Gary Lineker rompe la utopia de la imparcialidad
Donde mandan las caras no gobierna el modelo editorial
Storybakers:
En estos tiempos los creadores no tienen fronteras.
Sus audiencias son globales.
Sus oportunidades lo son también.
Los streamers españoles son capaces de llenar el Auditorio Nacional de la Ciudad de México con aforo para 10 mil personas en los Premios Esland.
Más del 40% de la audiencia de Ibai Llanos es de Latinoamérica.
En YouTube han entendido que eso pasa también con sus principales creadores.
De ahí que lancen nuevas alternativas para que el contenido viaje sin restricciones de idioma.
De eso hablo en el nuevo episodio de Upload Inc.
Gary Lineker está reventando la cancha.
Como cuando era futbolista.
Pero ahora en los medios.
Un tuit suyo ha provocado un escándalo de proporciones mayúsculas para la BBC.
La BBC consideró que ese tuit contra la nueva política de asilo en el Reino Unido representaba una violación a sus códigos de imparcialidad.
La decisión fue suspender a Lineker.
Mandar a la banca a su presentador estrella.
Mostrar que ni siquiera él podía pasar por encima de los estatutos institucionales.
Demostrar que la empresa pesa más que la persona.
Incluso que una que percibe más de 1.6 millones de dólares de sueldo por año.
Pero ese argumento terminó palideciendo en cuanto estalló el escándalo en redes sociales.
A Lineker le quitaron las cámaras y el micrófono, pero no el alcance de sus cuentas personales.
Lo respaldan 8.9 millones de seguidores en Twitter.
1.2 millones en Instagram.
Y decenas de presentadores y trabajadores de la propia BBC a los que no les gustó la decisión.
Es una figura pública con la particular devoción del futbol y el respeto que se ha ganado en televisión desde 1999.
Pero es ante todo el resultado de una era en que no va más la idea de los medios sin libertad de expresión.
De ahí que la BBC haya tenido que dar marcha atrás reconociendo que hay áreas grises sobre las que deben aprender a trabajar.
Que con Lineker esas áreas grises pasan tanto por lo correcto o incorrecto que puede resultar sancionar la opinión como por el hecho de que Lineker no es un empleado sino un colaborador.
Y que las condiciones son distintas por más que existiera la llamada cláusula Lineker que le recomendaba ceñirse a los fundamentos de la BBC.
El debate sirve como insignia de una ruptura de paradigma para toda la industria.
Resuena porque ocurre en uno de los máximos representantes del periodismo tradicional.
Resuena porque es Gary Lineker.
Pero aplica para todos los medios en relación con creadores.
Y la tendencia irá a más.
Porque el talento visto como marca personal comprende que mientras tenga plataformas y comunidades propias puede ir más allá de un medio de comunicación.
Que su voz puede ser borrada de un medio, pero no de Internet.
Y comprende también que la imparcialidad puede ir no solo en contra de sus ideales, también de su negocio.
En lo que refiere a ideales porque carece de sentido exigir que se reprima la posibilidad de opinar en aquellos espacios en los que la plataforma que se utiliza no es de la empresa con la que se tiene un acuerdo.
En lo que refiere al negocio porque el ideal de la imparcialidad se diluye en una época en que tanto el algoritmo como la aproximación comunitaria demanda posicionamientos.
De ahí surge una pregunta para lo que no es posible encontrar respuestas absolutas.
¿Podemos ser unos en un espacio y otros en otro?
¿Podemos separarnos de una identidad en un lugar y abrazarla en otro espacio?
Si lo hacemos, ¿la audiencia tendrá la capacidad de hacer también esa distinción?
¿Los anunciantes?
¿La gente de la que opinamos en un espacio para entrevistarla con imparcialidad en otra?
En realidad siempre hemos tenido opiniones que van más allá de lo que decimos frente a las cámaras y micrófonos de la radio o la televisión.
Siempre hemos tenido ideas y conceptos que no expresamos en un periódico.
Pero antes eso que decíamos no encontraba más repercusión que el círculo social que frecuentáramos.
Ahora nuestras ideas llegan a todos.
Las redes sociales son espacios en los que conversamos y compartimos puntos de vista.
Un medio antes se constituía a partir del modelo editorial que se adoptara como propio.
Pero ahora ese modelo editorial se pregunta cómo coexistir con los modelos editoriales de cada una de las personas que integran a ese medio.
Si todos somos medios, ¿dónde empiezan y terminan las jurisdicciones de unos sobre otros?
Los medios tienen el derecho de seguir imponiendo códigos de conducta y modelos editoriales.
Pero los individuos tienen el derecho de establecer sus propios códigos y modelos de comunicación.
Existe un escenario posible, como la propia BBC lo intenta con quienes sí son en toda forma sus empleados, de que estos aprueben ceñirse a los lineamientos que le dicten con aplicación en todas las plataformas.
Pero para eso los medios tendrían que estar en condiciones de pagar exclusividades que difícilmente serán sustentables cuando se trate de los grandes talentos con sus grandes comunidades.
El de la colaboración será por tanto el régimen que impere en el nuevo ecosistema de medios.
Y ahí los dilemas existenciales serán infinitos dado que es un círculo en el que los derechos de la corporación se enfrentan a los derechos del individuo.
Vendrán nuevos conflictos y debates.
Nuevos choques de derechos en que a nadie le asiste toda la razón.
Los medios tendrán que aprender a lidiar con el enojo de las comunidades de los creadores.
A correr ese riesgo cuando decidan anteponer su modelo editorial a la libertad que bien o mal tienen los individuos en estos tiempos.
Y si no, tendrán que asumirse como plataformas semejantes a las redes sociales.
Aunque ahí también serán criticados.
Entonces se dirá que por qué no se hacen responsables de lo que sus colaboradores están diciendo.
Como pasa con Facebook cuando no se reconoce como medio de comunicación.
Como pasa con TikTok.
Este problema es tan grande que no tiene solución hasta que normalicemos precisamente eso.
Que ya nadie se callará.
Que los medios están en su derecho de suspender o echar a quien quieran.
Pero que los presentadores, talentos y creadores siempre podrán encontrar la manera de existir sin los medios.
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