Bard: las búsquedas en Google cambiarán para siempre
Y por qué la inteligencia artificial plantea serias interrogantes para los medios basados en SEO
Storybakers:
Ha sido un 2023 convulso para las tecnológicas.
Y también para los medios y creadores.
Los anuncios de las Big Tech atienden a los inversionistas de Silicon Valley.
Pero también repercuten en el modo en que medios y creadores producen.
Uno de esos cambios se ha dado con el cambio filosófico de Spotify queriendo ser más YouTube que Netflix.
La pregunta es si logrará hacerlo antes de que YouTube termine por comerse la rebanada publicitaria del podcasting.
De eso hablamos en el nuevo episodio de Upload Inc.
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En esa carrera tecnológica que es también la de creadores y medios se ha dado la respuesta de Google a Chat GPT-3.
Ha ocurrido con algo de prisa.
Podría decirse incluso que con un apremio exagerado para como suele ser Google.
Pero es que Chat GPT-3 como buscador y creador de contenido ha provocado publicaciones a las que Google no estaba acostumbrado.
Son muchos los que han asegurado que Chat GPT-3 tiene el potencial de sustituir a Google.
Pero tiene una gran debilidad: la información que toma como base llega hasta el 2021.
Google ha capitalizado esa carencia para anunciar Bard.
El nombre hace referencia a los poetas de los antiguos celtas.
Igual que lo hizo Bardo de Alejandro González Iñárritu.
Por ahora el acceso está limitado a un pequeño grupo de socios de confianza.
Pero el propio Google asegura que en algunas semanas más estará abierto a todo el público.
Y claro, disponible con información del momento.
No ha hecho falta esperar para entender lo que está por venir para los resultados de búsqueda con funcionalidades basadas en inteligencia artificial.
En uno de los ejemplos utilizados por Sundar Pichai se muestra a un usuario preguntando si el piano o la guitarra eran más fáciles de aprender y cuánta práctica se necesita.
Como resultado Google ofrece una respuesta específica que advierte que no existe solo un posible camino o perspectiva.
Habla del tiempo que suele tomar alcanzar un nivel intermedio para ambos instrumentos y concluye con una serie de recomendaciones para profundizar en esa respuesta.
Google, a diferencia de OpenAI y Microsoft, tiene el típico problema del que podría generar una disrupción completa de su negocio pero opta más bien por protegerlo.
Hace unos días me preguntaba qué pasaría con la abundancia de resultados que coinciden en una respuesta si nuestras búsquedas se concentraban en un asistente conversacional como Chat GPT-3.
Dado que ahí podría potencialmente recibir todas las respuestas, ¿qué sentido tendría visitar sitios que en su mayoría repiten la misma información?
Esa misma pregunta aplica para Google fortalecido con inteligencia artificial.
Y sobre todo, para Google sintiéndose amenazado por primera vez en el terreno de los buscadores.
Ya de por sí los snippets que nos ofrece atentaban de forma creciente contra los intereses de los medios.
Son muchos los casos en que no hace falta ir a un sitio para obtener la información que se está buscando.
Google nos las da en ese mismo resultado de búsqueda.
Y la visita a un sitio se produce sólo si ese usuario tiene el deseo de profundizar en la información.
En una sociedad cada vez más renuente a pasar por momentos de fricción y esfuerzo, es natural pensar que el punto de dolor de tener que navegar por distintos sitios para llegar a algo tienda al desuso.
Hoy el texto es para muchos un acto secundario.
Antes descubren y consumen noticias a través de video corto.
La lectura, en muchos casos, se hace por medio de audiolibros antes que del modo tradicional.
A Google, como pasa siempre con las tecnológicas que cargan consigo negocios multimillonarios, le interesa mantener vivos sus negocios vigentes.
Parte de eso implica seguir impulsando que los medios tengan inventario publicitario para que Google pueda beneficiarse de él.
La pregunta es si los usuarios seguirán necesitando y queriendo consumir bajo esa dinámica que en muchos sentidos equivale al “pase a la página 64” que imperaba en los diarios.
En una columna de opinión en el New York Times, Farhad Manjoo asegura que en realidad hace tiempo que YouTube (también de Google) es un mejor buscador que el propio Google.
Y yo coincido.
Primero, porque conecta con esa idea de que hoy nos relacionamos mejor con otros seres humanos que con medios de los que desconocemos en la gran mayoría de los casos quién nos presenta el contenido.
Después, porque funciona como una plataforma que nos resuelve cualquier duda sin tener que salir de ella.
El desafío para Google pasará por cómo adaptar lo que ya tiene a una etapa en la que los usuarios exigirán disrupción en el modo en que encuentran y consumen información.
A los usuarios les ha gustado la sensación de “trabajo completo” que entrega Chat GPT-3.
Algunos ya hasta lo han utilizado para plagiar contenido y hacerse virales.
Si Google se empeña en que su buscador de siempre sea el que domina, es posible que la gente tarde o temprano termine abandonándolo.
Ya de por sí TikTok está opacando a Google como buscador de cultura popular entre la generación Z.
En la lucha de los buscadores habremos de decidir entre todos, porque a final de cuentas nuestro consumo influirá en las decisiones de los players tecnológicos, cómo queremos consumir.
Si en una caja cerrada y definitiva como Chat GPT-3 o el propio Bard, o en el Google de siempre pero fortalecido con nuevas funcionalidades basadas en inteligencia artificial.
Voy más por lo primero que por lo segundo.
En cierto modo, la búsqueda actual tiene la misma problemática que las plataformas de streaming.
En ambos casos se le asigna al usuario la tarea de encontrar dónde está el contenido que busca y de tener que ir a él aunque implique cambiar de plataforma.
Pasar de una página a otra puede parecer una fricción menor.
Pero vivimos en una era en que la gente se niega a hacer el más mínimo de los esfuerzos.
A eso se enfrentará Google.
Después de 24 años como buscador, mucho tiene que pensar de cara al futuro.
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