Colaboración o intrascendencia, las opciones del periodismo
Storybakers:
Hoy toca decir una verdad que aunque conocida rara vez se comparte en público.
En el envío de ayer, consignamos que la mayor fuente de ingresos de los medios emprendedores son las subvenciones con un 32%.
De los 200 medios que participaron en el estudio realizado por Sembra Media, 100 eran latinoamericanos, 52 asiáticos y 49 de África.
Entre ellos, los medios latinoamericanos aparecieron como los más dependientes de este tipo de apoyos con un 37%, nueve puntos porcentuales más que lo registrado en el 2020.
Si el escenario es de por sí preocupante por implicar que el periodismo hoy es más visto como una responsabilidad social que como un servicio con posibilidades de sustentarse por cuenta propia
Es aún más preocupante si vamos a la trascendencia de ese dinero que están destinando fundaciones y organismos internacionales para sustentar el periodismo
En la mayoría de los casos, aunque nos duela, el dinero o se reparte entre medios altamente reconocidos que difícilmente harán algo nuevo con esos recursos (dado que no son cantidades que les cambien la vida)
O se reparte entre cientos de pequeños medios que realizando una actividad loable no alcanzan a penetrar de forma significativa en la sociedad.
Los esfuerzos individuales y de pequeños y medianos medios (PYMEDs) son honorables, plausibles y deben ser respaldados
Pero para en verdad alcanzar dimensiones que transforman la propia realidad del periodismo es urgente desarrollar un entorno colaborativo que unifique batallas en un megáfono que haga que las pequeñas luchas periodísticas se conviertan en verdaderos motores de cambio.
Eso que ha ocurrido con los Pandora Papers, con los Panama Papers y con los Facebook Papers, tendría que ocurrir de forma sistemática para atender las grandes causas que pueden impulsarse desde el periodismo.
No serán suficientes, por valientes que resulten, los pequeños esfuerzos locales y regionales.
Tampoco serán suficientes las cuatro, seis u ocho plumas que cada cierto tiempo ganan reconocimientos por su periodismo, uno que debiendo ser conocido por muchos, acaba siendo un periodismo ignorado por la mayoría.
Entre los pequeños y medianos medios, en particular aquellos con foco en el periodismo social, abundan las palmadas en grupos de WhatsApp, las celebraciones por los reconocimientos recibidos y por los pequeños avances.
Pero la gente en las calles no se da por enterada. Sus contenidos no se hacen virales. Los aplausos se dan sólo entre camaradas, entre compañeros de batalla.
No con miles de lectores necesarios para que ese periodismo valiente termine representando un llamado a la acción efectivo.
Las grandes historias periodísticas hay que consignarlas, hay que contarlas, pero también distribuirlas.
Si el periodismo latinoamericano independiente y emprendedor sigue actuando por cuenta propia o en redes de bajo alcance, el periodismo dejará inconclusa su tarea.
Sí, habrá información, pero sepultada en medios que carecen de la infraestructura para que ese mensaje llegue a donde tiene que llegar.
El periodismo social, por su impacto a escala, tiene que hallar la forma de trabajar bajo un modelo colaborativo permanente.
No entre sí, porque ni siquiera la suma de veinte medios pequeños marca diferencia, sino con marcas mediáticas poderosas que se comprometan a difundir, participar y construir ese periodismo que requerimos como sociedad.
Los premios, las becas, los apoyos son bienvenidos para un periodismo que sin ellos no podría defenderse.
Pero de seguir por el mismo camino, esas aportaciones acabarán siendo una estrella en la frente para los periodistas que viven de ello, pero será también un ejercicio insuficiente para que algo cambie.
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El problema de depender de Google
Si vemos los datos, el periodismo vuelve a estar comprometido.
Cuando no depende del poder político (gobierno), depende del poder tecnológico.
De acuerdo al mismo estudio, el principal benefactor independiente entre los medios emprendedores es Google con un 24%.
Es cierto que la mayoría de los medios apoyados sustentan sus causas en problemáticas locales o regionales, no en torno al poder tecnológico
Pero es igualmente cierto que hoy no se puede entender la lucha por el poder, la desinformación e incluso la crisis del periodismo sin los grandes imperios de Silicon Valley.
Por un lado, Google apoya con ingresos a estos pequeños y medianos medios.
Por el otro, su algoritmo de búsqueda privilegia al que tiene más manos moviendo los hilos detrás de los contenidos para ganar la batalla del posicionamiento
Hasta la fecha, Google no ha dado o no ha querido dar con la fórmula que le permita privilegiar el periodismo local o el periodismo independiente.
En el futuro, ha quedado claro con el modo en que Donald Trump fue silenciado por las redes sociales tras su teoría del complot electoral, los verdaderos gobiernos serán los tecnológicos.
Que el periodismo dependa de ellos para existir será tan dañino como siempre lo ha sido el depender del poder político.
Dicho de otra manera, hemos de encontrar otros caminos.
Son muchos los pequeños y medianos medios que ya aprendieron a vivir de subvenciones.
¿Plausible? sí; ¿suficiente? no.
¿Idóneo? Mucho menos
Web 3.0: el ahora o nunca del periodismo en sus posibilidades colaborativas
La Web 3.0 es tan reciente que se encuentra en esa etapa de tierra prometida que alguna vez fue el propio nacimiento de Internet.
Si antes se veía a la Web 1.0 como la carretera de la información para después descubrir que los seres humanos la convertimos en un vertedero de historias sin verificación
Y si la Web 2.0 prometía conectarnos, con Facebook como principal embajador, para después descubrir que el terreno de las redes sociales era propicio para separar, dividir e incentivar el odio
La Web 3.0 aparece como la que nos permitirá establecer acuerdos, invertir y colaborar sin la posibilidad de ser estafados y bajo una transparencia única en nuestra historia.
Por ahora es difícil ver el otro lado de la moneda.
Las DAOs (organizaciones autónomas descentralizadas) se apuntan desde ya como la forma que deberá abrazar el periodismo para seguir dando batalla
Idealmente, una batalla que en verdad trascienda y que no se quede con un buen periodismo para apenas un puñado de lectores.
Ante la nueva Web y ante los desafíos que afrontamos, el periodismo debe no sólo concentrarse en cómo producir contenido, sino también en cómo organizarse para que los golpes sean efectivos.
Sonará excesivo, pero el periodismo ha de encargarse de estar ahí donde todos están para que se den por enterados.
Como El Profesor en la Casa de Papel cuando hackea miles de pantallas a nivel mundial para dar a conocer su mensaje.
O como en V for Vendetta.
El periodismo, por su naturaleza de sacar a la luz aquello que se mantiene oculto, tiene algo de rebelde, de guerrillero.
Esa guerrilla tiene que organizarse o morirá de subvenciones que en algunos casos serán suficientes para hacer periodismo, pero no para que ese periodismo trascienda.
¿Cómo combatir la deshumanización de los medios?
En Panmedials, los medios de la pandemia, hablo a profundidad del impulso que los medios de comunicación han de dar a sus periodistas y autores para que se establezcan relaciones de persona a persona con su comunidad. De lo contrario, continuarán teniendo audiencias anónimas, escasamente interesadas en establecer una relación duradera y comprometida con el medio en cuestión.
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