Colaboración, conversación y multiautoría como solución para la miopía de las historias periodísticas
En la Web 3, la industria de los medios se aferra al modelo vertical de las historias
Storybakers:
Dos anuncios antes de comenzar el envío
En el nuevo episodio de The Coffee he hablado con Mariana Carpovich, editora periodística de Filo News, nativo digital argentino que lo mismo ha conseguido viajar a España para tener una conversación exclusiva con Ibai Llanos que ponerse a hablar de filosofía con C. Tangana (de mis gustos culposos, por cierto)
Filo tiene sus particularidades. Ha sido de los primeros en la Argentina en tener secciones específicas de género y movilidad.
Desde ahí también se manifiesta que el éxito como contadores de historias en plataformas como Tik Tok y Youtube no tienen un límite de edad. Ahí está Filo Explica presentado por un silver creator o el propio Julio Leiva con sus buenos años sobre las espaldas hablando de lo que está en tendencia y con los que están en tendencia.
Filo es además un recurrente caso de éxito para YouTube. Con más de 1 millón de suscriptores, 838 mil seguidores en Instagram y 555 mil en Tik Tok, es un referente de la transición y coexistencia entre el texto y la producción de video.
Con Mariana hablo del desfase entre lo que las nuevas audiencias demandan y los que los medios les terminan entregando. Como perla de una discusión mayor, hablamos también de la propia canibalización de los medios, que en vez de apoyar al que innova, corren imitar para provocar que en algún punto todos ofrezcamos lo mismo.
Pueden escuchar The Coffee aquí
2.- Storypreneurs, el servidor de Story Baker en Discord, ya tiene a más de 250 miembros de la industria de los medios, los contenidos, y la distracción (como últimamente me ha dado por llamarle) intercambiando puntos de vista y compartiendo experiencias.
Mi idea es que de ahí surjan nuevos esfuerzos colaborativos y que terminemos configurando una dinámica de publicación multi-autor de forma recurrente en Story Baker.
¿Por qué la necesidad de la multi-autoría?
Justo de eso va el envío de hoy.
En lo que se los explico, los invito a sumarse.
No es una invitación a ir a una comunidad mía, es una invitación a conversar entre todos.
A sentirnos acompañados en el nuevo camino de nuestra industria.
En el marco de una conversación en Bogotá con Ernesto Martelli y Raúl Ramírez sobre las oportunidades que la Web 3 desbloqueaba para los medios, me permití hacer una reflexión sobre lo poco optimistas que podemos ser ante el entendimiento de la realidad que propone el nuevo Internet en contraste con los usos y costumbres de la industria periodística.
Partamos de las principales características de las Web 1, 2 y 3.
Web 1: informar.
Un medio traslada sus contenidos a digital sin más novedad que la libertad de publicar en todo momento y sin límites establecidos por el tiempo aire o el espacio en papel.
En esta Web 1 el reinado de los medios se mantiene.
Durante años, medios locales, nacionales e internacionales disfrutaron las mieles de los números de Comscore, donde ya la conversación no iba de los diarios impresos, sino de los ojos alcanzados en cualquier rincón del mundo y a toda hora.
Fue en muchos sentidos una época próspera.
Se vendía volumen y las marcas pagaban básicamente por insertar banners.
Sin dolores de cabeza creativos y sin más expectativas que presentar anuncios que, salvo por ciertas animaciones y segmentaciones, no tenían mayor diferenciación con respecto a lo que veíamos en cualquier revista o periódico.
Web 2: conversar
Las redes sociales habilitan una posibilidad de retroalimentación inédita entre creadores de contenido (fueran medios o no) y sus audiencias.
Esa conversación, combinada con la democratización de la publicación del contenido, termina representando una caída en la confianza hacia los medios de comunicación.
Hoy las audiencias creen cada vez más en las marcas personales y cada vez menos en las marcas corporativas de medios.
En esta Web 2 que de a poco transiciona a la Web 3, los medios han ido mayoritariamente de tropiezo en tropiezo.
A nivel negocio sus principales referentes han terminado decepcionando.
Buzzfeed ha sido un fracaso como empresa pública.
Vice pasó de estar valuado en 5 mil 700 millones de dólares a estarse ofreciendo en pedacitos.
A nivel comunidad, también.
Mientras los creadores capitalizaron la humanización de las redes para construir una relación de confianza y en algunos casos hasta de idolatría, los medios se quedaron con audiencias que difícilmente están dispuestas o interesadas en hacer algo por ellos.
Más sintomático aún es que en la era de la conversación, un elevado porcentaje de medios carece de espacios para comentarios, de un ecosistema de interacción vivo.
Como muestra, el New York Times llamando a que sus periodistas no tuiteen.
O Chris Licht, el nuevo director de CNN, abandonando Twitter al momento de asumir sus funciones.
Los medios no quieren hablar ni en sus propias plataformas ni en las redes.
Y cuando tenían la conversación, en esos foros de opinión que tan noventeros nos resultan, tiraron la toalla para dejar que esa fuera a dar a las redes sociales, mismas en las que ahora los medios dicen no sentirse cómodos por competir contra su negocio.
Más sobre esto aquí:
Web 3: colaborar
Mientras Mirror ofrece los “splits”, con los que un autor puede decidir compartir una fracción de su cien por ciento de propiedad por pieza de contenido con quien él considere pertinente, sólo en la cultura de los newsletters y los blogs está la del crédito y link correspondiente a un medio o fuente tercera.
Entre los medios de habla hispana son contados los que se atreven a referenciar con un link a un competidor.
De ser posible le dan la vuelta, intentan encontrar cómo evitar citar al que es su competidor.
El contraste es demasiado marcado como para no ser pesimista.
Por un lado, la Web 3 con la productora de Mila Kunis invitando a la gente a ser parte de Gimmicks adquiriendo NFTs que les otorgan a sus propietarios derecho a participar en votaciones para elegir los desenlaces de un episodio y hasta de proponer historias sobre los personajes que han adquirido para ser parte oficial de la serie.
Del otro, los medios que ni siquiera crean herramientas de interacción y llaman a sus periodistas a dejar de escuchar ese feedback inmediato para concentrarse en lo suyo.
La Web 3 lleva la colaboración a la décima potencia.
Lo expresa a través de tokens sociales, de organizaciones autónomas descentralizadas y del propio uso de los NFTs como un sentido de pertenencia que, con independencia del escepticismo que abunda hoy sobre su función como objetos coleccionables, otorgan herramientas invaluables para construir y gestionar comunidades.
En la Web 3, pasamos de la creación, a la co-creación.
Del creador o periodista que informa o entretiene a la audiencia, al creador y a la comunidad que trabajan en conjunto para impulsar aquello en lo que creen.
¿Tiene sentido que en la era de Figma, de Notion y para ser honestos hasta en las funcionalidades más básicas de Google Drive, que permite hacer comentarios específicos a un extracto particular del trabajo de alguien más, los medios continúen ofreciendo su verdad, su versión de los hechos o su opinión sin que haya una conversación y colaboración más viva?
La respuesta es un no contundente.
Pero las plataformas de medios, el lenguaje de los medios y el mindset de los medios sigue siendo impositivo antes que colaborativo.
Los medios son una industria tan Web 1 que tendrá que dar un salto épico hacia la Web 3.
Eso o seguir perdiendo relevancia.
La renuencia de los medios a humanizarse presentada por el New York Times
Un mismo texto ilustra el pensamiento anquilosado de los medios y fomenta optimismo hacia lo que viene.
Rescata Dan Stone en su notable análisis sobre los artículos multi-autor del New York Times que Adolph Ochs, propietario del diario entre 1896 y 1935, consideraba que el negocio del papel, y por tanto el del periodismo, debía ser impersonal.
Aún en estas fechas, aunque por fortuna cada vez menos, se pide a becarios que firmen como Redacción cuando se está parafraseando el texto de algún competidor o fuente a la que no se le quiere dar crédito.
En el NYT, los artículos no comenzaron a firmarse sino hasta la década de los 30 y es hasta el 2003 que se genera una dinámica mucho más clara respecto al modo en que se reconoce la colaboración de distintas personas en un mismo artículo.
¿Y por qué podemos ser optimistas?
En ese mismo análisis, Stone hace un seguimiento a los artículos muti-autor publicados por el New York Times.
En él revela que un 18% de los artículos de la versión digital del Times tienen a más de un autor y un 20% en el caso del impreso.
Aquí la gráfica:
La tendencia es aún más notoria cuando se trata de historias que aparecen en primera plana.
Stone menciona que hasta un 59% de las historias que aparecen en la front page están firmadas por más de un autor.
El Times ha pasado de ser renuente a reconocer el trabajo periodístico a respaldar cada vez más el ejercicio colaborativo en el día a día de su producción de contenido.
En este punto se dirá que es posible hacerlo con una redacción de 2 mil periodistas (eran mil 300 en el 2014).
Pero esta dinámica de colaboración no tiene por qué estar limitada a los grandes trabajos de investigación que puedan hacer el New York Times u otras cabeceras, también puede ser activada tanto por creadores de contenido independientes como por redacciones pequeñas.
A este respecto, rescato lo hecho por Mario Gabriele con The Generalist.
Su proceso para crear contenidos multiplayer es el siguiente:
-Definición de un tema tres semanas antes de su publicación
-Iniciar reclutamiento de colaboradores.
Como técnica, utiliza un tuit como éste
-Una vez que los tiene identificados, y tras hacerles un pitch que los invita a colaborar en una pieza que les permitirá compartir su conocimiento con una audiencia de calidad, organiza una reunión grupal con los colaboradores
-En conjunto definen los ángulos clave de lo que abordarán
-Una vez que los colaboradores entregan su parte, Mario realiza un ejercicio de edición para que el texto esté bien integrado y no parezca una obra inconexa con el pensamientos de múltiples colaboradores.
El resultado puede verse en este texto sobre el ecosistema de la tecnología en África.
Once autores en una gran pieza de contenido para entender oportunidades de crecimiento en una de las regiones más ignoradas del mundo.
¿Hubo retribución económica? En aquel momento no, pero Mario ya trabaja en ello para hacer que además del no menor beneficio de impactar a una audiencia específica, se generen ingresos económicos para todos.
Aquí aprovecho para hacer una serie de preguntas sobre las que he insistido:
¿Deben televisoras y radiodifusoras seguir invitando a especialistas a comentar sobre un tema sin retribuirlos económicamente? Mi respuesta es no, dado que hoy esos especialistas tienen sus propias audiencias y posibilidades de monetización.
El supuesto alcance, si no se valida con un beneficio claro, no deja de ser meramente simbólico para quienes invierten algo de su tiempo atendiendo una invitación de este tipo.
¿Una persona que es entrevistada debería tener algún tipo de crédito sobre la pieza de contenido que se ha publicado?
Me parece que sí.
Así como en los créditos de un documental aparecen los nombres de quienes fueron entrevistados, y por tanto aportaron su versión y punto de vista de los hechos, tanto los formatos sonoros como los fundamentados en texto tendrían que reconocer esas aportaciones con algo más que la mención que se hace cuando se está citando un quote de esa persona.
¿Un podcast que se beneficia económicamente de tener entrevistados debería entregar algo de ese ingreso a los invitados?
Sí. El tiempo, el conocimiento y la audiencia de la persona invitada colaboraron con el éxito de ese episodio específico.
Por tanto, para tener una relación de equidad, tendría que haber una retribución a partir de los beneficios que se generen.
Omito, por supuesto, a autoridades, políticos y todos aquellos que tengan la responsabilidad de comparecer ante medios por su rol como servidores públicos.
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La colaboración como respuesta a la miopía periodística
Lo que se refleja en las calles ha de reflejarse en las redacciones y en las historias que entregamos a la audiencia.
Si la industria del entretenimiento ha trabajado para que sus grandes producciones incluyan perspectivas y existencias diversas, los medios en su cobertura de las historias también tendrían que trabajar sobre ello.
No sólo en el tema de proporción hombre/mujer, sino también en nuestros orígenes y sesgos al momento de contar una historia.
Para citar un ejemplo, detrás de las burbujas de los NFTs y las criptomonedas, como antes de los punto com, de los podcasts o de fuera cual fuera el tema en tendencia, está el hecho de que los entusiastas de las mismas burbujas no se preocuparon por incluir contrapesos en las narrativas que presentaban a sus audiencias.
A nivel medios, he escrito sobre la importancia de comenzar incluyendo a los propios periodistas, representantes de una industria y académicos en un espacio.
El periodista se encargará de registrar la información dura, de contextualizar y acudir a las fuentes que considere pertinentes.
El insider (experto/profesional de una industria) aportará una visión ultra especializada, de alto valor por vivirla y respirarla en el día a día, pero también con un sesgo delimitado por sus propias creencias y por lo que pueda o no beneficiar sus intereses.
El académico será el responsable de entregar una visión objetiva, mesurada y con datos de por medio sobre lo que se ha presentado.
Aquí profundizo:
Hace poco leía una declaración que decía que los medios no tendrían que concentrarse tanto en la utópica consecución de la objetividad, sino en la transparencia.
Y apelando a ello, hemos de reconocer que una sola persona no tiene ni todas las respuestas ni todos los ángulos para cubrir con justicia una historia.
Por eso lo que hace Grid con su formato 360 ha de ser replicado por los medios de comunicación.
Ahí, al estilo Mario Gabriele en The Generalist, periodistas y expertos de distintos sectores.
Como ejemplo, este texto en el que 5 reporteros distintos explican por qué la inflación se ha convertido en el principal problema económico de Estados Unidos.
Participan periodistas especializados en economía doméstica, el editor adjunto de la cobertura global de Grid, un reportero del medio ambiente, una más especializada en China y un periodista de datos.
Aquí escribí a fondo sobre Grid:
Algunas preguntas para finalizar:
-Así como hablamos de políticos desconectados de la realidad de la gente pobre, ¿estamos las redacciones cubriendo con empatía esas historias y necesidades?
-Una historia tiene múltiples historias que pueden desencadenarse. ¿Cómo hacer para que la audiencia tenga acceso a esas otras avenidas posibles para profundizar sobre las mismas?
-¿Cómo procurar una conversación granular en vez de una retroalimentación que se limite a que una persona diga si le gustó o no un artículo? ¿Acaso la retroalimentación más valiosa no viene del comentario o análisis sobre lo específico antes que sobre lo general?
-¿Cómo hacer para que en este entorno de competencia obsesiva sin que haya un gran negocio para nadie se desarrolle una dinámica de colaboración que abra puertas para todos?
La Web 1 quedó en el pasado.
La Web 2 se está yendo.
A los medios se les está haciendo tarde, muy tarde.
Colaborar y conversar, o morir sin escuchar.