Facebook Antijournalism Project
O por qué ha decidido prescindir del contenido informativo en Australia
Storybakers:
Hemos desarrollado la nueva versión de nuestro directorio de periodistas en Clubhouse. A partir de ahora, además de poder registrarse para recibir una invitación, encontrarán una serie de guías, noticias, recomendaciones y análisis sobre lo que acontece en esta plataforma y el modo en que el periodismo puede capitalizar o atender esas oportunidades.
Ahí también, estaremos concentrando lo más relevante de los rooms organizados en Story Baker Daily.
Para efectos de comunidad, y protegiendo los datos personales no incluyendo el correo electrónico, aquí pueden consultar el listado de personas relacionadas a la industria que se han sumado a la plataforma y conocer sus distintos puntos de contacto en redes sociales.
¡Gracias por hacer comunidad!
Pasa en Australia, pero es reflejo de una realidad mundial. La complicada relación entre Facebook y los medios de comunicación ha vivido un nuevo episodio ante el modo en que la red de Mark Zuckerberg ha decidido que frente a la disyuntiva de pagar a los medios por la inclusión de su contenido o prescindir de él, la mejor opción era esta última, argumentando que para la empresa el daño resultará mínimo pues apenas el 4% de lo que se consulta en el Newsfeed está fundamentado en información.
Antes de analizar a detalle las implicaciones de este anuncio, que ocurre en un sitio pero se escucha en todo el mundo, vamos a entender el contexto que terminó llevando a Facebook a optar por el camino del divorcio justo en tiempos en los que más parece esmerarse por cuidar su imagen pública y por requerir de una buena relación con los medios para blindarse ante los cuestionamientos que se generan en su contra desde el gobierno y el poder político.
-En abril de 2020, el gobierno australiano solicitó a la Australian Competition & Consumer Commission que generara un nuevo marco regulatorio en que se equilibrara la relación entre los publishers que desarrollan contenido informativo y las grandes plataformas digitales, en específico Google y Facebook. Aquí pueden ver el timeline oficial.
-El origen de ese requerimiento encuentra fundamento en lo mismo que ha ocurrido a nivel mundial: el duopolio construido por Facebook y Google en detrimento de los medios de comunicación, que en su mayoría se fundamentan en la monetización vía publicidad. Entre FB y Google concentran el 81% de los ingresos publicitarios en Australia.
-En lo que respecta a tiempo de consumo, les comparto esta gráfica que demuestra su poder. A esta tabla volveremos más adelante para evaluar uno de los efectos secundarios del News Media Barganing Code, que si bien parece positiva para la industria de los medios en general, presenta elementos suficientes para decir que los pequeños y medianos medios se verán en aún mayor desventaja ante los grandes publishers.
-La iniciativa de ley elaborada por la ACCC consiste básicamente en solicitar a Facebook y Google que paguen por el contenido informativo que aparece en sus plataformas, incluyendo links y snippets, parte medular de la oferta de Google al momento de presentar el resultado de una búsqueda, y también uno de los puntos mencionados en mi plática con Claudio Cabrera respecto a áreas de oportunidad en que un nuevo gran buscador podría ser bien recibido por los medios de comunicación.
-En los últimos meses, tanto Google como Facebook habían mostrado su rechazo a la regulación, advirtiendo, como también lo ha hecho Tim-Berners Lee, el padre de Internet, quien ha apuntado que contemplar un escenario en el que cualquier organización está obligada a pagar por linkear a otras fuentes rompería con el concepto de la World Wide Web, en el que no se imponen límites al intercambio de información y al cruce de conocimiento.
-Distintos analistas, entre los que me incluyo, advertimos la diferencia entre utilizar un link, punto específico de los cuestionamientos de Berners Lee, y reinterpretar ese contenido para extraer su sustancia y ofrecérsela a tus usuarios, que es lo que hace Google para mejorar los niveles de certeza que puede tener un usuario al momento de estar realizando una búsqueda, pero que también ha traído como consecuencia que en muchos de los casos ese mismo usuario decida ya no ir a la fuente original por considerar que ha sido suficiente con la síntesis informativa que le ha sido ofrecida.
-Entre los puntos que más ruido han provocado en Google y Facebook, además del económico, se encuentra la petición de advertir y explicar con anticipación cambios realizados al algoritmo que puedan impactar de forma significativa en las audiencias de los publishers, lo que desde la óptica de las tecnológicas advierten como terreno inequitativo para otro tipo de negocios, que no estando en el ámbito de los medios de comunicación, quedarían en desventaja. En pocas palabras, Google y Facebook no permitirán que les exijan explicaciones sobre cómo funciona el algoritmo y los cambios que decidan hacer.
-El proyecto de ley, pese al rechazo de las tecnológicas, sigue adelante tras haber sido aprobado por el Senado sin requerir mayores cambios a la iniciativa original, aunque dejando en claro que durante los primeros meses de su puesta en marcha habrá que afinar distintos puntos, en particular lo que respecta al arbitraje que se generaría en caso de que un publisher determinado y Google o Facebook no lleguen a un acuerdo.
En julio del año pasado más de 100 marcas decidieron dejar de anunciarse en Facebook a partir del manejo deficiente de la plataforma en términos de discursos de odio y desinformación. Las afectaciones para Facebook fueron mínimas, incluso anecdóticas, con más daño reputacional que económico, pues así como pasa con los pequeños y medianos medios que requieren de Facebook para crecer, las pequeñas y medianas empresas continuarán realizando inversiones en la plataforma.
¿Por qué Google sí acepta pagar a los medios y Facebook no?
Partamos de un elemento en el que Facebook tiene razón: los links y snippets de los medios de comunicación aparecen como resultado de las búsquedas de Google sin que haya un deseo específico al respecto. Si bien las visitas por vía SEO han sido y continúan siendo relevantes para los medios tanto cuando están fundamentados en publicidad como cuando su negocio central es el de las suscripciones, los medios aparecen como un resultado de búsqueda sin hacer una actividad voluntaria, que exprese el deseo de compartir dicho contenido. En Facebook, en cambio, salvo cuando los usuarios deciden compartir un contenido por su cuenta, el contenido informativo que se distribuye es decisión de los propios publishers, que se han visto beneficiados por esa distribución e incluso por las alternativas de monetización ofrecidas por la red.
En ese contexto, ha de advertirse que lo que ha acordado Google no es en realidad lo mismo que está pidiendo el Media Barganing Code, sino una réplica de lo que ha ocurrido en Francia, donde Google ha accedido a pagar por contenido fundamentalmente para Google Showcase, donde los publishers curarán contenido y habilitarán el acceso a ciertas historias que habitualmente estarían cerradas bajo muro de pago.
Tomando ese hecho en consideración, veamos cuáles fueron las peticiones de cambio por parte de Google a la propuesta de ley en Australia:
1) En vez de pagar por snippets y links, el Media Bargaining Code podría estar fundamentado en el News Showcase, de modo que Google pagaría a los medios por recibir contenido con valor agregado, además de que estos se seguirían beneficiando de la distribución que Google les genera
2) El modelo de arbitraje se encuentra sesgado a favor de los medios de comunicación y representa un riesgo operativo y financiero para Google. Si es modificado por un modelo estándar de arbitraje comercial, se incentivarían las negociaciones de buena fe.
3) La petición de dar aviso a los cambios en el algoritmo deberían limitarse solo a aquellos que de verdad sean significativos para permitir a los medios estar preparados ante las modificaciones que se presenten.
Bajo ese entendido, el acuerdo de Facebook con News Corp y otros medios australianos va mucho más enfocado a la creación de contenido para Showcase, el desarrollo de una plataforma de suscripción y también la realización de video periodístico en YouTube, no a los puntos clave del Media Bargaining Code.
Vale aclarar que aunque por ahora Facebook ha optado por prescindir del contenido informativo, tanto la propia plataforma como el gobierno australiano han advertido que se encuentran en pláticas para llegar a un acuerdo.
Así fue el acuerdo entre Google y medios franceses
Reuters se ha llevado la exclusiva: Google se ha comprometido a pagar 76 millones de dólares durante 3 años a un grupo de 121 medios franceses para así concluir con una disputa de más de un año en que era señalado de infringir copyright por el uso de contenidos de terceros.
A esa cifra han de sumarse, de acuerdo a documentos a los que tuvo acceso Reuters, 10 millones de dólares para que dichos medios se abstengan de demandar a Google por uso indebido de los contenidos de los medios durante los próximos 3 años.
Pero, y es aquí donde les recuerdo la gráfica que vimos líneas arriba, este acuerdo lejos de representar la llegada de tranquilidad a los medios de comunicación, ha significado la molestia de otros publishers, que se sienten excluidos y que advierten que la selección de unos y la exclusión de otros coloca en desventaja a aquellos que no fueron considerados en el acuerdo.
-El pago que Google realizará a los medios va de 1.3 millones de dólares a Le Monde, el diario de referencia en Francia, a 13 mil 741 a un pequeño medio local. A nivel grupo, Le Monde, Le Figaro y Liberation firmaron acuerdos anuales por alrededor de 3.6 millones de dólares al año, lo que además incluye, como en el caso de News Corp, un acuerdo para generar suscripciones vía Google.
El debate de la objetividad al recibir dinero de Google
Mientras los medios están tan necesitados de dinero que ven a Google y Facebook como potenciales salvadores, la aceptación de grandes cantidades de dinero provenientes de ambos referentes de Silicon Valley habilita un debate en sentido semejante al que ocurre cuando un gobierno se convierte en uno de los principales anunciantes de un medio de comunicación.
Si bien resulta mucho más natural cuestionar que un medio viva de los ingresos publicitarios, ¿cómo puede garantizarse la cobertura objetiva de un tema que involucra a Google o a Facebook cuando estos pueden representar, como lo harán en el caso de Francia y Australia, ingresos significativos para negocios que en su mayoría adolecen de una distribución sana de recursos?
Durante una de las conversaciones en Clubhouse a través de Story Baker Daily, la periodista española Rosa Jiménez Cano y yo dialogamos sobre las repercusiones de este tipo de decisiones, que si bien pueden parecer positivas para aquellos medios beneficiados, terminan por establecer un vínculo que abre puertas a la sospecha, pues así como los gobiernos han maniatado a los medios, lo mismo puede ocurrir ante el poder tecnológico que no hace más que crecer.
En esa plática, Rosa Jiménez Cano calificó la mayoría de los apoyos de estas empresas hacia el periodismo como un ejercicio de relaciones públicas, aunque también es cierto que el momento que viven los medios no da mayor margen para decir que no a plataformas, que además de todo, están haciendo uso de los contenidos que generan y ese uso, por si fuera poco, resulta significativo para el negocio en sí de los medios por el alcance adicional que representa.
En el análisis de esta historia ha de reconocerse que ni Google es el héroe ni Facebook el villano de una discusión en la que aún desde el negocio fuerte que ha debilitado a la otra parte (los medios), no les falta razón al advertir que bajo el actual ecosistema, los publishers se han beneficiado de la distribución añadida que estos les generan y que el gran error no ha sido tanto utilizar y optimizar contenido para estas plataformas, sino haberse olvidado de gestionar y construir sus propias comunidades de modo que los llevara a ser menos dependientes de las reglas que desde Silicon Valley se imponen.
Los medios habrán de dimensionar lo que representa negociar con los gigantes tecnológicos, igual o más poderosos que los gobiernos que tanto han comprometido la integridad editorial de los medios en distintas regiones del mundo.
Para dimensionar la relevancia que ha cobrado la relación de Silicon Valley con distintos países, en mayo de 2017, el Ministro de Relaciones Exteriores de Dinamarca nombró al primer embajador de un país en Silicon Valley, Casper Klynge, quien dejó sus funciones para convertirse en vicepresidente de Microsoft. A esta presencia de representantes políticos en Silicon Valley se le conoce como “Techplomacy”