¿Cómo trabajarán medios y periodistas después de Facebook?
Costos, implicaciones y revoluciones de la individualización del periodismo en la Creator Economy que es también la Journalist Economy
Storybakers:
El anuncio ha caído como bomba al interior de los medios de comunicación.
Como lo escribí antes que en cualquier otro medio o espacio a nivel mundial, Facebook ha decidido abandonar su interés por los medios de comunicación tal como están constituidos para concentrarse en los creadores de contenido.
Irá antes que todo por el video.
En particular por el video corto.
Lo hará en detrimento del texto.
Lo hará también en detrimento de los apoyos económicos a medios de comunicación para acelerar su transformación digital.
Si llegaste hasta acá y aún no sabes de qué te hablo, te recomiendo que leas la primera parte de este envío. (Si ya la leíste, sigue adelante)
Ahora hagámonos una pregunta: ¿Que Facebook abandone a los medios significa que abandone al periodismo?
No, significa que su foco estará en esfuerzos de creadores particulares, incluyendo aquellos que hagan periodismo.
Y esos esfuerzos podrían o no estar enmarcados por un colectivo o por una organización.
La decisión de Facebook marca un parteaguas para la industria.
Es la primera ocasión en que se oficializa con tal contundencia que el ejercicio periodística podría prevalecer sin los medios de comunicación.
La Creator Economy pretende democratizar las posibilidades que tiene cada ser humano de vivir de su obra.
Como derivado, con las redes y nuevos formatos como oportunidad para crear audiencias personales, la Journalist Economy democratiza las posibilidades que tiene un periodista de vivir de su trabajo sin tener que pasar por un medio de comunicación.
El periodismo hecho por individuos puede ser igual o más valioso que el que hacen organizaciones periodísticas.
El de Johnny Harrys para sus más de 2.4 millones de suscriptores es muy superior al que hacen medios volcados a satisfacer a Google.
Para comprobarlo se necesita menos de un minuto de reproducción de este video.
El trabajo que hace Cleo Abram en sus canales de Tik Tok y YouTube es más valioso que lo que hacen los medios en español esperando que el mismo que reseña gadgets profundice en las grandes implicaciones de la tecnología en la sociedad.
Compruébalo, de nuevo, en cuestión de segundos.
Si nos vamos al texto, que es donde se concentra la gran mayoría de los esfuerzos de producción de los medios en digital, el veredicto es el mismo.
Mario Gabriele, que no es ni siquiera periodista, entrega un contenido más profundo que el de casi cualquier medio de comunicación especializado en negocio.
¿Cómo si no entender que él explicara mejor que nadie el modelo de negocio de Red Bull?
La independización del periodista no significa la erosión definitiva del periodismo.
Y no, tampoco tiene que significar la muerte de los medios de comunicación.
Pero para que así sea han de cambiar algunas cosas.
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El obligado replanteamiento de las relaciones contractuales entre medios y periodistas
Hasta antes de digital, los acuerdos entre medios y periodistas consistían básicamente en tres tipos de acuerdos:
1.- Presentador televisivo-radiofónico:
Contexto: Se trata de los acuerdos mejor pagados.
Un medio contrata a una figura mediática para que sea la cara de una emisión particular dentro de una televisora o radiodifusora.
Encaja en la Creator Economy porque da un peso específico al poder de la marca personal en relación a una audiencia.
Hasta antes de las redes sociales, el presentador entendía que su trabajo consistía en entregar los mejores niveles de audiencia a esa televisora o radiodifusora que lo contratara.
La audiencia, aunque movida o no en parte por lo que como producto pudiera significar el presentador, pertenecía al medio que transmitía esa producción.
A este tipo de periodista/presentador se le paga por emisiones específicas, por lo que entiende que su trabajo comienza y finaliza en un producto o formato particular.
Básicamente uno o varios programas de radio y televisión.
El problema:
Pese a seguir siendo notablemente remunerado por su labor, el presentador no se conforma con la paga recibida que antes le parecía bien para concentrarse en esa audiencia y producción.
En cambio, desarrolla su propia audiencia pensando en hacer negocio adicional, incluso a costa del presupuesto de anunciantes que antes iba a dar a las arcas de los medios que pagan por sus servicios.
Para él es dinero nuevo. En la práctica, esas supuestas nuevas ganancias son dinero que el medio que le paga ha dejado de percibir.
El periodista, por tanto, recibe el mismo dinero acordado con el medio, pero éste factura menos porque el periodista, en cierto modo, le hace competencia.
En la era de las historias líquidas, donde la presencia en redes sociales es clave para fomentar conversación y atraer audiencia hacia el producto principal, este presentador o talento se niega a participar en otro formato que no sea el del show radiofónico o televisivo estipulado en su contrato.
Se niega pese a que sí que está dispuesto a hacerlo para sus cuentas personales.
Se niega pese a que hoy resulta evidente que ningún formato de contenido nace y muere en la misma plataforma.
El suyo es aún un compromiso de formato antes que de concepto.
Y eso entorpece no sólo la distribución del producto por el que se le paga sino también las oportunidades de monetización.
La solución
No existe una solución universal, pero si algunos puntos de partida.
1) Exclusividad:
Corresponde a cada periodista/presentador decidir si es algo que le conviene, pero los medios han de poner sobre la mesa acuerdos que contemplen la monetización de la audiencia personal de esos periodistas, ya sea a través de un revenue share, con bonificaciones cada cierto tiempo o simple y sencillamente con la asignación de un sueldo que satisfaga al periodista como para que decida ser exclusivo de un medio de comunicación.
Por exclusividad no me refiero a que el periodista no pueda publicar un libro o lanzar un documental, sí a que las redes, que es donde se produce un potencial conflicto de intereses entre su audiencia y la del medio, sean del interés común tanto del medio como del periodista en cuestión durante el tiempo que trabajen en conjunto.
¿De quién debe ser la audiencia de las redes del periodista una vez que éste se vaya? Del periodista. La inversión realizada por un medio para contribuir al crecimiento de las redes de ese periodista tendrá que haber encontrado su retorno en el lapso de trabajo conjunto.
Y, por supuesto, habrá que encontrar los candados específicos para que no se produzca el abuso de ninguna de las partes.
En caso de que no haya exclusividad, tendrán que especificarse las libertades y prohibiciones
2) Concepto antes que formato:
Un acuerdo entre un periodista de este tipo y un medio deberá incluir un entendimiento de concepto antes que de formato.
Un periodista/presentador, como cualquier actor o futbolista, que se niega a formar parte de otros esfuerzos promocionales y de extensión tanto de negocio como de distribución, atenta contra el negocio y contra la propia creación de una audiencia en múltiples espacios.
Esta extensión puede o no incluir ingresos adicionales para el presentador/periodista, todo dependiendo del tipo de condiciones que se establezcan entre ambas partes.
2.- Periodista de medio escrito:
El contexto:
Este tipo de acuerdos son los que más han llevado al periodismo a asumirse como una industria mal pagada.
Dicho de forma clara, aunque a riesgo de sonar un tanto insensible, podríamos referirnos al sector obrero de los medios.
Personas que hacen por cantidad antes que por producto.
Se les paga tiempo completo para que hagan lo que se les pida.
Esa paga tiempo completo suele satisfacer más una necesidad que una convicción.
Dado que no tienen un posicionamiento claro como autores/presentadores, se espera de ellos que hagan lo que se les pida durante su jornada laboral, sin que importe mayormente el apego a la función que se indica en el contrato.
El problema:
Este tipo de acuerdos serán cada vez menos atractivos para verdaderos talentos.
Si bien existen algunos sectores bien pagados que encajan en esta categoría, como los de gestión de audiencias o los de optimización de buscadores, en términos generales este tipo de acuerdos será desdeñado por la gran mayoría de periodistas con ambiciones.
En Panmedials, los medios de la pandemia, escribo que así como en Netflix impulsan la llamada densidad de talento, en los medios se gesta la porosidad de talento, que lleva a que sean cada vez más los periodistas de alto valor que deciden descartar ser parte del día a día de un medio de comunicación.
Aquí entra una pregunta sobre la que no he encontrado consenso aunque sí que tengo una opinión.
Si a esa persona que ha sido contratada como redactora se le pide que además de redactar notas haga un podcast que tiene un ingreso adicional, ¿tendría que pagársele algo adicional por ello?
Diría que depende.
Si es, por ejemplo, un podcast sobre el que aún no hay ningún tipo de ingreso garantizado y se trata de una prueba, sería natural que no hubiera un pago adicional por ello.
Pero si en cambio, el medio de comunicación contrata a un par de hosts reconocidos, prepara una estrategia de difusión especial que incluye inversión en otros espacios y cierra acuerdos con un anunciante o plataforma, todos los involucrados deberían verse beneficiados, incluyendo ese redactor que sin previo aviso ha sido convertido en guionista.
La solución:
a) Diferenciar entre contenido y producto:
A los medios de comunicación les corresponde entender de una vez por todas la distinción entre una pieza suelta, que nace y muere al instante, y un producto.
Si más allá de su contrato, a una persona se le pide que haga algo que constituya total o parcialmente un producto, esa persona deberá ser remunerada en consecuencia.
Esa remuneración puede estar garantizada o bien sujeta a que se generen determinados ingresos.
Aceptemos que como industria se ve muy mal que al frente del micrófono coloquemos a un talento bien pagado y tras bambalinas utilicemos talento mal pagado que hará que el externo que ha sido contratado termine brillando y haciendo un buen negocio.
b) Contratos variables:
La realidad de los medios hoy es cambiante.
Definir el perfil de un puesto es cada vez más complicado.
El periodista empleado en ocasiones tendría que agradecer que se le asignen otras funciones, pues es posible que aquello por lo que fue contratado haya quedado en desuso.
A ese respecto, ha de reconocerse que las empresas se encuentran desprotegidas y son severamente castigadas, pues frente a las grandes transformaciones de su industria, no existen regulaciones que les permitan cerrar una etapa y abrirse a la otra sin tener que sangrar sus finanzas.
Corresponderá a los equipos legales, comenzando por los propios gobiernos, desarrollar una infraestructura de negociación mucho más líquida y viva para todos.
Es por el bien de la economía, de las organizaciones y de los individuos.
-Colaborador:
El contexto:
Es el acuerdo más básico, pero también en muchos sentidos el que será más funcional tanto para medios como para periodistas hacia delante.
Consiste básicamente en realizar una obra por encargo a un periodista para determinado medio o publicación.
El compromiso de ambas partes se construye a partir de la especificidad, donde se señala exactamente qué es lo que se espera de ambas partes.
El problema:
Las organizaciones de medios han reducido al mínimo sus presupuestos para colaboradores externos.
Frente al abaratamiento en la producción de contenidos, esta modalidad que tanto se utilizaba en revistas, e incluso en diarios, ha quedado en desuso para promover que sean las mismas manos de la redacción las que hagan la mayoría del trabajo.
Este abaratamiento ha derivado en la deshumanización de los medios.
En pleno apogeo del reconocimiento al individuo, los medios se esmeraron en invisibilizar a los autores, ya fuera por la propia conciencia de que no estaban realizando una aportación que valiera la pena resaltar, o bien porque fueron incapaces de comprender el valor de fortalecer a la persona que estaba firmando sus contenidos.
La solución:
Operación fija ligera+colaboradores premium:
Cada vez más los medios de comunicación deberán optar por estructuras livianas acompañadas de talento al que se acude cada que la estrategia y la audiencia así lo demanden.
Retina, de acuerdo a lo que me señala su director Jaime García Cantero, apuesta por una estructura de este tipo.
El consumo de los usuarios es cada vez más dinámica, no tanto por categoría, sino por necesidades híper especializadas.
A este respecto, los convenios tendrán que ser claros, específicos y vivos, reconociendo tanto la individualidad de los periodistas como creadores, como el poder de las organizaciones para distribuir, monetizar y consolidar una propiedad intelectual.
Cierro con algunas premisas:
Hoy un medio no tiene que informar en todo momento, tiene que hacerlo sólo cuando tiene algo diferenciado que aportar.
Hoy la audiencia no necesita el qué, necesita contextualización, y para eso se necesitan especialistas, esos que por cuestiones de número no podrán o querrán trabajar 24/7 en un medio
La información está comoditizada en la industria; los grandes productos, en cambio, escasean
Los acuerdos entre medios y periodistas tienen que dejar de ser una plantilla preestablecida.
En la era del periodista como creador, los medios habrán de tratarlos como individuos con capacidades específicas.
No es lo mismo negociar con George Lucas que con Steven Spielberg.
Tampoco es lo mismo hacerlo con Cleo Abram que con Taylor Lorenz.
No es soberbia, es el reconocimiento a una prometedora era para los medios: la de la propiedad intelectual antes que la de la información.
Bien entendidos estos nuevos tiempos podrían terminar siendo un mejor negocio para todos.
No es lo mismo la maquila que la artesanía.
No es lo mismo la nota informativa que el producto.
Los periodistas son creadores.
Los medios son plataformas para creadores.
Corresponde a ambos encontrar sus puntos de encuentro.