Facebook se convierte en TikTok: empieza oficialmente la era de los intereses antes que de las conexiones
Y por qué la cercanía entre personas será lo de menos
Storybakers:
Escribo estás líneas desde Guadalajara, México.
Lo hago en preparación a la conferencia que daré este sábado a las 19:00 hrs.
Va de la Creator Economy y el poder que tiene para transformar la vida de las personas.
Mientras tanto quiero invitarlos a revivir mi presentación del miércoles en SIP Connect 2022.
Ahí hablo sobre las lecciones de una era de medios que no perduraron.
Encabezada por BuzzFeed y Vice, pero protagonizada por todos los que en algún momento nos creímos verdades que no tenían sustento.
Pueden verla completa aquí:
En Panmedials, los medios de la pandemia, hago un repaso a las decisiones que llevaron a los medios a su estado de crisis actual.
Propongo también un camino a seguir para salir de esa pandemia en la que nos metimos.
Adquiere aquí Panmedials, los medios de la pandemia, en versión física o digital.
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Desde el metaverso: el futuro de nuestra existencia digital
Dimensionemos el hecho de estar frente al comienzo de una nueva era para los medios.
O como mínimo para la sociedad, que no por fuerza es lo mismo.
La primera ocurrió con el traslado de los publishers a digital.
No hubo mayor variación en el modo de presentar el contenido ni en el modo de monetizarlo.
Se aceleró la velocidad de publicación y la cantidad de contenido producido, pero no el producto presentado al usuario.
En vez de leer en papel, el lector leía desde su computadora notas redactadas a la usanza de siempre.
Ocurrió fundamentalmente de 1998 al 2008.
La segunda combinó la hegemonia del consumo desde dispositivos móviles con el apogeo de las redes sociales.
Facebook fue el gran protagonista.
Lo fue a grado tal que la historia de los medios en digital sería imposible de contar sin ella.
De ahí surgieron medios que fueron referentes y estereotipos de los millennials.
Medios que tuvieron alcances inusitados, pero también decepciones que más bien fueron golpes de realidad sobre lo que es y no un medio de comunicación.
En esta era se modificaron formatos, métricas y formas de monetización.
Fue la era en que los medios se olvidaron de lo propio para construir sobre lo ajeno.
Y funcionó, hasta que esa tierra rentada decidió que sus intereses ya no encajaban con lo que hacían los medios.
La tercera es mucho más de nicho que masiva.
Se produjo cuando los medios, sobre todo aquellos con verdadera valor y tradición, se percataron de que no era sustentable seguir dependiendo del alcance y alternativas de monetización de las redes.
En ese contexto emergen los muros de pago para cobrar por lo que nunca debió ser gratuito.
Y, sobre todo, surgieron medios especializados que lanzaron productos mínimos viables a partir de newsletters, podcasts y presencia en mensajeros instantáneos.
Medios que comenzaron con el propósito por delante.
Esta etapa registra tan pocos referentes que no es tan fácil de identificar a gran escala.
Pero es quizás la que mayores promesas entrega para la industria.
De esta etapa de productos mínimos viables, crecimiento a fuego lento y formatos de comunicación directa con la audiencia surgen Axios, The Information, The Ringer y Puck.
Medios además con un protagonismo mayor por parte de sus periodistas.
Con el propósito alineado al modelo de negocio.
La cuarta era, la que recién comienza, no fue la de los medios en la Web 3.
Si bien por ahora ocupa el asiento trasero mientras termina de sembrarse como una posibilidad comprensible para la mayoría de la audiencia, el protagonista de esta nueva era es TikTok.
Pero dado que TikTok ha sido y seguirá siendo replicado por el resto, hemos de hablar de la era del video corto, y sobre todo, del descubrimiento.
Para ponerles calificativos, pensemos en definirlas como sigue:
1era etapa: intencionalidad
El lector tiene una relación de familiaridad con determinados medios de comunicación y accede para buscar el sitio específico de ese publisher.
Si bien Google llega a ser parte de esta etapa, el tráfico directo era una constante.
Y aún así, a través de Google, se expresa una intención de búsqueda.
Para el usuario era importante dónde estaba y conocer el logotipo que firmaba los contenidos que consumía.
2a etapa: medios sociales
El medio que realiza los contenidos pierde trascendencia para entregar el protagonismo a la emocionalidad de lo que se está presentando.
Si el contenido es abrazado de forma masiva por la gente, en particular por gente que el usuario conoce, se asume que ese contenido ha de ser consultado.
Se asume que la creación de contenido desde los medios puede reducirse a imágenes y posteos que vivan en Facebook.
Se da por válido que el consumo se ha ido a las redes y que o los medios pelean ahí o sus plataformas acabarán convertidas en una isla abandonada a su suerte.
3era etapa: relacionamiento directo
El colapso de los medios fundamentados en un alcance que nunca fue suyo lleva a un replanteamiento sobre cómo construir una relación con los lectores.
Se comprende que un contenido bien presentado tiene más posibilidades de triunfo que la producción de contenido en masa.
Esta era sólo aplica para medios con un nivel de especialización y conocimiento superior al de los medios volcados al hackeo de los algoritmos creados durante la primera y segunda etapa.
4a etapa: descubrimiento
La relación previa entre un creador y la audiencia no es tan relevante como el impacto del contenido mismo.
Pasamos de la gráfica social a la gráfica por intereses.
Y aquí se revienta por completo lo que vivimos en la etapa anterior de las redes sociales.
Para mayor contexto vayan a este envío:
El modo en que consumimos ya no depende de si a personas que conocemos les interesa un contenido.
Lo que en su momento fuera conocido por Facebook como interaccione significativas, para referirse a recomendaciones e interacciones hechas por nuestra red de contactos, está quedando en desuso.
Lo valida el Culture & Trends Report de YouTube con dos datos:
El 65% de los usuarios Generación Z están de acuerdo en que para ellos es más importante que un contenido sea relevante para ellos antes que ser tema de interés para los demás.
Un 55% dice consumir contenido que no es atractivo para ninguna persona que conozcan.
Tras años de pensar que lo más natural era aproximar contenido que fuera afín a nuestro grupo de amistades y familiares, las redes en su conjunto, con TikTok como hilo conductor, se han dado cuenta de que la premisa ha quedado obsoleta.
En retrospectiva hasta obvio resulta.
Salvo por los comentarios al álbum familiar en su versión digitalizada, es natural que aquello que recomienda la mamá o abuelita de un adolescente no resulte atractivo para él.
Incluso entre compañeros de clases existen perfiles tan distintos que es comprensible que cada quien vaya por su propio camino.
Entre estas variables se encuentra también la caída de la edad como uno de los principales filtros de segmentación.
Hoy una persona de 55 años puede tener mayor afinidad con un grupo de jóvenes adultos gamers que con personas de su misma edad.
Los algoritmos en combinación con el apogeo de la Creator Economy han diseñado el tablero perfecto para que cada persona se sumerja en su universo.
Y en sus propias comunidades.
Nos guste o no, esta nueva realidad de desconexión con la gente que nos rodea puede incluso ser un aliciente para el metaverso.
Nuestras conversaciones cada vez más ocurren a distancia.
Las amistades con las que más hablamos, fuera de esas que vienen incluidas en el árbol genealógico o que forjamos con el paso de los años, están delimitadas mucho más por el contenido que consumimos y del que hablamos que por las interacciones entre unos y otros.
La cercanía física es cada vez menos relevante para efectos de contenido informativo y de entretenimiento.
Es más, hasta cierto punto las conexiones humanas están dejando de tener valor en el nuevo ecosistema de redes sociales.
TikTok se considera a sí mismo como una plataforma de entretenimiento.
Los usuarios interactúan respondiendo comentarios sobre los videos que están viendo.
Pero en realidad no importa a quién le respondan.
La conversación no se produce porque conozcan al otro, sino porque va del contenido que acaban de ver.
De fondo, Facebook con el anuncio de su TikTokificación absoluta, no está reconociendo el poder de una plataforma.
Está reconociendo un nuevo hábito de consumo.
Uno que incentiva el hallazgo de nuestras pasiones aunque ello nos sumerja en una burbuja que nos separe del resto.
A título personal me ha ocurrido.
Estoy en una mesa con gente de distintas edades, incluso más jóvenes que yo, y pienso que la conversación irá sobre los temas que me apasionan dado que los considero de nueva generación.
Pero eso no ocurre.
No todos saben quién es Ibai.
No todos entienden el metaverso.
No todos saben de la Web 3.
Y en esta era del descubrimiento eso no hará más que restar relevancia a la cercanía con otras personas para permitirnos crear nuestro propio mundo.
Aunque sea para terminar relacionándonos con comunidades que hoy ni siquiera se han formado.
Tiene sentido que esas comunidades de caras desconocidas un día se trasladen al metaverso.