El Washington Post en tiempos de IA: ¿promotor de contenido basura o pionero de los medios generativos?
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Storybakers:
El Washington Post volvió a quedar expuesto.
En parte por responsabilidad propia al apostar la inteligencia artificial para democratizar la generación de columnas de opinión cuando más se espera que recupere el prestigio periodístico que tan afectado se ha visto a últimas fechas.
En parte, por una filtración del New York Times que amerita cierta reflexión respecto a lo ético que resulta que sea precisamente el NYT el que da a conocer proyectos en desarrollo de un competidor tan directo como el que más.
Lo hace, además, con cierto sesgo en contra de la iniciativa.
Emergen a partir del proyecto del Washington Post muchas preguntas.
¿En verdad es tan mala la idea de utilizar inteligencia artificial para impulsar la creación de opiniones por parte de escritores no profesionales?
¿No es acaso lo que está promoviendo la IA en todos los frentes?
¿Hasta qué punto el contenido sigue siendo humano y digno de ser firmado cuando la inteligencia artificial hace un proceso de edición que puede ser tan significativo como para diluir la autenticidad del mismo?
¿Por qué el periodista aplaude otras iniciativas desarrolladas con inteligencia artificial pero destroza aquellas que se meten de forma directa a su industria?
Exploro estas y otras preguntas a continuación:
Pero antes les sugiero recordar este término que he creado para diferenciar entre medios pasivos y medios activos.
Medios generativos: son aquellas plataformas informativas que, apoyadas en inteligencia artificial y tecnologías emergentes, trascienden el rol tradicional de emisores de contenido para convertirse en espacios de co-creación, curaduría y activación narrativa con sus audiencias.
🤖 El contexto: El Washington Post trabaja en proyecto para permitir a escritores amateurs publicar columnas de opinión con ayuda de la IA.
Revela el New York Times que El Washington Post está desarrollando Ember, un asistente de escritura con IA para ayudar a escritores amateur a crear columnas de opinión, ofreciendo guía y sugerencias durante la redacción.
La iniciativa forma parte del proyecto Ripple, que busca abrir la sección de opinión a una variedad más amplia de colaboradores, incluyendo escritores externos y lectores sin experiencia formal.
Ember, con pruebas iniciales programadas para iniciar en otoño de este mismo año, fungirá como una especie de editor inteligente que le señalará a los usuarios indicadores clave para que su contenido sea de calidad.
Entre esos indicadores se encuentran los siguientes.
Fuerza de la historia: semejante a lo que ocurre con herramientas de inteligencia artificial que predicen el potencial éxito del titular de una noticia sobre otra o de una miniatura, Ember le indicará al autor en qué nivel de potencial éxito y calidad se encuentra su publicación.
La columna vertebral: En la parte lateral de la interfaz destacará elementos clave de una opiniòn como el valor de la tesis, los puntos de apoyo y un cierre memorable. Dicho de otra manera, lo aconsejará a grado tal que será una escritura de coautoría.
Preguntas y sugerencias: como ocurre en múltiples plataformas, Ember ofrecerá potenciales preguntas complementarias e ideas para mejorar el texto del autor.
El plan del Washington Post pasa porque estas columnas no formen parte de su sección de opinión.
Tampoco estarían como parte de su muro de pago.
Se especifica que la publicación final será revisada por editores humanas con publicación en una sección diseñada para este tipo de contenido.
🗑️ El Washington Post: ¿el próximo recipiente de contenido basura?
No lo dice, pero lo da a entender.
Cuando da a conocer el proyecto Ripple, con Ember como gran protagonista, el New York Times refiere al muy cuestionado modelo de Forbes y el Huffington Post para abrir sus espacios de opinión a colaboraciones de usuarios.
Ambos, en ese rubro particular, considerados como contenido de muy baja calidad.
The Post’s plan to publish content by contributors is a familiar tactic in digital media. Forbes and HuffPost became online destinations for opinion writing submitted by users, leading to a boom in their digital audiences. But that approach has fallen out of favor in recent years as news organizations have placed a greater emphasis on building deeper engagement with users to create paid subscription businesses.
Jeff Bezos, sin embargo, ha mencionado su interés por masificar el Washington Post.
Asegura que el Post debe dejar de ser de las élites para incrementar su alcance.
La audiencia, al menos en opiniones expresadas dentro de un artículo de The Verge que retoma la información del NYT, coincide con ese señalamiento.
En los comentarios se advierte inconformidad y molestia ante el presente del Washington Post.
Se produce aquí una potencial contradicción.
Por un lado se reconoce el temor recurrente de que la inteligencia artificial sustituya a los humanos.
Por el otro, se asegura que lo único que puede salir de la inteligencia artificial guiando opiniones de los usuarios no puede más que ser basura.
¿O es que otra vez el periodismo actúa a conveniencia?
💻 ¿Y si en realidad el Washington Post está inaugurando la era de los medios generativos?
Está aproximación me gusta más.
Ya el Washington Post decidirá qué uso le da a ese contenido generado por los usuarios.
Pero me resulta plausible que un medio, sobre todo cuando tiene el enorme soporte tecnológico de Arc y del propio Amazon, se plantee cómo hacer que sus lectores o usuarios habidos y por haber pasen de ser usuarios pasivos a creadores activos.
Asumiendo que los medios nunca se abrieran a este tipo de alternativas, de cualquier modo las personas o “autores” utilizarían la inteligencia artificial como guía o editora.
Yo mismo les comparto a Claude y a ChatGPT mis envíos para conocer su opinión.
De forma equivocada, los medios nunca comprendieron cómo ser parte de la era del contenido democratizado enmarcado por las redes sociales.
Hasta ahora, la gran mayoría de los esfuerzos de los medios en torno a la inteligencia artificial pasa porque el usuario interactúe de mejor forma con el contenido del medio pero no porque lo genere.
Es, de nuevo, un uso limitado en tiempos en que las personas utilizan la información cada vez más para crear contenido propio que llevar a sus redes sociales.
En este caso, el Washington Post a través de Ember se estaría beneficiando de la tecnología para incrementar su oferta de contenidos.
Con esa aproximación, se incrementa el tiempo que en usuario pasa en tus plataformas.
Lo vinculas de forma directa a la misma.
Sin la explosividad de TikTok o Instagram, pero con algo de interés por monitorear cómo le va a esa opinión que está generando.
De ese modo, además, el Post podría llevarse una parte del tiempo, aunque mínima, que los usuarios pasarían escribiendo columnas con el apoyo de ChatGPT.
¿En verdad vamos a seguir aferrados a que el buen contenido sólo lo hacen los periodistas o especialistas?
¿En verdad se va a negar la democratización que ocurre frente a nosotros con o sin los medios?
Si me dan a escoger, prefiero a un medio generativo que a un medio limitado privativo.
El medio que mejor entienda cómo a través de la tecnología puede hacer parte a los usuarios y lectores tendrá una ventaja marcada sobre el que sólo usa la tecnología para que el usuario profundice más y de mejor forma con sus contenidos.
¿En verdad el problema es Ember?
¿O es que para la narrativa mediática orquestada en cierto modo desde el Washington Post todo lo que venga de Jeff Bezos y su equipo es una traición al ejercicio periodístico?
Shots para llevar
Pictoline y Editorial Planeta lanzaron Meditaciones de Gato Aurelio, una reinterpretación ilustrada del clásico de Marco Aurelio con humor, filosofía estoica y un gato como guía.
El libro adapta enseñanzas milenarias a un lenguaje visual accesible, manteniendo el sello de Pictoline: explicar ideas complejas de forma clara y cercana.
El objetivo es abrir camino a una nueva colección que conecte con públicos amplios a través de libros visuales. Ya disponible en Amazon y librerías de México, con expansión prevista en América Latina.
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