

Descubra más de The Muffin por Mauricio Cabrera
El autobombo colapsa con la preocupante realidad del podcasting
Y por qué una nueva burbuja nos revienta en la cara
Storybakers:
Hoy los invito a sumarse al grupo en Telegram de La Creator Economy.
Lo hago porque en breve les compartiré todo lo que haré específicamente con la economía de creadores.
Y también porque estamos por llegar a los mil miembros en ese grupo en que a diario compartimos los highlights más relevantes de la industria.
Mientras tanto, sepan que he ido más allá en mi interés por el proceso de diseño del nuevo sitio de Relevo.
Para ello he platicado con Germán Frassa en The Coffee.
Él es su director de producto.
Me habla de cómo conceptualizaron el consumo de los usuarios en dos velocidades.
El que ofrecen a lo TikTok desde su página de inicio.
Y el más tradicional que el usuario encuentra en las internas.
Apunta también que la métrica que les importa es la del tiempo.
Que es esa y no la del alcance con escasos segundos la que los lleva a decidir qué si y qué no hacen en aras de crecer.
Y para la optimización de buscadores tiene un lugar secundario.
De estrategia, pero no de prioridad.
De llave para atraer tráfico, pero no de una con el poder como para dictar, manipular o traicionar el modelo editorial.
Escucha aquí el episodio completo:
Y comparte tu opinión en nuestro servidor de Discord:
Algo anda mal cuando a un formato en audio se le pide que adopte el video para tener expectativa de monetización.
Algo anda mal cuando esa petición viene desde la plataforma que siempre ha promovido que el audio sería un gran fenómeno.
Algo anda mal cuando la conclusión generalizada es que para poder vivir de un podcast más vale pensar en YouTube que priorizar Spotify.
Algo anda mal cuando se generan más ingresos cortando pequeños fragmentos para irlos a monetizar en Facebook que con el episodio completo en la plataforma de audio por excelencia.
La burbuja no la ha creado el formato, nos la hemos inventado nosotros.
Le hemos sugerido a la gente que se vuelque a hacer podcasts sin tener un esquema de monetización en pie.
Hemos abrazado como reglas y promesas para todos el éxito que por sonoro que sea no deja de ser excepción.
Nos hemos maravillado por las cifras de crecimiento en el consumo de podcasts sin detenernos a pensar que las cifras eran igual o más alentadoras cuando las plataformas nos querían convencer de volcarnos al video, de abrir nuestro propio chatbot o de hacer stories para todo.
Las burbujas que nos creamos afectan a todos esos a los que les sugerimos hacer un podcast para cambiar su vida.
Pero también a todos los que desde la industria misma nos encerramos en posts alegres desde Linkedin para hablar de cómo seguimos avanzando.
El problema, insisto, no es el podcast.
Como tampoco lo han sido en realidad el metaverso, los NFTs, los blogs o los chatbots.
El problema es que en vez de irnos con tiento aparecen una o varias plataformas a decir que es eso lo que viene.
Lo dicen, además, con campañas de millones de dólares que llegan a oídos de todos.
El podcast de por sí encontró en la pandemia a un gran aliado.
Fue en muchos sentidos el producto mínimo viable de los tiempos del Coronavirus.
Pero esa alegría con la que acudimos a la fiesta colapsa con los despidos masivos que se están dando desde el propio Spotify y sus productoras.
En febrero del 2019, Spotify compró Gimlet por 230 millones de dólares en aras de convertirla en su gran creadora de contenido original.
En septiembre del 2021, ya se reportaba una caída del 7% en el consumo de sus shows.
En abril del 2019, Spotify pagó 56 millones de dólares por Parcast como brazo creador de true crimes originales.
Este 7 de octubre, el mismo Spotify ha despedido a 38 personas de ambas compañías argumentando que los resultados no eran los esperados.
Para Spotify se trata de menos del 5% de la fuerza de trabajo de ambas empresas.
Para los sindicatos de Parcast y Gimlet es en realidad una pérdida acumulada del 30% de la fuerza laboral.
Como lo señalamos en el envío de ayer, las señales son tan contundentes como ver a Lydia Polgreen optando por ser columnista del New York Times antes que por continuar dirigiendo Gimlet.
Los sindicatos apuntan que la exclusividad terminó matando los shows.
Que las producciones estelares perdieron hasta el 75% de su audiencia cuando se convirtieron en exclusivos de Spotify.
Que Spotify no hizo nada a nivel marketing para posicionarlos.
Y que a los distintos equipos creativos nunca se les compartieron las métricas esperadas como para que ellos mismos fueran conscientes de su triunfo o fracaso.
En deportes, por ejemplo, The Ringer no para de apuntarse éxitos.
Pero cuando vamos con la oferta deportiva de Spotify a nivel mundial, sus triunfos rayan en lo inexistente.
Ni siquiera con Bill Simmons a la cabeza de la categoría Spotify ha podido conquistar el mercado deportivo.
El Mundial de Qatar se percibe desde ya como el momento definitivo para comprender si el deporte tendrá o no un lugar relevante en el podcasting a nivel mundial.
A nivel monetización, Spotify está a años luz de YouTube.
No sólo a nivel tecnología y producto, también en cantidad de anunciantes.
Y sin los anunciantes suficientes la promesa de segmentación publicitaria es una utopia.
A los medios en su momento les costó comprender que eran y debían ser más que Facebook.
A los podcasters les está llegando ese momento de entender que Spotify no es igual al podcasting.
Que han de diversificar sus ambiciones.
Que han de percibir al podcast como parte de un funnel de conversión antes que como el comienzo y final de sus aspiraciones.
Es posible incluso que tenga más sentido pasar por Amazon, por Apple Podcasts o hasta por HBO Max como creadores de podcasts para después tener una propiedad intelectual que vaya a sus plataformas de video.
El podcast no es ni una decepción ni una maravilla.
Es un formato más con el que podemos contar historias.
Habrá algunos, unos cuantos, que terminen cambiando su vida con él.
La mayoría no lo conseguirá.
Así ha sido siempre.
Más vale que lo entendamos y actuemos en consecuencia.
Que exploremos hasta dónde quiere llegar YouTube con los podcasts.
Que nos preguntemos si Apple o Amazon harán algo más por de verdad ser relevantes en podcasting.
Y, sobre todo, que dejemos de pensar en que Spotify será la que le dé lógica económica al podcast.
Cuesta creer que lo hará.
Sobre todo cuando la que parece ser su respuesta es convertir los podcasts en video.
Convertirse, básicamente, en YouTube.
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