

Discover more from The Muffin por Mauricio Cabrera
La deuda histórica de Marvel y DC con el periodismo
El reflejo en la ficción muestra la urgencia por cambiar la percepción sobre el periodista
Storybakers:
Mi conversación con Adriana Amado en el más reciente episodio de The Coffee no ha parado de darme vueltas en la cabeza.
Con ella hablo sobre el periodismo mutante, sobre los medios como los más atrasados en el entendimiento de la nueva realidad de la industria y sobre la contradicción en la que vive el periodista desde el universo cinematográfico de Marvel y DC, donde Clark Kent y Peter Parker son retratados como trabajadores cualquiera que en su vida secreta son superhéroes preocupados por hacer el bien a la humanidad.
Pueden escucharlo aquí:
Adriana me cuenta que ella ve el universo de Marvel y el de DC como un espejo que muestra lo difícil que para el periodista es cargar con la exigencia del heroísmo, como particularmente le ocurre a Peter Parker cuando ha de tomarse una selfie vestido de Spider Man para poder entregar el material que más lo valoran sus editores.
A mí me interesa enfocarlo desde otro ángulo que también termina conectando con la necesidad de cambiar el status quo.
Sin pretender comparar las luchas sociales por la equidad y la libertad de género con los desafíos y transformaciones de una profesión, el fondo puede ser semejante.
Así como se ha empujado que desde el mundo de los superhéroes, las caricaturas y las producciones audiovisuales en general se contemple a protagonistas de razas distintas, con distintas inclinaciones sexuales y problemas particulares para impulsar la inclusión en todas sus formas, el universo de los superhéroes podría hacer lo suyo por el periodismo.
Al periodismo le urge comprender que lo que se daba por cierto años atrás no tiene por qué seguir siendo realidad.
El periodista hoy no tiene por qué resignarse a ser maltratado por sus editores, como en cierto modo lo padecen Clark Kent y Peter Parker.
El periodista hoy tampoco tiene que resignarse a aceptar que su trabajo sea mal pagado porque así ha sido siempre en los medios.
El periodista hoy no tiene que ser Peter Parker tomándole fotos a lo que otros valoran.
El propio Marvel entiende que los tiempos cambian: en el 2012, desde los cómics, Clark Kent renunció al Daily Planet, donde trabajaba desde 1940, para convertirse en un blogger independiente.
Peter Parker, pese a que sólo tiene como momentos de brillo aquellas imágenes en las que él mismo es protagonista, ha construido su vida como freelancer.
Pero aún con esos atisbos de liberación, ni Peter Parker ni Clark Kent muestran lo que puede ser un periodista en la actualidad.
En los tiempos que corren, un periodista puede ser el dueño de su propio medio, que no sólo de su marca, puede llevar sus investigaciones escritas a plataformas de streaming o de audio y puede concebir documentales que compitan por un Óscar.
El perfil de Clark Kent y Peter Parker como periodistas (o fotógrafo en el caso de Peter) ha quedado obsoleto.
El problema no afecta tanto el desarrollo de sus historias en el universo de Marvel, pero sí la de una industria que todavía se pregunta como dilema o cuestión si se vale hablar del periodista como dueño de su propia marca.
El concepto de marca aplicado al periodismo no tendría por qué generar incomodidad o molestia.
Los grandes presentadores de radio y televisión, muchos de ellos periodistas, se constituyeron como marcas al tener un estilo definido, una presencia constante y una audiencia definida en uno o varios shows determinados.
Que un periodista construya su propia marca no significa que no pueda trabajar de forma exclusiva para una empresa, siempre y cuando ésta le pague lo que éste considera pertinente por el valor de su trabajo.
Para un periodista hoy, como se deja ver en la nota en que se reporta la renuncia de Kent al Daily Planet, puede haber más desafíos que certezas yéndose por la vía independiente.
Si a los grandes talentos televisivos o a las grandes firmas del Times les pagan muy bien por su trabajo, resultaría comprensible que acepten que su trabajo sea exclusivo para un medio en todas sus manifestaciones, mas no por ello dejan de ser una marca muy bien cotizada que por ahora tiene un acuerdo de exclusividad, pero que ya después podrá buscar otras alternativas.
Cuando Taylor Lorenz distingue generacionalmente entre los periodistas jóvenes que entienden el valor de tener su propia audiencia y los periodistas legacy que optan por trabajar por un medio, desconoce que muchos de esos periodistas jóvenes que se conciben como marca quisieran vivir en las comodidades de un gran contrato televisivo.
El problema, por tanto, no tendría que ser si un periodista ha de crear su propia marca o no, lo que en realidad se reduce al poder de un nombre propio como el primero que viene a la mente cuando surge una necesidad o inquietud, sino por el modo en que se valora el trabajo periodístico.
La mayor libertad no se consigue tanto con la capacidad de publicar donde se quiera, sino con las posibilidades económicas de hacer un trabajo determinado, ya sea en uno o varios formatos y manifestaciones, que permita crear el estilo de vida que uno quiere para sí mismo.
Si desde el Times o el Washington Post están dispuestos a pagar lo que un periodista considera justo por su trabajo y las condiciones quedan claras desde el principio, no estaremos hablando de un periodista sin marca siendo absorbido por los intereses de una organización, sino de dos marcas (corporativa y personal) que han llegado a un acuerdo de exclusividad.
A los periodistas que les incomoda percibirse como marcas más bien les incomoda el desafío de ser diferentes en tierra de iguales.
Es más fácil escribir y hablar como cualquiera que construir un estilo propio.
Es más fácil que alguien te diga qué hacer que tener la disciplina de decidirlo por ti mismo.
Es más fácil recibir un pago puntual por tu trabajo que despertar con la incertidumbre de no tener clara tu forma de monetización.
Si no gusta el concepto marca, entonces hablemos de estilo, o simple y sencillamente de diferenciación.
Kapuściński no iba por la vida pensando en que le incomodaba tener su propia marca, más bien se concentró en un estilo tan definido que hoy sería incuestionable su atractivo para contar historias en cualquier formato.
La construcción de marca no tiene por qué ser un dilema.
Ha sido siempre el filtro entre los que destacan y los que se pierden en el genérico, como el agente Smith en Matrix, o como Clark Kent siendo uno más en el Daily Planet.
Sé que Marvel y DC tienen otras prioridades.
Que desde la industria audiovisual hay causas más relevantes que impulsar.
Pero no vendría mal que pronto una película de superhéroes reflejara a Clark Kent y a Peter Parker bajo las posibilidades del nuevo periodismo.
Únete a los grupos de Story Baker en Telegram
Cheat Media Links and Talks: lo que tienes que saber de la industria sin tener que buscarlo en Twitter ;-)
La Podcastería: el punto de encontro para creadores de audio con ligas, ideas y recursos.
La Creator Economy: historias y briefing diario sobre la economía de los creadores que está cambiando al mundo
News de News: Todo sobre Newsletters
Desde el metaverso: el futuro de nuestra existencia digital
La Journalist Economy: la oportunidad perfecta para mejorar las condiciones de la industria
Si un medio sano tiene múltiples formas de ingresos, ¿por qué un periodista no debería tenerlos?
El periodista que acceda a ofrecer sus servicios en exclusiva tendrá que cobrar acorde a lo que ello implica.
Y aún con el dinero por delante, deberá invertir en su propia educación, o negociar para que esa empresa que ha cumplido sus condiciones financieras también satisfaga sus condiciones intelectuales y profesionales.
El problema del trabajo exclusivo no pasa tanto por concentrar en una sola fuente la generación de ingresos sino por el estancamiento que puede representar estar en un medio que no necesariamente te posiciona en el mercado.
Vamos, que si estás en el Times es posible que de ahí puedas conseguir trabajo en otro lugar.
Pero hay miles de periodistas que trabajan a cambio de mala paga en redacciones donde no se les pide que hagan un trabajo que agregue valor, que les aporte algo para su futuro profesional o que les permita crear marca.
En ocasiones, el sueldo presente de un periodista, como de cualquier trabajador, puede ser la clave de su estancamiento futuro.
Comodidad financiera sin tiempo para la actualización y reinvención constante no es un buen deal para nadie en estos momentos.
La Journalist Economy ha democratizado la posibilidad de que el trabajo de un periodista sea valorado.
Antes, salvo por grandes excepciones, las buenas condiciones para un periodista en realidad eran exclusivas de los presentadores de radio y tv.
Con la Creator Economy que es también la Journalist Economy, el poder de una pluma puede ser suficiente para construir una marca que le permita a ese autor posicionarse en el mercado.
El ruido sobre los límites o no en la construcción de marca no debe venir desde los periodistas, que estarán perdiendo el tiempo si se preguntan el valor de hacer un trabajo que trascienda y que lleve inscrito en todo momento su firma, y por tanto, su marca, sino desde los medios, que están pataleando ante el hecho ineludible de que a los talentos periodísticos o se les pagará mejor o no estarán en sus filas.
Para los periodistas es positivo que medios como el New York Times o CNN se pregunten cómo relacionarse con las marcas periodísticas.
Es también natural que su primera reacción sea cómo establecer límites.
Ante cualquier intento de libertad, la reacción del que tenía el control suele ser la de restringir esa libertad.
El único modo que podrían tener para conseguirlo es elevar aún más los ingresos de sus periodistas, lo que sería positivo de cualquier forma.
Cuando finalmente acepten que sus presupuestos, ni siquiera los del Times o CNN, dan para tener en exclusiva al mejor talento, idearán nuevas formas de relacionarse con el talento.
Como lo hace Puck.
Como lo ha hecho Morning Brew con una red de insiders.
Como lo hace Axios con sus newsletters de autor bajo un marco corporativo.
El problema no es de los periodistas.
Un periodista, como cualquier creador o artista, ha de pensar siempre en cómo dejar huella con su trabajo, en cómo ganar audiencia y en cómo valorarse.
Que construya o no su marca debería estar fuera de cualquier debate.
El problema es de los medios.
Que o mejoran sus condiciones o vivirán una fuga de talento.
De eso escribo en Panmedials.
De eso también he escrito en este mismo espacio.
Y en esa lucha por la nueva realidad del periodista, Marvel y DC podrían sernos de ayuda.