La depresión del periodismo, presentada por Quartz, Netflix y Buzzfeed
¿El periodista debe dejar de trabajar en exclusiva para un medio?
Storybakers:
1.- La próxima semana estaré participando en Colombia 4.0, en Bogotá, donde me tocará compartir espacio con Ernesto Martelli, director de innovación de La Nación, y Raúl Ramírez (Isopixel), emprendedor del ecosistema blockchain, para hablar sobre Web 3 y sus oportunidades para los medios de comunicación.
Aquí toda la información del evento.
2.- Una reflexión que quiero dejarles.
Estamos acostumbrados a presumir las mejores coberturas y noticias en todo momento.
Pero en el fondo como medios y periodistas sabemos que ni podemos ganar todas las batallas ni todo el tiempo hay algo en lo que auténticamente podamos marcar diferencia.
¿Qué si nos encendemos y apagamos según aquellos temas en los que de verdad tengamos algo que decir?
Los streamers demuestran que ese camino funciona.
También medios como Puck o Grid, que no están en todo, sino sólo en lo suyo.
3. Y para acabar este apartado, una joya más de los medios deportivos que no paran de hacerse daño tragándose bulos y desinformando a la menor provocación.
Que la depresión de los medios no sea la del periodismo
Ser periodista duele de forma constante.
Duele porque se vive en un estado de incertidumbre laboral.
Duele porque desde la academia, incluso hoy, se reciben capacitaciones que de poco sirven para el verdadero ejercicio periodístico en los nuevos tiempos.
Duele porque hay países en los que ser periodista puede implicar jugarte la vida.
Duele porque son constantes los casos en que lo que es valorado por la industria termina fracasando en su realidad como negocio.
Y duele también porque aún después de la pandemia los medios y empresas que en algún punto dijeron apoyar el periodismo se desinflan hasta perder el rumbo.
Y en ese extravío, el periodismo como actividad y el periodista como profesional están siempre entre los principales afectados.
Como si ni el periodismo a profundidad ni el periodismo más superficial, entregado a algoritmos más que a las personas, fueran un negocio lo suficientemente sólido para merecer seguir existiendo sin más alteraciones que las que en verdad dicte la necesidad de innovar.
En menos de una semana tres casos se integran a la misma fila de noticias que como mínimo ameritan un emoji triste para la industria.
Desde hace años en la industria se asumió que Quartz sería de los grandes referentes del periodismo de negocios.
Apenas ayer anunció su tercer cambio de dueño para ir a dar a manos de G/O Media, empresa que hoy es propietaria de medios zombie (muertos vivientes) como Gizmodo, Gawker, Deadspin y The Onion.
En su comunicado a todo el staff, Zach Seward, CEO y fundador de Quartz, cae en la retórica de siempre.
La promesa de un futuro mejor como resultado de su unión a una organización que comparte ideales y propósitos.
La integración, sin despidos de por medio (en ese por ahora que cambia unos meses después), a un equipo integrado en las áreas comerciales y de producto, así como la independencia editorial.
Y un futuro prometedor como uno de los máximos referentes de los medios de negocios.
En el fondo, todos presentimos que la historia de Quartz está sellada.
Que la eliminación de su muro de pago hace unas semanas significará que han tirado la toalla en esa ruta para concentrarse en publicidad.
Si no encontró la cuadratura cuando se le veía como uno de los grandes pioneros del periodismo de negocios basado en newsletters, menos lo hará en una organización que ha tomado los retazos de marcas que no serán lo que fueron, incluyendo Quartz.
Su caída, es en cierto modo, también la del periodismo.
2) Aunque Netflix asegura que Tudum se mantiene como un pilar estratégico, al menos diez periodistas fueron despedidos sin previo aviso como consecuencia de la crisis que vive la empresa al haber perdido suscriptores por primera vez en más de 11 años.
Apenas en diciembre del 2021, Netflix hacía el lanzamiento oficial de Tudum para convertirlo en un sitio de referencia sobre las series y películas ofrecidas por la plataforma.
Se trataba de un ejercicio de un poderoso ejercicio de content marketing que incluso se planteaba utilizar el conocimiento que el algoritmo de Netflix tiene de sus suscriptores para llevar esa misma dinámica de recomendación al sitio de Tudum.
Ya en la realidad, Tudum nunca fue integrado a Netflix ni promovido en redes sociales para incrementar su alcance y así, potencialmente, tener un racional de negocio.
En plena crisis por la pandemia, se asumió que el content marketing sería uno de los terrenos más seguros para el periodismo.
El problema de ese content marketing que también podríamos llamar periodismo-marketing es que al ser sólo una simple herramienta de conversión o retención, si el negocio va mal, la apuesta se apaga en cualquier momento.
Hace unos meses Netflix se hizo con talento periodístico de alto nivel.
No lo hizo contratando gente desempleada, sino ofreciéndoles cambiar de trabajo a periodistas que formaban parte de empresas como Condé Nast o The Hollywood Reporter.
Netflix asegura que TUDUM no se va a ningún lado, pero cuando cinco meses después de haber hecho un lanzamiento acabas despidiendo a una decena de personas es difícil augurar un mejor futuro.
El periodismo-marketing tampoco es la solución.
3) En Buzzfeed no anunciaron despidos, pero sí una serie de estrategias que parecen mostrarlo más en una línea reactiva que en verdad visionaria frente a la crisis que vive desde que decidió convertirse en empresa pública.
Jonah Peretti anunció, entre otras cosas, el regreso de HuffPost Voices para dar voz a las minorías, la creación de 19 Under 20 desde Buzzfeed News para reconocer a las mentes más brillantes de la generación Z, el lanzamiento de una red enfocado en apoyar e impulsar a creadores llamada Catalist, y un formato publicitario en formato vertical para Reels, Tik Tok y Shorts de YouTube al que ha bautizado como Upshots.
Si nos concentramos en las noticias, dejando de lado el potencial que tiene la realización de un evento conjunto entre Tasty y First We Feast para crear “Eat Your Feed Festival”, la reapertura de una sección desgastada de una marca igualmente desgastada como el Huffington Post no es suficiente para pintar un mejor panorama para Buzzfeed, mucho menos un indicio de que vendrá algo mejor económicamente la empresa.
Respecto a 19 Under 20, se trata de una audaz estrategia para ser parte de la generación Z, pero no queda claro que un evento vaya a ser suficiente para provocar que Buzzfeed se convierta en el referente generacional que sí que fue de los millennials.
En el sentido más amplio, y aunque reconozco que estoy entre quienes invirtieron cuando BuzzFeed dio el salto a Wall Street, ninguna de sus acciones apuntan a una estrategia poderosa para incrementar su valor de forma significativa.
Buzzfeed en Wall Street es un medio aferrado a estar donde no le corresponde estar.
Catalist y Lighthouse, plataforma que da acceso a anunciantes a first-party data de más de 150 millones de personas relacionadas a las marcas de Buzzfeed, son sus apuestas más decididas en el ámbito de los negocios.
Sobre Catalist habría que preguntarse si en verdad hoy un creador necesita de Buzzfeed para posicionarse.
Y sobre todo si a nivel negocio tiene sentido para esas marcas personales compartir lo que puede generar a partir de un expertise que alcanzó su mayor éxito en Facebook, no en las nuevas redes.
Los 150 millones de usuarios que forman parte de Catalist son atractivos, pero recordemos el notable fracaso de Verizon cuando pensó que creando Oath iba a poder convertirse en un competidor digno de Facebook y Google.
Al periodismo, como ha quedado claro, no le llega la certeza ni a través de la independencia que representaba Quartz, ni del periodismo-marketing con Netflix, ni de la mano de Buzzfeed y la cada vez más difusa existencia de Buzzfeed News.
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¿El periodista debe dejar de trabajar en exclusiva para un medio?
La pregunta es necesaria.
Si partimos del periodista como un creador de contenidos entenderemos que él es la anomalía entre los de su tipo.
Un cineasta, a menos que se le ofrezca un contrato acorde a sus expectativas, no trabaja en exclusiva para una plataforma de streaming.
Si acaso compromete determinada cantidad de películas o series.
Un actor, salvo que con dinero compren su alma, tampoco acepta esas exclusividades que quedaron varadas en el siglo XX.
Incluso un futbolista firma con un equipo, pero tiene abiertas las posibilidades de generar ingresos por múltiples vías, incluyendo patrocinios personales y proyectos terceros en los que decida participar.
En esta estructura de talento individual, al periodista se le ha considerado más un trabajador de material en serie que un autor de propiedad intelectual.
Y me parece que ahí está uno de los grandes problemas del periodismo.
Al periodista se le pide que entregue su día a día laboral a cambio de un sueldo rara vez competitivo y de una dependencia que no le hace bien ni a él ni al propio medio de comunicación.
Los medios hoy viven tal inestabilidad como plataformas que rara vez pueden estar seguros de la vigencia que tendrá un rol en los próximos meses.
A veces ese puesto es necesario eliminarlo por efectos de la disrupción tecnológica.
Otras tantas porque el negocio no ha ido como se esperaba.
Algunas más porque la fuente de ingresos principal, como en el caso de Netflix, se está yendo al garete.
Los medios de todo tipo contratan gente con la mejor de las intenciones pero su volatilidad es tal que resulta un tanto irresponsable pedir a los periodistas que se entreguen en cuerpo y alma a ellos.
En estricto sentido, los medios son como las redes sociales.
Ambos dependen de lo que los creadores/personas/periodistas publiquen en sus plataformas.
Las redes, habitualmente, han combinado esa creación con la publicidad, justo como los medios.
Pero los medios tienen que pagar por ese contenido, mientras que las redes lo reciben de forma gratuita y reparten sólo una pequeña parte de esos ingresos.
Si, por otro lado, se pretende considerar a los medios como una plataforma premium, ha de advertirse que su producto tecnológico no incrementa de forma significativa el alcance de los creadores, no les arroja formas creativas de monetizar (aunque sí un ingreso seguro mientras el negocio no se vaya a pique) y ni siquiera fomenta la creación de una comunidad para esos creadores.
Reddit es la muestra viviente del poder de un medio cuando se asume sobre todo como plataforma.
Es un platisher en toda la extensión de la palabra.
Pero ahí hay comunidad, hay interacción, hay conversación, y hay viralidad.
En estos tiempos de incertidumbre para los medios, donde a final de cuentas el producto central pasa por aquello que hacen los creadores, el periodista tendría que entender que está mejor lidiando con los riesgos de la independencia que firmando por estar en un lugar con una turbulencia tan grande como cualquiera que depende enteramente de los creadores y que a nivel negocio no cuenta con el poderío para plantarle cara las tecnológicas y su arsenal de datos.
En un hilo reciente, Jason Kilar, ex CEO de HBO Max y Warner Media, advertía que pensar en vivir solo de la publicidad no era viable para plataformas que pagaban por contenido.
Mencionaba que por eso plataformas como YouTube o Facebook sí pueden hacerlo.
Para las que sí pagan por contenido, como las plataformas de streaming, advertía que el camino tenían que ser las suscripciones acompañadas de la publicidad.
Es cierto que la matemática no es igual entre medios y ese tipo de plataformas por la naturaleza del contenido que generan, pero también lo es que esa realidad mixta de publicidad y suscripciones no existe, salvo contadas excepciones en Latinoamérica, dentro de la industria.
Hoy el negocio es tan cambiante como las temáticas que interesan a la audiencia.
Si tenemos un entorno cambiante de negocio y de narrativa, lo más sano sería promover las colaboraciones antes que los empleos.
En los medios del futuro cercano veo organizaciones cada vez más delgadas con un creciente abanico de colaboradores.
Uno en el que, además, no sólo habría periodistas, sino también insiders, creadores y académicos.