Donald Trump y la plataformización definitiva de los medios
¿Qué pasaría si un día se acabarán las redes sociales?
Storybakers:
Antes de ir al envío de hoy quiero agradecerles por la extraordinaria respuesta al taller de nuevas narrativas para periodistas que organiza Story Baker Academy en alianza con la Sociedad Interamericana de Prensa.
Si aún no se registran, aún están a tiempo de hacerlo para participar este martes y miércoles en las sesiones con César Fajardo, Isis García, Fernando Benavides y yo.
Pueden registrarse aquí
Donald Trump ha lanzado su propia red social.
Se llama Truth Social, está disponible en iOS y pronto estará disponible para Android.
Los medios consignan el hecho con algo de sarcasmo, un tanto escépticos del alcance que podría tener.
Pero en el fondo, Trump tiene mucho que enseñar a los medios.
Si en su momento fue un imán de suscriptores para los medios por la amenaza que representaba a la libertad de expresión, ahora hemos de reconocerlo como una figura que en términos de creación de comunidad tiene mucho que decir.
Lo más probable es que Truth Social no termine alcanzando en número de usuarios a Twitter, a Facebook, o a YouTube.
Que gran parte de lo que ahí se diga y se comparta (a través del Retruth, el equivalente al retuit en la plataforma de Trump) no trascienda a las dimensiones de lo que solemos conocer como viralidad.
Pero Trump, con un discurso convincente para un amplio sector de la población estadounidense, con una visión definida, de renuncia evidente a pensar en la utopía de convencer a todos, puede dar por hecho que en Truth Social tendrá una comunidad viva, un activo fijo que lo mismo le permitirá seguir jugando su particular partida de ajedrez político que encontrar aliados en su nuevo emprendimiento social y mediático.
Con Truth Social, Trump construye en simultáneo un escaparate estratégico para mantenerse como un jugador clave entre los republicanos y una plataforma desde la que le sería posible lanzar verticales con creadores afines a él como sus máximos representantes.
Más de un año después de haber sido apagado en redes, Trump ha creado su red social como respuesta.
Hoy nadie duda que habrá millones de personas que lo acompañen: ¿podrían decir lo mismo los medios si un día les apagarán las redes sociales?
La respuesta, en la gran mayoría de los casos, sería que no.
A menos que seas Barstool Sports y te hayas encargado de crear auténticamente una marca que tiene la capacidad de ir más allá de las audiencias en redes sociales.
O el New York Times y su posicionamiento como el no va más del periodismo desde 1851.
O Ben Thompson que construyó para sí su propio círculo de influencia con Stratechery sin que lo que pase en las redes le repercuta mayormente.
Durante mucho tiempo los medios desestimaron el valor de la relación con su audiencia.
Percibieron a sus usuarios como números que tenían que ir siempre en ascenso para impactar en los media kits, tener ingresos por vía programática y poder salir a anunciar números tan absurdos.
Esta época del alcance por el alcance mismo tiene como botones de muestra las valuaciones de 5.7 mil millones de dólares que en el 2017 alcanzara Vice o la de 1.5 mil millones de dólares de Buzzfeed en el 2015, misma cifra con la que siete años más tarde, y con Complex incluido vía una SPAC, tuviera un desafortunado debut como empresa pública.
Los medios hoy, aún sin que les apaguen las redes, tendrían que pensar en audiencia propietaria, en formación de comunidades y en percibirse a sí mismos como plataformas.
Truth Social de Donald Trump es todo eso.
Una audiencia compuesta por 74 millones de votantes.
Una comunidad que comparte, más allá de si comulgamos o no con él, una forma de concebir lo que quieren como sociedad.
Y una plataforma diseñada para que esas voces se escuchen sin que, en ese contexto, afecte mayormente lo que ocurre en otras redes sociales.
Una audiencia propietaria, que de forma natural deriva en comunidad, pasa tiempo en la plataforma de ese creador (Trump, un podcaster, un youtuber o un medio de comunicación), interactúa con ese creador y con el resto de los miembros que forman parte.
Una plataforma con ideales compartidos es como una reunión agendada en la que sabes a qué vas, qué puedes hacer y con quiénes puedes dialogar.
Durante años, lo escribo en Panmedials, los medios fueron un pisa y corre incidental.
Distracciones pasajeras para usuarios que en realidad iban a otro destino, ya fuera una red social, una plataforma de streaming o la continuación de una plática a través de mensajería instantánea.
Para efectos del consumo en digital, los medios éramos más el ruido de la plaza pública que el espacio tranquilo que debimos reservar para los usuarios.
En la era del alcance a costa de lo que fuera, como lo ha descrito recientemente Brian Morrisey en su newsletter, los medios gritábamos exigiendo atención en vez de trabajar por ser los destinos en los que la gente quisiera parar por un rato, consumir contenido, entretenerse, socializar e irse con deseos de volver.
Truth Social, guste o no, será un espacio de libertad y expresión para la gente que piensa como Donald Trump.
Gente que, de nuevo, nos guste o no, tiene derecho a compartir puntos de vista sin que acabe cancelada o suspendida.
Los medios llegan algo tarde al entendimiento de sí mismos como plataformas, pero al menos empiezan a darse casos en múltiples formas y contextos.
Retina:
He escrito recientemente de ellos, tan entienden que lo suyo no va de informar sino de servir como un hub de reflexión, análisis e intercambio, que lo primero que vez como parte de su oferta es elegir entre “leer, ver y escuchar”.
No se trata ya de que leas la nota que le interesa al editor, sino de que hagas aquello que se conecte con tu objetivo en el momento.
Un medio como plataforma informa, pero también contextualiza, explica, analiza y promueve el intercambio de opiniones.
Un medio como plataforma no te invita a que leas y te vayas, sino a que estés.
A que estés todo lo que quieras, a que la pases bien,
A que sientas que ese espacio es tuyo, que estás en casa.New York Times
No tengo que entrar en mucho detalle. Sólo diré que el NYT es hoy un espacio en el que puedo seguir la cobertura en vivo del conflicto entre Rusia y Ucrania que podría derivar en batalla mundial, participar en el juego de moda, consultar una receta o hasta consultar el texto original que inspiró un podcast y una serie de televisión, como ocurre con Modern Love.
De nuevo, el NYT no es sólo un espacio para informarte, es un espacio para estar, para que inviertas tiempo en él.
Y siendo honestos, aún hay mucho que mejorar a ese respecto. Falta que esa experiencia en verdad te abrace como usuario, que sea más natural el paso de un tipo de uso a otro.3.- Sidechannel:
Nombro a este servidor colectivo en Discord como podría mencionar las comunidades que en distintas dimensiones solemos construir los creadores de contenido.
Sidechannel es la reunión de una serie de creadores que además de contar con sus audiencias específicas, se reúnen en Discord.
Ahí, por ejemplo, tuvieron en exclusiva a Mark Zuckerberg anunciando su repentino deseo (impulsado por la entonces prometedora llegada de Clubhouse) de llevar a Facebook a ser el rey en los productos de audio.
De nuevo, se crean experiencias para que el usuario pase tiempo en la plataforma, en compañía de los creadores.Únete a los grupos de Story Baker en Telegram
Cheat Media Links and Talks: lo que tienes que saber de la industria sin tener que buscarlo en Twitter ;-)
La Podcastería: el punto de encontro para creadores de audio con ligas, ideas y recursos.
La Creator Economy: historias y briefing diario sobre la economía de los creadores que está cambiando al mundoNews de News: Todo sobre Newsletters
Desde el metaverso: el futuro de nuestra existencia digitalDe Silicon Valley para los medios: la plataformización premia aquello que no escala
Quiso la vida que los dos libros que estoy leyendo comiencen con el mismo mensaje.
Primero, Masters of Scale de Reid Hoffman recuerda cómo en los inicios de AirBnb, Brian Chesky viajaba a las casas de sus hosts para tomarles fotografías óptimas para la plataforma y aprovechaba para platicar con ellos y comprender qué podían mejorar a partir del punto de vista de uno de sus stakeholders clave.
El contacto uno a uno no escalaba, pero sí fue de sumo valor para que en esa etapa temprana Airbnb pudiera ser la plataforma idónea para un grupo de personas que se convertirían en los usuarios que cimentaron la historia que terminaría por sacudir a la industria turística a nivel mundial.
Después, en Will, el libro autobiográfico que escribió Will Smith con ayuda de Mark Manson, refiere a una anécdota de la infancia en que el padre de Will Smith lo obliga a él y a su hermano a construir un muro de ladrillos. De ahí, Will recuerda el momento en que su padre les insiste en que no se concentren en lo que resta para terminar un muro que parece imposible, sino en el ladrillo diario que han de colocar.
Los medios tienen que aprender a colocar ese ladrillo aunque parezca que eso los mantiene muy lejos de ser aquello que quieren ser.
Los medios han de entender que la plataformización exitosa no pasará por algoritmos que atraigan a millones sólo para desencantarlos, sino por la construcción paso a paso, muy humana, de la relación con su audiencia.
Una plataforma, como una casa, y la comunidad que la habita, no se crea de la nada, no se hace con inversiones en redes sin que antes los cimientos estén claros.
En eso Donald Trump y los creadores de contenido llevan ventaja.
Donald Trump tiene su propia casa en Truth Social, una que no todos quieren visitar, pero que está garantizado que tendrá vida por servir a los suyos.
Como medio más vale que construyas ese ecosistema que derive en plataforma y esa audiencia que derive en comunidad.