El caos en OpenAI es el éxito de Microsoft
Y cómo Google se ve aún más amenazado con la llegada de Altman a Microsoft
Storybakers:
El viernes por la tarde les envié una invitación.
Va sobre la convocatoria para ser parte de Tendencias 2024.
El e-book colaborativo que año con año publica Story Baker para visualizar lo que ocurrirá en la industria durante los próximos 12 meses.
La convocatoria sigue abierta.
Si quieren ser parte de una publicación especializada que año con año es descargada por más de 3 mil 500 miembros de la industria de los contenidos, consulten las bases aquí:
Ese mismo viernes por la tarde se producía uno de los más grandes movimientos en la era de la inteligencia artificial.
Sam Altman era despedido por el Board de OpenAI al considerar que no había sido lo suficientemente franco ni honesto con el órgano directivo de la empresa.
Según ha reportado Kara Swisher, el verdadero conflicto pasa por la rapidez y agresividad con la que pretendía moverse Sam Altman.
El foco rojo, de acuerdo a Swisher, se encendió con el anuncio de los GPTs.
Versiones de ChatGPT creadas por los propios usuarios con la posibilidad de limitarse a un uso individual, al uso interno en una compañía o a ser abierto para ser utilizadas por cualquiera.
El quilombo dentro de OpenAI lo explica a profundidad Ben Thompson.
En su más reciente envío habla de la existencia de dos tribus dentro de OpenAI.
Aquella representada por el board que encaja con el origen en el 2015 de una empresa sin fines de lucro.
Una que en su misión establece como premisa fundacional que el desarrollo de la inteligencia artificial ha de ir acompañado de un beneficio y seguridad para los seres humanos.
Ahí mismo se refiere que carece de importancia el retorno financiero.
Que el foco pasa por generar un impacto positivo para la humanidad.
OpenAI is a non-profit artificial intelligence research company. Our goal is to advance digital intelligence in the way that is most likely to benefit humanity as a whole, unconstrained by a need to generate financial return. Since our research is free from financial obligations, we can better focus on a positive human impact. We believe AI should be an extension of individual human wills and, in the spirit of liberty, as broadly and evenly distributed as possible. The outcome of this venture is uncertain and the work is difficult, but we believe the goal and the structure are right. We hope this is what matters most to the best in the field.
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Y luego está la otra tribu.
La encabezada por Sam Altman que es adicta a ganar la carrera del desarrollo en la era de la inteligencia artificial a costa de lo que sea.
Desde que ChatGPT se hizo mainstream una tribu se impuso a la otra.
ChatGPT ha sido un antes y un después para la era digital.
Con más de 100 millones de usuarios a la semana.
Con el récord de adopción más rápido de todos los tiempos al llegar a 100 millones de usuarios dos meses después de su lanzamiento.
Y con el 92% de las Fortune 500 utilizando la plataforma.
Durante el fin de semana, Sam Altman parecía estar de regreso en OpenAI.
Mira Murati, CTO en tiempos de Altman que había asumido como CEO interina tras el despido de éste, fue abierta respecto a sus intenciones de que tanto Sam como Greg Brockman regresaran a OpenAI.
Greg, presidente de OpenAI hasta antes de ese viernes caótico en OpenAI, había decidido renunciar tras el despido de Altman y tras su propia degradación dentro de la estructura del consejo directivo.
Cumplido el deadline que se estableció para el regreso de Altman y Brockman, Mira Murati también quedó fuera.
El board no le perdonó haberse alineado públicamente a favor de Altman.
Según informó Kara Swisher, hubo dos condiciones que Altman puso sobre la mesa para volver.
La primera era que se produjera la renuncia inmediata de todos los miembros del board que acababa de despedirlo.
Y que un nuevo board se estableciera por decisión de los inversionistas y de Satya Nadella.
La segunda, que a partir de entonces todas las reuniones virtuales de OpenAI se produjeran en el ecosistema de Microsoft antes que a través de Google Meet.
De forma anecdótica, el despido de Altman se produjo en una reunión a través de esta última.
El giro definitivo se produjo con un tuit de Satya Nadella.
El gran ganador del fin de semana.
El hombre que ha dado jaque mate a este primer gran episodio masivo en la era de la inteligencia artificial.
Microsoft afronta la nueva semana con ese acceso a perpetuidad a la propiedad intelectual de OpenAI que negoció desde julio del 2019.
Pero ahora también con el talento del propio Sam Altman, Greg Brockman y una serie de colaboradores clave que serán parte de la desbandada de OpenAI.
OpenAI se queda en una situación de derrota total.
En vez de frenar a esa tribu desbocada que, a su juicio, abraza el desarrollo de la IA sin pensar en el bienestar de la humanidad, han logrado fortalecerla con su llegada a Microsoft.
Se quedan en cambio con Emmet Shear como CEO interino.
Emmet dista mucho de tener las credenciales de Altman, Brockman y Murati.
Se le conoce por haber sido cofundador y CEO hasta hace unos meses de Twitch.
Está por verse qué es capaz de hacer en una empresa que empeñada en hacer valer su misión ha perdido a su máximo talento.
Con sus principales inversionistas molestos por no haber negociado el regreso de Altman.
Y con Satya Nadella y Microsoft jugando como aliados que en términos reales controlan todo.
El principal talento que ya juega para Microsoft.
La propiedad intelectual habida y por haber de OpenAI.
Y hasta el dominio de la conversación pública en lo que refiere a OpenAI.
El involucrado tácito u omitido es Google.
Sin la contención que representaba la misión de OpenAI, Sam Altman y los suyos podrán agilizar sus desarrollos.
A Google le queda acelerar sus desarrollos en inteligencia artificial para extinguir la idea de que va perdiendo esta batalla frente a Microsoft y OpenAI.
La problemática para Google es mayúscula.
No tanto por su capacidad de desarrollo como por la transformación que esa adopción acelerada exige para su negocio.
Hasta antes de ChatGPT, Google no se había mostrado tan interesado en modificar los métodos de búsqueda.
Ahora ha tenido que hacerlo pese a representar desafíos significativos al modelo de negocio que había construido por años.
Ese modelo que se beneficiaba del tráfico de los sitios.
Ese modelo que entregaba posiciones de privilegio en los resultados de búsqueda a cambio de inversión.
Ese modelo que aunque imperfecto parecía ser el único posible.
Para Google incluso ganar traerá algunos dolores de cabeza.
En el caos de OpenAI, Microsoft es el gran ganador.
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