¿Es necesario que los medios sean tan odiados?
El nuevo ataque a los medios y al periodismo tras el adiós de Cristiano de la Copa del Mundo
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Del fin de la era de las redes sociales tal como las conocemos.
De lo que sí que vendrá con la llegada de la inteligencia artificial a la escena mainstream.
De lo que ocurre cada que un streamer se hace con un espacio que antes era para los medios.
Como ahora que Luis Enrique ha anunciado que estará en vivo con Ibai antes que con cualquier periodista.
Un desdén del ex seleccionador español hacia los medios que ha ocurrido antes, durante y después de la Copa del Mundo.
Espero que se unan.
Que sean parte de la comunidad.
Esa que ahora estará hablando sobre el tuit del alemán Mesut Özil en defensa de Cristiano Ronaldo.
Pero sobre todo en contra de los medios.
El tuit es el siguiente:
Fundamenta su opinión con este par de tuits complementarios:
Confieso que no pensaba iniciar la semana escribiendo una vez más de la Copa del Mundo.
Pero estos tuits de Özil se me han quedado rondando en la cabeza.
También la infinidad de veces que referentes de otros sectores apuntaron a los medios cuando algo ha ido mal.
Ocurre de forma sistemática en la política.
Previsible desde ahí dado que erosionar al que te llama a rendir cuentas es siempre una estrategia astuta para ellos.
Pero pasa también en el deporte, en el entretenimiento, en la cultura.
A veces por lo que, a su juicio, dejan de hacer los medios en su cobertura.
A veces por el olvido en que dejan esas grandes historias que no son contadas por no ser garantía de clics.
A veces por la narrativa que se le monta a esas historias.
Como este Mundial de Cristiano en que los medios se encargaron de destrozarlo en la suplencia.
De decir que había amenazado con irse de la concentración.
De colocarlo como un mal compañero de equipo.
De enfatizar que era un tipo tan entregado a su propio culto que no tenía espacio para el equipo.
Cuando hubo una respuesta desde dentro de Portugal, la narrativa se compartió mucho menos.
Algunos consignaron que la versión oficial del equipo era que en cuanto Cristiano se enteró de su suplencia había ido con el jugador que lo sustituía para aconsejarlo.
Pero a la mayoría esa versión no le interesó tanto como seguir enfatizando que Cristiano como compañero es algo menos que un hijo de puta.
La consideración hacia Cristiano ha venido hasta que Portugal quedó eliminado.
A los medios las lágrimas los sedujeron más que el enojo.
La nota ya no era que Cristiano se hubiera pasado los días en Qatar 2022 en estado de furia.
La nota ahora era que Cristiano se había ido más desconsolado que nunca por no haber cumplido el sueño de su vida.
A ojos de Mesut Özil los medios son los culpables de que a Cristiano se le quiera ver como fracasado pese a ser uno de los más grandes de todos los tiempos.
Más como Penaldo que como el crack que siempre fue.
A ojos de Luis Enrique, los medios no saben un carajo de futbol.
A ojos de cualquier futbolista, los medios son unos oportunistas que hacen lo que sea por tener clics.
Tenemos que hacernos la pregunta: ¿es necesario que los medios seamos tan odiados?
A los medios se les ha reconocido siempre como incomodos al poder y a la fama.
También como necesarios para el poder y la fama.
El deslinde habitual de los medios pasa por argumentar que quien es figura pública debe entender como propio que se cubra lo que hacen y dicen.
Pero vale cuestionarse si esa posición de “superioridad” o de exigencia de rendición de cuentas no ha llenado de soberbia a los medios y al periodismo.
Hoy se asume que Cristiano ha de aceptar que publiquen lo que sea de él por ser uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos.
Se espera de él y de otros que se traguen todo lo que se diga y opine de ellos.
Y que además pongan buena cara cuando se les acerca un micrófono para preguntarles algo.
Las figuras públicas han optado por mandar al carajo a los medios.
Aunque sí que se valen de ellos en momentos de triunfo.
Pero es que ahí cualquiera lo haría.
Cristiano levantando títulos es la portada perfecta para los medios.
Pero como los títulos se levantan muy de vez en cuando, lo que más vende de Cristiano son sus malas caras.
Han sido ellas el principal modelo editorial de los medios cuando se ha tratado de cubrirlo.
Su enojo cuando no ganaba el Balón de Oro.
Su ira en las contadas ocasiones en que ha ido a la banca.
O su llanto al irse eliminado de la Copa del Mundo.
Los medios son tan volubles como les convenga.
Con Cristiano queda de manifiesto más que con cualquier otro futbolista.
A él se le castiga y condena lo que a Messi le aplauden.
Si él hubiera hecho el Topo Gigio de Messi contra Holanda, se hablaría de que es un mal ganador.
Un tipo soberbio que hace menos al rival.
Si él le hubiera llamado bobo a un jugador rival, se exigirían sanciones para él.
La narrativa ha querido que Cristiano sea el villano y Messi el bueno.
Y se ha sostenido aún a pesar de que en los últimos días hemos visto a Cristiano más vulnerable que nunca y a Messi más soberbio que nunca.
Propongo una serie de preguntas para la reflexión.
¿La narrativa que molesta a Özil es la de los medios o es la de la gente?
En tiempos de tendencias y mediciones, ¿la narrativa de los medios ocurre antes o después que lo que la gente tiene decidido que quiere ver?
¿Habría sido más justa otra narrativa a lo largo de la carrera de Cristiano Ronaldo?
¿De haber impulsado otra narrativa desde los medios los niveles de popularidad y reconocimiento a Cristiano habrían sido iguales, menores o mayores?
¿Es un contrasentido pensar que los medios pudieran ser menos odiados?
La justificación de los medios es siempre la misma.
En cuanto se nos cuestiona, nos defendemos diciendo que lo que toca es consignar los hechos.
Y que es natural que incomode lo que se dice.
Pero reconozco que cada que me pongo en el lugar de esos a los que cubrimos sin matices y con calificativos constantes, temo que un día esa cobertura llegue a mi vida o a la de gente cercana.
Los medios solemos ser, como mínimo, oportunistas.
A veces desconsiderados.
Muchas veces irrespetuosos.
Insensibles e inhumanos en ocasiones.
Decimos siempre que es el costo de la verdad.
Que no estamos para detenernos en las emociones de los que cubrimos.
Pero unas líneas arriba mencionaba que los medios son tanto incomodos como necesarios para la fama y el poder.
El problema para los medios en estos tiempos es que su condición de incomodos se mantiene.
No tanto el de necesarios o indispensables para la fama y el poder.
Vamos, que los medios para efectos de posicionamiento mantienen ese rasgo que molesta a quienes cubren.
Pero no el que los mantenía relevantes y cercanos a ellos a pesar de lo que se publicara.
En este reacomodo de piezas, siendo incomodos pero ya no tan indispensables, ¿es necesario que los medios seamos tan odiados?
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