Donald Trump 2.0: Los medios, de árbitros a espectadores activos
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Storybakers:
Empiezan los tiempos más desafiantes para el periodismo.
No sólo porque Donald Trump vuelve a La Casa Blanca con una versión más extrema y reforzada.
También porque en el camino ha encontrado en Elon Musk a ese aliado que le pavimentó el camino.
Y porque sometidos a esa tela de juicio permanente en que los envuelven los gobernantes, los medios enfrentan al poder tecnológico habido y por haber.
A sus ya de por sí complejas e inequitativas batallas frente a Google y Meta, se suma este año la permanente interrogante sobre cómo harán los medios para conciliar intereses con los motores de inteligencia artificial.
Son demasiados frentes para una industria en crisis permanente.
Nunca como ahora había quedado tan claro que los medios tal como los conocemos están en peligro de muerte.
Las grandes cabeceras no son más prioridad de los políticos.
Los demócratas en Estados Unidos, por ejemplo, no se han pasado los días preguntándose cómo hacer para tener una mejor cobertura desde el NYT, CNN, el Washington Post o el New York Times.
Su mayor reflexión se fundamenta en cómo diseñar un ecosistema de medios semejante al de los republicanos.
Uno con voces tan visibles como Joe Rogan o el propio Elon Musk.
Uno con caras antes que corporaciones sujetas a múltiples intereses.
Los demócratas no piensan en resucitar el prestigio perdido de CNN.
Piensan en replicar el llamado MAGA Media.
En los años por venir, aunque nos guste creer lo contrario, no será la consignación de hechos a partir del periodismo el que determine el porvenir del mundo social y político.
Será el criterio de la sociedad el que lo determine.
Quizás a la larga sea mejor para los medios.
A estas alturas queda claro que no cuentan con el poder por sí mismos para cambiar el estado actual del mundo.
De poco sirve el periodismo si la sociedad deja en visto el peso de lo que se está documentando.
Frente a esa realidad ineludible, el espacio de esperanza que queda es que la sociedad aprenda y reflexione sobre sus propios excesos.
Que ya en plena libertad de consumir lo que quiera y con algoritmos que la llevan a escuchar lo que quiere, llegue a la conclusión de lo mucho que anda mal en nuestros días.
A los medios en estos años no les corresponderá tanto ser árbitros como espectadores activos.
De esos que levantan la mano para cuestionar.
De esos que hacen ruido.
De esos que incomodan al poder.
Pero espectadores a final de cuentas.
Porque frente a la destrucción de la credibilidad periodística en torno a las corporaciones un verdadero cambio de timón sólo parece posible si la mayoría de la población a nivel local, nacional y universal así lo decide.
En este rol de poder reducido, puede que los medios no estén tan expuestos.
Puede incluso que la sociedad los termine valorando algo más.
Pero esa es sólo una pequeña posibilidad en medio de tanto que podría salir mal.
Este 20 de enero inician los tiempos más desafiantes para la historia contemporánea de los medios y el periodismo.
El tiempo dirá si la sociedad da marcha atrás.
O si esto que ha comenzado se convierte en la constante en el porvenir.
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