Storybakers
Hay dos verdades dentro de la creación de contenidos en internet. La primera es que siempre se buscará aquella tendencia que -supuestamente- vuelva obsoleto al texto, a favor de una nueva tecnología usualmente relacionada con mejores ganancias de publicidad programática.
La segunda es que el texto siempre prevalecerá, dentro de las formas actuales de consumo, como la forma más práctica, sencilla y líder en cuanto a creación de contenido.
A algunas marcas, inversionistas y tecnológicas les convendría matar al texto. Como cereza en el pastel, lo ideal para dichos actantes sería eliminar la auto publicación sin plataformas valladas y la misma web libre.
La realidad es que el texto es invencible y la misma web abierta (aquella a la que entras por el navegador, independiente de plataformas) sigue fuerte en 2021.
El texto es imposible de asesinar. Es más: no existe el internet post-texto.
Te explicamos algunos casos prácticos y qué podemos aprender a futuro, para prevenir caer en apuestas estériles como creadores de contenido.
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El texto en la web abierta y su supremacía tienen un análogo: los libros
Mientras las revistas y periódicos mueren poco a poco a favor de -irónicamente- compartir texto desechable con rapidez desde la web, los libros impresos siguen fuertes a nivel comercial y de caché.
Hace unas semanas hablábamos del caso de Delia Cai, una estrella de los newsletters que incluso fue destacada por Substack como caso de éxito, y cómo ha dejado en segundo plano aquello que la hizo despegar (su newsletter) a favor de un contrato para publicar un libro y además un trabajo dentro de una de las marcas más poderosas del publishing: Vanity Fair.
Es decir, estamos en un caso de éxito de una autora primordialmente de texto, nacida en digital y que incluso ve más valor para su carrera en un título legacy (Vanity Fair) y la forma de expresión editorial más de antaño: un libro.
Su majestad, la lectura en navegador…y en papel
Han sobrado intentos por modernizar una experiencia glossy de lectura de largo aliento por medio de apps de iPad que nunca acabaron de cuajar y/o experiencias innovadoras en la web que han tomado un lugar secundario ante la vieja experiencia de leer por medio de slides o el viejo hilo de texto plano contra un fondo de contraste.
Aunque pueden existir un puñado de razones románticas para explicar el atractivo eterno de los libros de papel, como este ensayo de The Guardian que habla de ellos como una forma de arte en sí mismos, son buen análogo a la eterna practicidad de leer en el navegador como ha sido la costumbre desde hace más de tres décadas: con scroll.
Incluso, TikTok mismo es reminiscente de esta experiencia al ser una fuente inagotable de pull to refresh o el acto de desplazar hacia arriba el contenido viejo para consumir más, como el hecho de pasar de un párrafo a otros con el ratón en un PDF o documento de Word desde que usábamos Windows 95, experiencia desconocida para la Generación Zeta.
Es más, el mero hecho de usar TikTok deriva en una especie de app de lectura ya que bastantes creadores dependen de una gran cantidad de captions o apoyos en texto para dar a entender sus bromas o argumentos, o bien existen quienes diseñan sus clips para ser disfrutados sin audio.
Hay quien podría argumentar que TikTok para aprender es una peor experiencia que leer un posteo dentro de Facebook, un blog o un hilo en Twitter. Probablemente estén en lo correcto, pero es una muestra de que el atractivo de los infames slides que llevaron a la cima a Business Insider siempre estuvieron por la ruta correcta: la gente busca leer, pero no todos de la manera convencional.
El eterno perdedor contra el texto: el vídeo
No van ni cinco años de los estragos del desastroso primer pivot to video en los medios de comunicación, motivado por Facebook, y algunos insiders advierten una tendencia peligrosa con el movimiento de VICE Media en el que ha despedido periodistas de texto para enfocarse en vídeo corto.
Si el primer pivot to video fue impulsado por el éxito temprano de los creadores en YouTube con vlogs convencionales y una mezcla entre vídeos tipo Playground de pietaje de stock con texto encima, este segundo aire está seducido por el éxito de TikTokers e influencers de formato Stories.
Tanto así que VICE ha invertido en su propia app de edición vídeo para consumo interno en vista de que cada editor sea capaz de generar Stories y TikToks.
Al final son una peor y más tardada forma de lectura que los viejos párrafos en un navegador, pero cuentan con la preferencia actual de las audiencias.,
En un ensayo anterior contábamos que algunos analistas indican que es improbable que un creador con capacidad para generar hits virales se quede en VICE (o cualquier corporación) cuando su barrera de entrada para hacerse de un nombre y dinero está a poca distancia gracias a las plataformas.
Lo mismo sucede con los creadores de texto, apenas volteados a ver en medio del movimiento de La Creator Economy, y con un formato todavía más viejo que la autopublicación en blogs: los newsletters.
Todo es cíclico: volvemos al newsletter
Si bien la voz editorial de los dosmiles fue definida por jóvenes escritores y/o outsiders sin los canales tradicionales de expresión, el peor pecado de los blogs fue la falta de un andamiaje comercial programático que permitiera a un autor con mil fans leales monetizar de manera sencilla.
Los newsletters, ya sean Substack o Revue, son atractivos y construyen desde el mismo concepto de los blogs (autoexpresión escalable, por más personal y de nicho que sea) pero caen en tener su momento en 2021 gracias a una narrativa similar a la de los youtubers: puedes vivir de tu arte.
¿Cómo? Casos como el mencionado de Delia Cai, que comercializaba menciones artesanalmente al mismo tiempo que activó suscripciones por medio de Substack, que incluso sirven de ejemplo del newsletter como impulsor de una marca personal.
Incluso, cooperativas de autores de texto como Discourse Blog o Defector, que han logrado ingresos sustentables al básicamente ofrecer los mismos blogs/tabloides de antaño, pero bajo el disfraz de mega newsletters colectivas.
Crear en vídeo vía YouTube ha demostrado ser muy redituable pero cada vez más cooptado por creadores con grandes presupuestos sin dejar de ser nativos de la plataforma, y del otro lado TikTok ofrece millones de seguidores al alcance de un vídeo viral pero sin una ruta clara para volverlo un negocio sostenible.
Sin embargo, ese sleeper que es el texto surge como el estandarte de una clase media de creadores y gracias a algo tan poco innovador o legacy como un newsletter.
¿Acaso no es señal de lo invencible del texto?
(O de la falacia del internet post-texto)
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