¿Comienza una nueva era para las noticias?
CNN apuesta por la lectura de noticias en tiempos de protagonismo excesivo de las marcas personales
Storybakers:
Quiero darles las gracias por la relevancia dada a “los 17 muertos de los medios”, envío que fue mencionado en televisión, leído en programas de radio y retomado por periodistas a los que aprecio y respeto.
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Algunas novedades:
1) Canal de YouTube: Me he propuesto para 2022 producir cada vez más material en video. Concentraré todo, tanto lo relacionado a Story Baker como materiales adicionales, en un canal bajo mi propio nombre.
He comenzado con una versión extendida de los 17 muertos de los medios, pero mi idea es que ese espacio sea no sólo de medios y contenidos, sino también de creatividad, emprendimiento, aprendizaje, impacto de la tecnología en la sociedad, metaverso, Web 3 y la Creator Economy.
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2.- Linkedin en la Creator Economy:
En el nuevo episodio de The Coffee platico con Daniel Markovits, Creator Manager de Linkedin, quien me comparte cuáles son las apuestas estratégicas de la plataforma para atraer a los creadores de contenido referentes en sectores B2B.
Escucha aquí el episodio:
Medios y periodistas, una relación complicada
Juguemos con las formas:
1) Medios vs periodistas
2) Medios empleando periodistas
3) Medios aliados con periodistas Cada una tiene sus implicaciones y sus devotos.
La Creator Economy, que como lo he dicho es también la Journalist Economy, ha provocado que en distintos mercados de avanzada, particularmente Estados Unidos y Europa, sean cada vez más los periodistas que dicen ser mucho más que los medios en que trabajan.
Los newsletters, los podcasts y los streams en Twitch se han convertido en ese escenario de independencia que periodistas y comentaristas han encontrado para decirse que no necesitan a los medios.
Que ellos, con su propia marca y sus comunidades, pueden ser dueños de su propio negocio y, por tanto, de su propio tiempo y de sus propias decisiones.
Esa percepción, además, gana aún más adeptos cuando se conoce que entre Millennials y Generación Z, en particular en esta última, la tendencia de confiar mucho más en las marcas personales que en las corporaciones será la máxima.
En una época en que a los creadores de historias, rubro en el que están incluidos los periodistas, se les paga por desarrollo de propiedad intelectual, carece de sentido que un solo sueldo incluya todas las manifestaciones creativas, artísticas y profesionales posibles por parte de una persona.
Como alguien que optó por el camino de la independencia absoluta he sido abierto sobre mi optimismo en torno a la Creator Economy, pero he sido transparente sobre las consecuencias que está trayendo la individualización del ejercicio periodístico.
Aquí resumo algunas de ellas:
1) El periodismo melodrama:
El periodista, impulsado por el deseo de afianzar su marca personal, se encuentra ante la tentación constante de construir una narrativa que lo coloque en un rol protagónico sobre las historias que genere.
Sus publicaciones no incluyen sólo el resultado de ese trabajo, sino también una exposición excesiva en todas las redes y bajo cualquier argumento con tal de que se le apunte como el autor de eso que, idealmente para él o ella, se terminará haciendo viral.
El periodismo melodrama no es distinto a los titulares y posteos emocionales de los medios para conseguir buenos resultados en redes sociales.
Ambos han concluido que en la era de los algoritmos el alcance se obtiene extremando posturas, ya sea en la aproximación a la historia o en el modo en que esa persona que hizo el contenido se presenta como protagonista ante la audiencia.
2. Erosión del trabajo en equipo:
No se puede generalizar. En Estados Unidos, por ejemplo, Sidechannel es un ejemplo colaborativo entre grandes periodistas y creadores de contenido que decidieron, más allá de sus publicaciones independientes, tener un espacio común en Discord.
Pero dejando de lado esas colaboraciones, el trabajo colectivo entre creadores se ha vuelto cada vez más complejo a partir del entendimiento de cada uno de ellos sobre sus posibilidades de hacer dinero y de crear su propia comunidad, lo que lleva a que una batalla que antes se zanjaba con los créditos que correspondieran, sea ahora un tema y pensamiento constante sobre quién da más y sobre nuevas y potenciales vías de independencia adicional para no tener que compartir los ingresos del trabajo creado.
En la Creator Economy, tu aliado de hoy es tu potencial competidor en el futuro cercano.
La dinámica de frenemies se ha metido a las redacciones y, peor aún, a nuestra cabeza.
3.- Firma mata historia: en la era de la individualización del periodismo, el autor se hace cada vez más relevante que aquello que está contando.
Si para efectos de consumo cuestionamos que los lectores estén esperando encontrar contenido que no haga más que darles la razón en ideas preestablecidas, para efectos de creación la dinámica es semejante: si eres este periodista, te creo. Si eres este otro periodista, no te creo.
Podemos pensar que aquello refiere a la trayectoria de cada uno, lo que ha estado siempre presente, pero en el fondo va cada vez más de afinidades emocionales que de exigencias periodísticas.
Sobre el apogeo del periodismo de autor visto desde la que es quizás la única faceta negativa que se le puede encontrar influyen no sólo el movimiento económico de independencia en el que se enmarca la Creator Economy, sino también el modo en que los algoritmos operan y la emocionalidad de una audiencia que en algún momento decidió que la objetividad, de por sí utópica, debía irse al garete.
4) El marketing detrás del periodismo:
Lo complejo para el periodista hoy en día es hasta dónde deben permitirse estrategias de posicionamiento y cuándo ha sido suficiente.
Ese dilema lo mismo se presenta en medios pequeños que no tienen el presupuesto suficiente para retener a sus talentos que en medios tan grandes como el New York Times o el Washington Post, donde a diario se preguntan dónde empieza la marca personal de sus periodistas y dónde termina.
Ningún caso tan icónico como el de Taylor Lorenz, que así como es reconocida por una audiencia joven, que incluye más de 500 mil seguidores en Tik Tok para su cuenta personal, es señalada por sus propios ex-compañeros de “querer llamar la atención” y de incurrir en la búsqueda de un protagonismo excesivo con tal de seguir construyendo su audiencia.
Lorenz se defiende en redes sociales argumentando que hoy es un suicidio para un periodista dejar de pensar en su marca personal.
También asegura que como una mujer periodista joven, no egresada de una Ivy League, no le ha quedado otro camino que priorizar su marca personal y defenderse abiertamente de la presión que distintos referentes de Silicon Valley han ejercido sobre ella, como la conocida disputa que ha tenido desde hace tiempo con Marc Andreessen.
Hoy Lorenz lleva su estilo y audiencia al Washington Post mientras provoca que desde el New York Times sigan quebrándose la cabeza intentando comprender cómo el futuro del periodismo corporativo ha de lidiar con el presente de las marcas individuales periodísticas.
5.- Editorialización mata información:
La era de Donald Trump y gobernantes semejantes alrededor del mundo coincidió con los periodistas entendidos como marcas personales.
Ese encuentro en el tiempo, combinado una vez más con los algoritmos, llevó a que medios y periodistas optaran por extremar sus posturas para hacerse relevantes y, de paso, ser abiertos sobre sus filias y sus fobias, habitualmente vinculadas a intereses económicos y políticos.
Durante los últimos años hemos hablado del fin de la consignación como oportunidad de posicionamiento para hablar del apogeo de la editorialización, pero ahora mismo desde CNN se plantean si no habría que pensar en dar marcha atrás a ese postulado.
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Desde el metaverso: el futuro de nuestra existencia digital
¿Por qué CNN se plantea volver a ser una cadena enfocada a la consignación y la producción de noticias?
La era digital ha demostrado una máxima de vida: todo se abre y se cierra en determinado momento.
De la televisión de cable que reunía una serie de canales pasamos a la independización por medio de plataformas de streaming para al final, en un futuro no tan lejano, ver a esas plataformas consolidándose en unas cuentas.
De la existencia de múltiples aplicaciones con distintos fines estamos llegando a la consolidación de las súper apps, para que en vez de diluir esfuerzos, podamos concentrarnos en una sola.
La Creator Economy, y por tanto la Journalist Economy, terminará tarde o temprano con la misma inercia: periodistas independientes agrupándose con nuevas o viejas instituciones de medios para ofrecer programas de suscripción con mayor valor agregado para la audiencia.
Esos momentos de apertura y cierre, de apogeo y obsolescencia, también están por llegar a la generación de noticias y al modo en que se posicionan los medios de comunicación.
El primero en planear hacerlo, cuando menos a partir de lo que ha podido saberse, será CNN.
Cuenta Dylan Byers en Puck que en el contexto de la salida de Jeff Zucker se han realizado una serie de preguntas retóricas que pueden resumirse básicamente en cuestionarse si en verdad fue un acierto para CNN haberse posicionado como un adversario del gobierno de Donald Trump o si a cambio de ese beneficio inmediato había una lenta pero progresiva afectación a la marca CNN.
Para muchos, incluyendo a los principales accionistas de Discovery en la próxima fusión con Warner, CNN tiene que volver ser el líder mundial en noticias, entendiendo con esto que se buscará que haya menos opinión y protagonismo de sus talentos a cuadro y más relevancia a la consignación de noticias, rubro en el que CNN es aún el más fuerte del mundo gracias a su red de corresponsales.
Esta propuesta, que tendrá como comandante supremo a Chris Licht, va en contrasentido del protagonismo que tanto disfrutan los periodistas y presentadores en la actualidad.
¿Estamos llegando a un punto de inflexión en la individualización del periodismo?
Vuelvo a insistir en mi opinión favorable sobre los efectos de la Creator Economy, pero he de reconocer lo positivo que sería encontrar una aproximación al periodismo menos pasional y más basada en los hechos.
¿En verdad el boom de las marcas personales de los periodistas ha traído una mejor cobertura de la guerra?
¿Es responsable que en streams de 9, 10 u 11 horas de duración se difundan fake news con la simple disculpa de que a cualquiera que esté solo durante una transmisión de semejante duración se le terminará yendo algo que no es preciso?
¿Y si así como ahora tenemos la certeza de no poder pagar por tantas plataformas de streaming nos estamos acercando a un punto en el que sobran opiniones y falta contexto?
El periodismo, como cualquier historia, necesita estrategias de distribución y, por tanto, de marketing.
El trabajo no habla por sí solo salvo que se llegue a los ojos correctos.
Y está aquí el punto clave del balance entre las marcas personales de los periodistas y los medios.
Un periodista ha de ser visto como el autor de ese trabajo, pero debe ser por la sustancia de ese trabajo por lo que sea reconocido, no por sus peleas, diferencias y posicionamientos en redes sociales.
En la era de la desinformación, separar la opinión de la emisión de noticias representa una oportunidad de transparencia que la sociedad necesita.
De las tres opciones, me quedo con la de medios y periodistas trabajando juntos.
Falta que ambos permitan que el periodismo le gane al marketing y a la ambición.