Be Real: ¿cambio verdadero o un gran marketing que terminará siendo lo mismo de siempre?
Y por qué sus opciones lo llevan a ser lo que dice combatir
Storybakers:
Ayer ocurrió.
Me puse a streamear por espacio de dos horas tanto en Twitch como a través de TikTok.
Funcionó mi estrategia de llamar a la gente desde TikTok a que viviera la experiencia completa en Twitch.
De tener 5 seguidores pasé a tener 51.
Un avance no menor en una plataforma tan compleja como Twitch.
Tuve mis errores técnicos.
Pero todo se irá resolviendo conforme me acostumbre a ser productor, director de cámaras y host al mismo tiempo.
Los invito a seguirme en Twitch para que puedan ser testigos de mi experimentación en el que será mi formato estratégico de aquí a que concluya el Mundial de Qatar.
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Desde el metaverso: el futuro de nuestra existencia digital
Las redes están cambiando.
No lo están haciendo tanto por decisión propia como porque saben que su modelo de siempre no va más.
Tienen a demasiados reguladores encima, se han ganado la desconfianza de la gente y ésta cada vez más se mueve hacia el nicho antes que hacia la plaza pública donde es posible decir lo que venga en gana.
TikTok, por ejemplo, ha preferido prohibir que los partidos políticos levanten dinero desde su plataforma.
La que fue una de las grandes fuentes de ingreso para Facebook durante el anterior proceso electoral en Estados Unidos no lo será más para las redes sociales en tiempos en que prefieren salvaguardar lo que les queda de reputación que incrementar sus ingresos.
Be Real ha sido un mazazo sonoro hacia el status quo de las plataformas sociales.
Es posible que al final no sea más que una funcionalidad que los otros replican.
Como ya mismo lo está intentando TikTok con TikTok Now.
Pero el mensaje de fondo ha sido contundente: adiós a los filtros, adiós a estar esclavo de una red, adiós a la obsesión por la viralidad.
El timing de Be Real ha sido perfecto.
Emergió justo en el momento en que el hartazgo de lo que dominaba llamaba a preguntarnos si había otro modo de hacer las cosas.
El problema para Be Real es que si quiere crecer deberá contemplar escenarios que pueden volver a hacer que aquello apeste a las redes sociales de siempre.
Ya lo manifiesta el sketch que Saturday Night Live le ha dedicado.
Aunque se supone que en Be Real somos auténticos, terminamos posando.
Buscamos el mejor ángulo, la mejor escena tanto de nuestra cara como del escenario en el que estamos.
Nos preocupa cómo nos vemos y el lugar en que estamos.
Nos preocupa mostrar que nuestra vida es tan diversa que a diario estamos en lugares distintos.
Nos preocupa qué puedan sentir y opinar la gente que ve nuestro contenido.
Y ese es apenas el comienzo.
Con 50 millones de descargas, Be Real ya supera los 30 que fueron necesarios para que Instagram fuera adquirido por Facebook en mil millones de dólares.
La potencial contradicción de Be Real está latente.
Esa de prometer que buscas la autenticidad y terminar siendo parte de las redes que se supone que combaten.
Y si no es así, si no termina siendo adquirido por una de estas plataformas o pulverizado entre imitaciones como le ocurrió a Clubhouse, Be Real tendrá que buscar negocio.
Y ese o pasa por tener cada vez más cautivas a las personas.
O pasa por generar incentivos a los usuarios para que vuelvan, generalmente económicos.
O pasa por generar una estructura de “status” a través del alcance que los usuarios puedan tener.
En todos los casos las potenciales avenidas para Be Real tocarán puntos clave de aquellas plataformas que representan todo lo que dice que no es.
En muchas ocasiones, la innovación siembra la esperanza pero termina alineándose con lo que siempre ha estado.
Como el streaming que prometía un mundo de entretenimiento sin publicidad, el estreno de maratones de series y la opción de pagar sólo por lo que queríamos ver.
En la práctica, la batalla por los ingresos publicitarios protagonizará la streaming wars en el 2023, el estreno de series estelares de un solo golpe dejarán de ser constantes para abrazar los estrenos semanales y habrá una consolidación de plataformas.
Básicamente como siempre había ocurrido en la tv de cable.
Algo está cambiando en las redes sociales.
Be Real es la manifestación más notable de ello.
Pero quizás la verdadera disrupción es la que ha venido ocurriendo en Discord.
Esa sí que es una red social que se maneja bajo otros parámetros.
O lo que hace Reddit con sus múltiples sociedades que se autogestionan.
Ayer en un segundo stream que hice con César Fajardo en Hunters hablábamos sobre cómo funcionaría Be Real en grupos de WhatsApp con amigos y familiares.
O en grupos que comparten pasión por un equipo.
O en asistentes a una boda o a un concierto.
Esos usos particulares y específicos podrían representar frescura y novedad para una sociedad deseosa de compartir sin destruir.
La pregunta es si a Be Real le darán el tiempo suficiente para formar esas pequeñas comunidades.
La respuesta, desde ya lo sabemos es negativa.
Y la otra pregunta es si una funcionalidad de este tipo, ya integrada a los grupos, la tomaríamos de buena gana si viniera de Meta o de TikTok.
Cuando prima la desconfianza y la sensación de abuso impera la resistencia antes que la voluntad de volver a creer.
Son muchos los que piden que no haya más redes.
Son millones los que esperan que la supuesta fama digital se transforme en ingresos contantes y sonantes.
Son muchos los que piden un replanteamiento del modo en que nos relacionamos en digital.
Be Real es un buen golpe a la mesa.
Difícilmente será algo más que un llamado de atención dado que en el fondo es una red social como todas.
A menos, insisto, que abrace los círculos de confianza de la gente.
Pero aún ahí tendría que quebrarse la cabeza para dar con nuevos modelos de negocio.