

Discover more from The Muffin por Mauricio Cabrera
El desperdicio de la radio en tiempos de Twitch
Con las reacciones en el centro de todo, la radio tendría que estar en otro lugar
Storybakers:
Hay una contradicción en el sistema.
Mientras las conversaciones se ponen en el centro, la radio vive mayoritariamente en la intrascendencia.
De todo stream de éxito en Twitch se generan clips que viajan una y otra vez a través de TikTok, Shorts y Reels.
De toda entrevista de éxito en YouTube terminan compartiéndose fragmentos que dan fe de esa trascendencia a través de plataformas de video corto.
De todo video podcast con relevancia cultural la audiencia comparte lo más destacado una y otra vez .
Mucho de lo que más viaja hoy en Internet pasa por una o dos personas hablando frente a un micrófono.
En ese sentido nadie produce más contenido frente al micrófono que las estaciones de radio.
Pero de ellas rara vez se termina escuchando y viendo algo en plataformas digitales.
Muchas no se han tomado ni siquiera el tiempo para crear una estrategia de video que satisfaga la demanda actual en digital.
Otras capturan su contenido en video pero adolecen de una estrategia correcta de clipping para dar con la tecla que las lleve a la viralidad.
Algunas más viven tan obsesionadas con el breaking news que producen contenido que en su mayoría termina caducando en cuestión de segundos.
La radio hablada tiene todas las condiciones para ser parte de la conversación social.
La radio hablada tiene la oportunidad de recuperar mucho del protagonismo perdido si es capaz de extraer lo mejor de digital.
Para lograrlo requiere lo que también una buena parte de la industria televisiva tiene pendiente.
Comprender que el long tail puede ser más útil y hasta debiera ser más estratégico que el momento en que se emite ese contenido.
Los más recientes éxitos de Televisa se han escrito bajo esa óptica.
La Casa de los Famosos y Tercer Grado Deportivo tienen esa característica en común.
Lo que ahí se dice adquiere mayor relevancia cuando la gente empieza a compartirlo.
La audiencia en vivo no es más que el fósforo que provoca el incendio.
Pero la dimensión de ese incendio pasa por esa audiencia que no habiendo estado en vivo terminará enterándose de lo que ha ocurrido.
Salvo los videojuegos, que de cualquier modo encuentran en los streamers una forma de hacerse virales en plataformas sociales, ningún formato de contenido está ajeno a la influencia de la viralidad en digital.
En The Town, por ejemplo, explican cómo la Generación Z está dispuesta a ir al cine siempre y cuando esa película goce de relevancia en plataformas digitales, especialmente TikTok.
Está el caso no planeado por Universal de los “gentleminions”.
Está el caso incluido en la propia historia del llamado “Murder Dance” de M3GAN.
Lo mismo aplica para series en plataformas de streaming.
Ocurrió con el baile viral de Merlina.
Ocurrió con Stranger Things y el modo en que terminó catapultando una canción de 1985.
Ocurrió con The House of the Dragon teniendo toda la relevancia que no alcanzó The Rings of Power pese a la millonaria inversión de Amazon.
La radio parece haberse convencido a sí misma de que nada de los nuevos tiempos le corresponde.
Comete ahí uno de sus más grandes errores.
La radio hablada es más tendencia que nunca en digital.
Pasa que le hemos puesto otro nombre.
Que se escucha mucho más innovador hablar de streamers o de video podcasts.
Pero la radio por su naturaleza misma está optimizada para trascender en estos tiempos.
Falta que sus productores tengan idea de digital.
Falta que la percepción de éxito no se concentre únicamente en la batalla del en vivo.
Falta que los equipos comerciales sean lo suficientemente maduros como para entender el poder de lo multiplataforma.
Hoy los contenidos están vivos.
Son o no son relevantes dependiendo de la reacción que se genere entre el público una vez que son publicados.
A la radio le corresponde que esos contenidos lleguen cuando menos a ser conocidos mediante una estrategia correcta de clipping en redes sociales.
Y en un escenario ideal, las propias emisoras aterrizan con sus programas en plataformas sociales para que la gente comience a compartir contenido por decisión propia.
Son tiempos en que lo clásico se intersecta con lo nuevo.
Son tiempos de escuchar opiniones y conceptos.
De ver a la gente reaccionando.
La radio debería tener mucho que aportar.
Le falta convencerse de que puede.
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