

Discover more from The Muffin por Mauricio Cabrera
¿El problema de CNN es el de todo el periodismo?
Y por qué parte de su crisis pasa por su falta de propuesta. multiplataforma
Storybakers:
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Creators Therapy: ¿qué hacer si a nadie le importa lo que publico?
De eso va el más reciente episodio de Upload Inc.
Spoiler: no somos tan únicos como pensamos.
Es altamente probable que alguien más tenga los mismos gustos y curiosidades que tú.
Por tanto, es también altamente probable que en el camino encuentres gente que se interese por las historias que quieres contar.
Hace días que tenía pendiente escribir sobre lo que ha ocurrido en CNN.
A estas alturas ya se ha dicho casi todo lo que podía decirse sobre la salida de Chris Licht como CEO de CNN.
Su caída como líder ha sido tan estrepitosa que su obituario se escribió antes incluso de que que se produjera su salida.
Tim Alberta ha despedazado su gestión en un artículo de 15 mil palabras.
Su adiós fue tan fulminante como escrito a fuego lento.
Vamos, a todo lo fuego lento que pueden ocurrir las cosas en uno de los años más negros en la historia de CNN.
La malograda gestión de Chris Licht ha sido tan catastrófica que encontró sus dos tropiezos más grandes en dos de sus más grandes apuestas.
Licht pensó que el Town Hall con Donald Trump sería el que demostraría que CNN estaba logrando su cometido de ser más cercano a los republicanos.
Pensó también que ahí demostraría que bajo su liderazgo CNN había aprendido a evitar que Donald Trump hiciera lo que quisiera con los medios.
Pero todo salió al revés.
Aquello se convirtió en una fiesta trumpista que tuvo a Kaitlan Collins como el blanco preferido de Trump y sus seguidores.
CNN no se posicionó en el centro que busca David Zaslav.
CNN se posicionó como el saco de boxeo perfecto para que Donald Trump hiciera lo que mejor sabe con el añadido de estarlo haciendo en una de las mecas de ese periodismo que, según el propio Trump, no hace más que mentir y manipular.
Licht pensó también que abrirle las puertas a un periodista como Tim Alberta reivindicaría la historia que se estaba contando sobre su gestión.
A él le confió que no le quitaba el sueño cómo cubrir a Donald Trump.
Que lo tenían todo platicado al interior de CNN.
A él le permitió conocer detalles que en conjunto hacían imposible que la historia pudiera ir por buen camino.
Chris Licht se ha ido.
Pero la crisis para CNN se mantiene.
Y lo que es peor, la violencia con que ha caído CNN ha tenido sus réplicas en toda una industria que de por sí vive tiempos bajos en lo que respecta a su autoestima.
El problema de CNN es mucho más que el ridículo al que se ha visto expuesto en el Town Hall con Donald Trump.
El problema de CNN es mucho más que el ridículo al que se vio expuesto al ver cancelado CNN+ apenas unos días después de haber sido lanzado.
El problema de CNN es tan grande como que hoy todos se preguntan si existe espacio para las noticias en la televisión por cable.
El problema de CNN es tan grande que hoy todos nos preguntamos hasta qué punto esa problemática de uno de los grandes referentes de la industria es representativa para el resto.
Cuesta en estos momentos separar entre los dilemas existenciales de CNN y los de la industria como un todo.
Si vamos a las posturas editoriales, Licht es incluso menos responsable que David Zaslav de lo que ha ocurrido.
Ha sido Zaslav el que ha decidido que CNN apostara por concentrarse en la información antes que en la opinión.
Ha sido Zaslav el que con lujo de violencia optó por demeritar todo lo que Jeff Zucker había conseguido en materia de rating y monetización.
Ha sido Zaslav el que creyó en la utopía de un medio sin protagonismo para sus presentadores para dar foco sólo a la información.
Ese debate entre la opinión y la información aplica para todos.
A diario nos preguntamos cuánto es suficiente de lo uno y de lo otro.
Lo deseable en este sentido no es igual a lo posible.
Hoy no existe oportunidad ni para CNN ni para nadie que quiera concentrarse únicamente en compartir información sin que algo haya de opinión.
Para consignar hechos están las redes sociales.
Para consignar hechos puros y duros hay una ventana que dura los segundos que pasarán entre que publicas y eres replicado.
Esos hechos, además, están sujetos a que la audiencia los considere lo suficientemente relevantes como para que valga la pena encender la televisión antes que leer un tuit o pasarse por una nota para después pasar a otra cosa.
Fuera de los grandes sucesos, que son pocos y padecen de sobrepoblación mediática, el resto del tiempo la diferenciación pasa por los periodistas y presentadores.
Por el estilo que construyes, por las comunidades que formas, por las voces e intenciones a las que das espacio.
La misión de Licht, que fue inicialmente la de Zaslav, estaba condenada a ser un fracaso desde su nacimiento.
Los desaciertos de Licht produjeron pirotecnia detrás de su salida, pero la guadaña igual hubiera caído sobre cualquiera al que adjudicaran la responsabilidad de hacer que los nuevos tiempos encajaran con un ideal periodístico que ha quedado obsoleto a punta de golpes de realidad.
Donde sí existen responsabilidades específicas es en el presente de CNN como negocio.
Esas responsabilidades alcanzan incluso a un líder tan venerado por los suyos como Jeff Zucker.
CNN está padeciendo la típica soberbia de televisora que asume que todo lo demás es complementario.
Que la televisión es la que manda.
Que el texto, el audio o incluso el video en plataformas digitales son meramente decorativos dado que lo suyo es hacer televisión.
Resulta sintomático que en tiempos en que hablamos de que cada vez menos personas leen y cada vez más consumen en video, CNN está en crisis mientras que el New York Times está convertido en la más grande referencia periodística a nivel mundial.
En el terreno de las noticias, el texto ha podido más que el video.
Pero estoy convencido que no tiene tanto que ver con el formato como con el modo en que ambos han tenido que hacerse de suscriptores.
En realidad, CNN fue siempre un complemento lógico para los proveedores de televisión por cable.
Siempre se ha escuchado bien que a un suscriptor de televisión de paga le ofrezcas entretenimiento, cultura, programas infantiles, noticias y deportes.
Aunque en la práctica lo que en verdad consuma sea entretenimiento y deportes.
CNN ha vivido muy cómodo siendo ese eterno complemento prestigioso que la gente no expresa querer, pero que sirve para dar reputación a cualquier paquete de televisión que se contrata.
Las preocupaciones de CNN, si acaso, pasaban por tener la mayoría de esa minúscula audiencia que sí que ve noticias para entonces poder vender publicidad.
Pero incluso para la venta de publicidad se crearon una serie de paradigmas que hace tiempo que quedaron obsoletos.
Se aproximan a las marcas para ofrecerles branded content pero encandenan esas propuestas con políticas interminables que convierten esa historia por la que una marca querría pagar en un genérico que no interesa a nadie.
La crisis de CNN no es por fuerza la crisis de toda una industria.
Pero sí es una muestra de que el periodismo terminará muriendo si se muestra incapaz de ser flexible, de adecuarse a los nuevos tiempos y de entender que quien manda hoy es la sociedad con sus formas de consumir y acercarse a las historias y a la información.
Aunque no lo parezca, lo de CNN carece de sentido.
Si existe un formato por el que la gente está más propensa a pagar, ese es el video.
Durante años el New York Times tuvo que lidiar con esa duda sobre si habría o no millones de personas dispuestas a pagar por información generalmente escrita.
Hoy va camino a los 10 millones de suscriptores.
Su éxito ha sido tal que en vez de tener esa cifra como su objetivo para el 2025 ha decidido incrementarla a 15 millones de suscriptores para el 2027.
CNN hace tiempo que pudo haber preparado una oferta transmedia que evitara depender de la relación de un usuario con un proveedor de televisión de cable.
Hace tiempo que CNN pudo apostar por convertirse en una plataforma necesaria en el día a día de las personas aún sin tener que encender la televisión.
Pero pasa que en vez de procurar una experiencia premium en plataformas digitales navegó entre la obsoleta rigidez de su modelo editorial y la mala experiencia de usuario que implica poner la publicidad que sea dado que terrenos más allá de lo televisivo son vistos como vertederos más que como pilares estratégicos.
A CNN la toca ser necesario para la gente.
No queda claro que hoy lo sea.
No entretiene, no tiene una oferta transmedia como para que se considere tener su servicio por ser útil en todo momento, y no entiende de qué va el consumo de noticias hoy en día.
El papel de las noticias en general es complicado.
Pero es todavía más complicado el papel de las noticias cuando piensas que lo único que te toca es dar noticias en la televisión por cable.
Al menos CNN+ era un intento.
Al menos CNN+ reconocía un futuro inminente aunque el producto estuviera destinado a fracasar.
Todos pensamos que el referente periodístico que terminaría cayendo sería el New York Times.
Que BuzzFeed y Vice habían llegado para reemplazarlo.
Ahora resulta que el que sí está en peligro inminente es CNN.
Y no sólo por Chris Licht.
También por todos los que habiendo estado ahí concluyeron que lo suyo no era más que hacer vieja televisión.
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