De Silicon Valley a los medios: no es nada personal, son negocios
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Nota del autor: Ya se encuentra disponible el séptimo episodio de La Sociedad del Contenido.
En este episodio platico con Andrés Medina (Rana Fonk), quien se encargó de producir Blacky Stream, el primer canal de streaming en México que aspira a replicar el éxito de modelos como el de Luzu, OLGA y Gelatina en Argentina.
Storybakers:
Las imágenes valen más que las palabras.
Incluso frente a una metralleta retórica como Donald Trump en su regreso a la Casa Blanca.
La toma de posesión de Donald Trump en su versión 2.0 ha dejado imágenes que representan el nuevo mundo.
Ha entregado el poder a los nuevos gobiernos.
A los multimillonarios que dominan el mundo.
Comenzando por Trump, pero enfatizando esa nueva realidad con la presencia de todos y cada uno de los grandes magnates tecnológicos de nuestros tiempos.
Todos se alinearon.
Todos estuvieron ahí con una sonrisa en el rostro.
Todos tuvieron ese plus one que no les fue dado ni siquiera a miembros del gabinete de Donald Trump para la toma de posesión.
Esa misma alineación gráfica se ha producido en los hechos.
Mark Zuckerberg traicionó como un político cualquiera su cambio de postura respeto a la moderación, el respeto y la verificación de información.
Con Joe Rogan, como explica Steven Levy en una entrevista para Wired, llega incluso a mencionar que es necesario defender la masculinidad en la cultura corporativa.
La entrevista que es más bien una plática a modo dura más de dos horas con cincuenta minutos.
En ningún momento, Joe Rogan le pregunta a Mark Zuckerberg si su nuevo modo de entender las interacciones sociales y el deber ser de su plataforma pasa por alinearse a la postura de Donald Trump como presidente de Estados Unidos.
Lo de Elon Musk no sorprende.
Desde antes de ser visto como el nuevo gran amigo de Donald Trump defendía un discurso incluso más extremo que el del propio presidente de Estados Unidos.
Lo que sí que revienta paradigmas e ilustra realidades fue su oportunidad de dar un discurso y de coronarlo con un saludo que por muchos fue interpretado como un guiño a la Alemania Nazi.
Jeff Bezos también estuvo ahí.
Lo hace para quedar bien con el presidente de Estados Unidos aunque de por medio vaya la estabilidad corporativa en el Washington Post.
Al día de hoy nadie se compra la nueva misión del Washington Post.
Esa que dice “Riveting Storytelling for All America”.
Una utopía en tiempos de polarización.
Una fantasía en la que ni el propio Bezos cree.
Pero un pretexto perfecto para justificar el porqué de ese dar marcha atrás a la publicación del endorsement para Kamala Harris.
Todo lo mencionado tendría que ser suficiente para el asombro.
Sin embargo, lo verdaderamente trascendente es la confirmación de que los magnates tecnológicos son los nuevos grandes poderes políticos a nivel mundial.
Para Trump, Elon Musk y Mark Zuckerberg resultan aún más prioritarios que los mandatarios de sus principales socios comerciales.
Para el mundo, la presencia de dichos multimillonarios es aún más notable y hasta atractiva que la de cualquier presidente.
Sus gobiernos, además, carecen de fronteras.
Nos conocen mejor que nadie.
Moldean nuevas realidades a partir de algoritmos que pasaron de prometer una objetividad basada en la participación humana a habilitar el libre flujo de información sin que importe si se trata de un hecho, de una opinión o de una mentira.
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha sido el fuera máscaras de los poderes tecnológicos como los nuevos gobiernos.
No coincide con Steven Levy cuando asegura que Mark Zuckerberg le dio la espalda a los medios.
Tampoco, por añadidura, con que Bezos ha traicionado su compromiso con el Washington Post.
Ambos son como cualquier político dispuesto a lo que sea con tal de alinearse a lo que les conviene en un momento determinado.
No es que Mark Zuckerberg haya dejado de ser woke.
En realidad nunca lo fue.
Como tampoco es por fuerza un misógino racista.
No es que a Jeff Bezos le importara el endorsement hasta que comprendió que aquello no le convenía.
En el nuevo organigrama mundial, las tecnológicas son el nuevo poder.
Y ya se encargarán de ir hacia donde más les convenga.
Los medios y el periodismo habrán de entender que no es nada personal.
Que hoy son ellos los afectados.
Como también lo serán otros en el futuro.
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