

Discover more from The Muffin por Mauricio Cabrera
Eras Tour: el concierto más grande de la historia
Taylor Swift, ¿la creadora más grande del mundo?
Storybakers:
Hoy todo va de experiencias.
De ahí que Barbie vaya camino a ser la película más exitosa del 2023.
No sólo representó ir al cine, representó una celebración social que comenzó en redes sociales, se manifestó en las salas y volvió a amplificarse en los ecosistemas digitales dado que la gente quería compartir que formaba parte de ese meme live action vistiendo de rosa.
Fue tan grande aquel fenómeno que Oppenheimer también se terminó beneficiando de esa fusión viral en forma de memes que terminamos bautizando como Barbenheimer.
El éxito de La Casa de los Famosos México tuvo también su componente de experiencia.
Todo, de nuevo, se construyó en digital.
El FOMO generado por los millones de clips en TikTok provocó que cada vez más gente se interesara por lo que ocurría en la casa.
Ese mismo FOMO provocó que audiencias renuentes a consumir o a reconocer que consumen algo de Televisa terminarán no sólo siendo espectadores, sino también creando contenido sobre el programa.
Si no veías La Casa de los Famosos, aunque fuera a través de TikTok, te perdías de algo de lo que los demás hablaban.
Incluso si eras de los que no veía el programa, ese rechazo público generaba una reacción en tu comunidad.
Te permitía ser parte.
Te permitía ocupar un lugar claro frente a un fenómeno masivo en la era de los nichos.
El impacto fue tan grande que esa conversación terminó convirtiéndose en acción.
No sólo por los 40 millones de votos que recibieron los finalistas en la última semana, también por cómo se reunió la comunidad LGBT en distintos espacios para apoyar a Wendy Guevara.
El Ángel de la Independencia de la Ciudad de México, ese que suele ser escenario de celebración para los triunfos de la Selección Mexicana, se pobló de gente de la comunidad en modo fiesta por la victoria de Wendy.
La primera mujer trans de la historia en ganar un reality en la televisión mexicana.
Ambas experiencias tuvieron su parte de suerte.
De improvisación social.
A Barbie le cayó muy bien el estreno simultáneo con Oppenheimer.
La Casa de los Famosos se encontró con una comunión de personajes que ni la propia producción anticipaba.
La experiencia que no tiene comparación es la que ha creado Taylor Swift para sí misma.
A unos días de comenzar en México su gira internacional, se anticipa que el Eras Tour será el concierto más grande de todos los tiempos.
Estimaciones apuntan a que será el primero en superar los mil millones de dólares en ingresos.
Va camino a rebasar los 887 millones de dólares que se estima que ha recaudado Elton John con el “Farewell Yellow Brick Road Tour” entre el 2018 y el 2023.
También dejaría atrás el “Divide Tour” de Ed Sheeran que entre el 2017 y el 2019 generó 776 millones de dólares.
Según cálculos no absolutos dado que Taylor ha roto con la tradición de los artistas de compartir su data tras los conciertos, cada concierto de su gira representa más de 13 millones de dólares en ingresos.
Se estima que después de los 106 conciertos (52 en EU y 54 en el exterior) que ha anunciado hasta ahora, Taylor se llevará entre 350 y y 400 millones de dólares sólo para ella.
El mérito es completo para Taylor Swift.
Aunque parte del éxito de los grandes conciertos se explica con la pandemia, nadie se acerca a lo que está consiguiendo Taylor con el Eras Tour.
Según estimaciones del WSJ, un asistente al concierto de Taylor Swift gasta más en merchandising que los fanáticos de cualquier otro artista.
Eos ingresos van de 50 a 75 dólares por persona, mientras que otras grandes estrellas se quedan en 25.
En promedio, durante sus 52 conciertos del Eras Tour en Estados Unidos, generó 3 millones de dólares por noche.
Un total de 156 millones de dólares.
Un estimado de 1.4 millones de dólares de ganancias por venta de merchandising para ella por noche.
Taylor logra que la gente se comprometa con ella.
Que la relación vaya mucho más allá de escuchar una o varias de sus canciones.
Lleva años provocando que ese vínculo exceda el consumo para llegar a la idolatría y al enamoramiento.
Lo demostró cuando vendió más de 1.3 millones de copias de 1989 en 2014 después de retirar su música de Spotify por no estar de acuerdo con las compensaciones que recibía.
Lo demuestra ahora, como lo cuenta The Stratechery, lanzando 1989 (Taylor’s Version) y logrando que sus seguidores dejen de escuchar la primera versión para quedarse con ésta que ella lanza para recuperar los derechos sobre su música.
En la era de la comoditización, Taylor entiende el valor de ser diferente.
Si Shakira en su colaboración con Bizarrap firmó un hit mundial por compartir parte de su vida amorosa, Taylor Swift ha convertido esas emociones en parte de su obra.
Por las letras de sus canciones han pasado referencias a Joe Jonas, Harry Styles y Calvin Harris, por decir algunos.
Si conoces su música, conoces parte de su vida.
Sus conciertos también están llenos de referencias.
Es para muchos la reina de los Easter Eggs.
En una entrevista en 2019 reconoció que parte de su estrategia pasa por sembrar pistas y guiños que envíen mensajes a su comunidad.
Ese juego que lleva incluso a sus apariciones en medios provoca de nuevo que para las Swifties aquello represente un desafío, una invitación a ser parte de algo.
En el Eras Tour, su comunidad y los medios han encontrado al menos 16 Easter Eggs.
Los hay de distintos tipos.
A veces tienen que ver con lo que viste, otras con los colores, algunas más con el escenario.
Cada concierto es un recorrido que al tiempo que relata su propia evolución la conecta con su comunidad.
Esos mismos guiños se han convertido en un sello de las Swifties.
Sus verdaderos fanáticos entienden que para ir a un concierto de Taylor Swift hay que ir bien vestido.
Que existen atuendos específicos para la ocasión.
O brazaletes.
Cada vez son más las fans que se hacen pulseras con letras que refieren a los títulos de las canciones de Taylor Swift.
En su carta de ruptura temporal con Spotify en el 2014, Taylor hablaba de cómo el arte debe ser valorado.
Mencionaba que los artistas y las firmas discográficas debían aprender a valorarse frente a la amenaza de la comoditización representada por el streaming.
En ese caso, fundamentalmente, por Spotify.
Como refiere Ben Thompson, la rebelión de Taylor Swift no fue tan grande como para mantenerse firme en su idea de que su música debía estar en Spotify.
Pero ese mismo pensamiento de aprecio a su trabajo le ha permitido crear la gira llamada a ser la más grande de todos los tiempos.
El arte único, humano y con trabajo dedicado sí que tiene valor.
Un valor tan grande como los mil millones de dólares que se estima que generará Taylor Swift con el Eras Tour.
Si el mundo digital nos ha comoditizado, el mundo físico nos sigue diferenciando.
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