto.
Es un encuentro cultural que entrega protagonismo a quienes logran asistir.
Y ya ahí el principal objetivo es destacar sobre el resto.
Demostrar que se está en tendencia.
Que eres digno del meme.
Que eres digno de vivir la experiencia.
Mattel se ha ganado la oportunidad de plantearse el inicio de un universo cinematográfico que no estaba claro hasta que Barbie se estrenó.
El cine se ha ganado el beneficio de la duda.
El problema es que son pocas las películas que pueden ser más que eso.
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