Es oficial: Joe Rogan y Call her Daddy simbolizan el fin de la exclusividad en el podcasting
El sinsentido de la exclusividad que limita la relevancia cultural
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Y acá vamos de nuevo.
A reconocer que una tendencia no ha derivado más que en el regreso a lo que todos conocíamos.
Está ocurriendo con la Streaming Wars.
Está ocurriendo en el podcasting.
Está ocurriendo entre los streamers de videojuegos.
La exclusividad no es el camino.
Ni para los creadores ni para las plataformas.
Tardamos demasiado en llegar a esa conclusión.
Sobre todo cuando los antecedentes estaban ahí.
Como el de la extinción de la exclusividad entre televisoras y actores o actrices.
O como el recuerdo del fracaso estrepitoso de Mixer de Microsoft tras gastar 50 millones de dólares por tener en exclusiva a Ninja.
En Latinoamérica, Westcol representa el más reciente esfuerzo de exclusividad entre las plataformas de streaming para creadores.
Kick lo ha convertido en su propio Ibai Llanos.
Pero aunque rompió el récord de la plataforma y de la región con Stream Fighters 2, su propia versión de La Velada del Año de Ibai, está por verse que esa exclusividad tenga sentido tanto para él como para la propia plataforma en sus esfuerzos por competirle a Twitch.
El consenso es generalizado: la exclusividad como modelo no es sostenible.
No es ni lo mejor para las plataformas ni lo mejor para los creadores.
Spotify no ha dejado en visto ese aprendizaje.
Anunció hace unos días que tanto The Joe Rogan Experience como Call Her Daddy comenzarían a tener distribución en otras plataformas.
Call Her Daddy aún con exclusividad en video.
En ambos, Spotify se mantiene como partner en ventas y distribución.
De acuerdo al Wall Street Journal, la extensión del acuerdo multianual con Joe Rogan alcanza los 250 millones de dólares.
Cifra superior a los 200 millones que en su momento pagó Spotify por tenerlo en exclusiva.
Este anuncio beneficia al propio Spotify.
El descubrimiento es una de sus más grandes debilidades.
Y si bien ni Joe Rogan ni Alex Cooper requieren grandes esfuerzos adicionales para ser conocidos, la exclusividad sí era un impedimento para llegar a otras audiencias.
Ya fueron nuevas audiencias o simplemente audiencias que por diversas circunstancias no estuvieran en Spotify.
Para los creadores no sólo es una cuestión de dinero.
En los podcasts conversacionales, la relevancia cultural es tan importante como los ingresos.
Es ahí donde se define qué show trasciende y qué show empieza a perder relevancia en las conversaciones de café.
Lo mismo tendrá que ocurrir con la creación de series y documentales sonoros.
Es beneficio de todos que una producción alcance nuevas audiencias en su traslado a nuevas plataformas.
Es beneficio de todos que esa nueva vida derive en ingresos adicionales.
David Zaslav lo ha entendido al comenzar a licenciar producciones de HBO Max a Netflix desde mediados del año pasado.
Lo mismo ha hecho Bob Iger al abrir la puerta a licenciar producciones de Disney para Netflix.
Se termina la era de la exclusividad.
Se demuestra que todo regresa al mismo punto.
Como la nueva televisión que se parece cada vez más a la vieja televisión.
O como la transición que estamos viviendo de las redes masivas al retorno de las pequeñas comunidades.
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