La hora del periodismo en español
¿O por qué el gran periodismo no tendría que ser exclusivo del inglés?
El contexto llama a que contribuyamos al reposicionamiento de lo que hacemos. Desde múltiples ángulos se presenta un cambio de condiciones que tendría que favorecernos. Hoy una serie en español viaja hasta convertirse en un fenómeno mundial gracias a Netflix. En los Academy Awards en los últimos años se ha hablado más español que nunca, con uno, dos, y hasta tres mexicanos conquistando la industria cinematográfica. En podcasting, emergen ficciones sonoras de alto presupuesto que revientan paradigmas impuestos respecto a lo que se puede hacer o no desde países de habla hispana. En emprendimiento, las startups latinoamericanas alcanzan valuaciones insospechadas y se convierten en una de las tierras prometidas para los fondos de inversión.
Falta que el periodismo en español dé ese salto. Que se globalice. Que se valore. Que nosotros mismos lo hagamos. O eso o seguir limitando nuestros alcances a lo que pasa en nuestra colonia o país, porque el resto es demasiado grande para nosotros, porque para eso ya están medios y analistas en inglés que nos superan, que tienen lectores más maduros, que disfrutan mejores condiciones de trabajo, que se dirigen a anunciantes que desde el generalismo y desde el nicho contribuyen a que las propuestas sean más que un ejercicio idealista que tendrá que vivir del apoyo de organizaciones internacionales dado que nunca tendrá la escala suficiente para vivir de otra manera. Falta que como industria nos decidamos a valorarnos.
Este envío, vale decirlo para contextualizar, surge de una entrevista que me hizo Anna Portella para La Lista. Durante la plática, me preguntó si desde México se estaban contando buenas historias. Y si bien atiné a decir que producciones como Quién mató a Sara y, claro, como las películas de Cuarón, Del Toro e Iñárritu, me hacían sentir orgulloso como mexicano y como creador de contenidos, he de decir que respecto al producto periodístico, advirtiendo que no por generalizar me pasa desapercibido el esfuerzo de organizaciones e individuos que ponen en riesgo hasta la vida con tal de informar, mi respuesta es distinta. No es fácil encontrar grandes historias en español. No es fácil ni siquiera tener el hábito de buscarlas, dado que en determinado sector de la población nos hemos habituado a leer noticias en inglés, a escuchar en inglés, y a reconocer y respetar, quizás en exceso, a los que crean contenido en inglés. Como si la lengua fuera la primera gran barrera entre los que saben y los que no.
¿Qué detiene al periodismo en español? ¿Qué tendría que cambiar para que el aprecio al periodismo en español alcance no solo repercusión en mercados anglosajones sino también una mejor valoración entre nosotros mismos? Aquí analizo algunas de las áreas de oportunidad (debilidades) que percibo en nuestra oferta:
1) Descrédito impera sobre reconocimiento: mientras que en Estados Unidos ni siquiera se cuestionan si es necesario o no incluir el link a un contenido de terceros que abona al tema que se está sugiriendo, en los medios de habla hispana es habitual recurrir a cualquier tipo de maniobras para evitar dar algún tipo de reconocimiento.
Las conversaciones en la mayoría de las redacciones latinoamericanas no incluyen ni siquiera un debate sobre la mención a un medio competidor, mucho menos la del envío del tráfico a ese medio cuando ha publicado una nota positiva. Anteponemos el ego y el supuesto prestigio que tenemos al más elemental servicio al lector, que si algo necesita es una guía para saber qué historias navegar, no una maquinaría obsoleta que se concentra antes en los intereses corporativos más que en el valor agregado.
En la era del networking content, como lo escribí hace unas semanas, los medios de comunicación continúan siendo, en su mayoría, celosos de su información, ajenos a las dinámicas de compartir porque sí, porque si no somos capaces de reconocernos entre colegas menos lo harán nuestros lectores ante las historias que les estamos negando.
Las consecuencias son mayúsculas. Van mucho más allá de los potenciales beneficios en SEO y del ego. Si se quiere que espacios independientes puedan florecer, y por ende la consolidación de publishers de nicho, los medios de gran alcance deberán contribuir a ello privilegiando la mención a un tercero sobre la imitación burda, la que muchos veces impera dado que estiman que ese medio local o muy de nicho no habrá tenido el suficiente impacto como para que no sea posible salir con una nota muy semejante y llevársela como propia a partir del poder de la marca.
2) Privilegio a la información sobre la contextualización: en los medios en español, reconociendo en El País a la excepción más evidente pero también con sus áreas de oportunidad en su tratamiento respecto a múltiples nichos y construcción de marca (pese a leer y analizar las explicaciones aún me resulta incomprensible la decisión de eliminar Verne), continúa imperando la consignación de información sobre la contextualización.
La búsqueda incesante de noticias, si bien atiende el deber ser de siempre del periodismo, impide, por apelar a una propuesta más de cantidad que de calidad, que a nivel habla hispana detone el periodismo de autor trasladado a los medios de comunicación. Sí, sabemos que María Jesús Espinosa de los Monteros escribe de podcasting en El País. Que Ramón Besa presenta crónicas que vamos a disfrutar por cómo cuenta un partido aunque todos lo hayamos visto por televisión. Que Jorge Carrión nos regalará sus letras sobre lo que hemos sido, somos y seremos. Pero de ahí en fuera, más allá de El País, no hay mucho, casi nada, cuando menos para el lector promedio, porque una es la burbuja en la que estamos metidos los del mundillo periodístico y otra la de la audiencia en general, que sí que necesita recordatorios respecto a quién le está contando una historia y por qué es importante seguirlo.
En la medida en que los medios en español aborden a profundidad grandes temáticas, que no se limiten a la política y al escándalo social del momento, se creará un ecosistema que continúe valorando el hecho informativo, pero también y sobre todo, la capacidad que tengamos de explicarles qué está pasando con el mundo. El periodismo explicativo humaniza, acerca a los autores con las audiencias. Y ese vinculo ha de ser sólido, lo suficiente para que el consumo de una buena historia se convierta en hábito y no solo en el hallazgo de una concha en medio de la arena.
3) Malinchismo: un término mexicano que aplica para toda la región. Para quienes no lo conozcan, refiere al hecho de sobredimensionar lo que viene de fuera y a minimizar lo que sea que desde dentro se pueda realizar. En la escala de valoraciones, es habitual que el lector mexicano considere que un contenido en inglés es más valioso que uno en español por ese simple hecho, aunque claro, en el camino se suma el valor de que lo publiquen el New York Times, el Washington Post, The Verge, TechCrunch, o el medio en cuestión que nosotros consumamos sobre el nicho específico que sea de nuestro interés.
De este fenómeno he hablado con una serie de colegas que coinciden en ello. Cuando hablamos de periodismo, por ejemplo, nuestra reacción ante las predicciones de fin de año recabadas por el Nieman Lab de Harvard (un must para cualquiera que esté en la industria), es la de compartir en redes sociales esa lectura que acabamos de realizar. ¿Por qué? Porque nos ha parecido de calidad, porque consideramos que vale la pena que nuestros seguidores tengan la oportunidad de verla, pero también porque pensamos que por estar ahí, aunque quizás ni siquiera conozcamos la empresa en que esa persona trabaja o el trabajo que ha desarrollado a lo largo de los años, es una profesional más que avalada y porque, en el fondo, no nos representa reconocer a alguien de nuestro entorno, que puede que haya dicho algo igual hace meses o que puede haberlo articulado mejor, pero que puede también representar una competencia para nosotros.
El contenido en inglés tiene su componente aspiracional, elitista. Viralizarlo opera a favor del que lo comparte y está libre de seguir posicionando a colegas que pueden haber publicado algo interesante, pero o son competidores directos o publican en medios con los que estamos enemistados.
4) Reiteración de talento: el capitalismo tiene sus efectos incluso en el día a día de los medios de comunicación. En un contexto que aún prioriza el generalismo, lo habitual es que los mismos nombres y apellidos circulen por los distintos formatos. Para un nuevo podcast en los principales medios, los periodistas de siempre. Para un nuevo espacio radiofónico, los periodistas de siempre. Para conducir un programa televisivo, los periodistas de siempre.
En los medios latinoamericanos sigue castigándose la juventud y, sobre todo, la disrupción. Si bien es positivo que continúen abriéndose espacios tanto en medios nacionales como a través de producciones impulsadas por plataformas como Spotify y Audible, por citar algunas, ha de hacerse notar que la apertura de estos espacios rara vez presenta nuevas voces o propuestas. En cambio, la alternativa preferida es la de pretender que una persona con vasta exposición en medios tradicionales y digitales presente una visión innovadora para el décimo producto público que ha de entregar. Se apela a la popularidad instalada antes que a la validación de una hipótesis.
Aunque se habla de la horizontalidad de los medios, esas figuras aún se sitúan como entes superiores tanto con respecto a la audiencia como al resto de quienes integran a la industria
En tiempos en los que el reconocimiento no pasa por dichas estructuras, el periodismo sigue apelando a ese mecanismo que limita a lo emergente para abrazar lo arraigado, con todo lo que implica en pérdida de valores de innovación y experimentación.
5) Falta de apego a la especialización: para que el periodismo en español sea bien valorado habrá de explorar nichos y subnichos con un interés tal que se consolide la presencia de especialistas en dichos sectores. En Estados Unidos, las publicaciones de nicho han constituido una avenida refrescante para reporteros que aprovecharon su conocimiento de las metodologías y máximas periodísticas y se trasladaron a rubros tan específicos como el de las criptomonedas, la Creator Economy, el marketing conversacional, la evolución de la inteligencia artificial, el mundo de las inversiones, la repostería, la música, y en términos generales cualquier rubro con el potencial de reunir a una audiencia específica, ya sea chica, mediana o grande.
Allá se habla de océanos azules. Aquí de sectores que no tienen escala y que no podrán ser negocio. Si no se construyen esas publicaciones particulares, la audiencia nunca terminará por apreciar al periodismo como un auténtico motor de cambio, ya sea en el ámbito profesional o personal.
A esos referentes de un nicho habrá que impulsarlos dado que la consolidación de múltiples figuras en sectores diversos hará que el periodismo adquiera un nuevo significado y se crearán así nuevas formas en que el periodismo no solo dará a conocer problemáticas sino también atenderá potenciales soluciones a eso que se está consignando.
La especialización es también un motor que permitirá la expansión de productos relacionados al periodismo. La cobertura obsesiva de un tema lleva a que sea factible el lanzamiento de un libro, la elaboración de un curso, la creación de un documental y múltiples productos derivados que representan presencia adicional para el periodismo y la revalorización de lo que en teoría somos capaces de hacer.
6) Traducción al inglés: además de las múltiples complejidades culturales ya enunciadas, los periodistas en español habrán de explorar el traslado de sus contenidos al inglés. No sacrificando la versión en español, pero sí reconociendo que para que su historia viaje más allá del mundo hispanoparlante tendrán que desarrollar contenido en inglés que les permita hacerse de un nombre en una cultura más habituada a la globalización y más abierta a que múltiples voces puedan trascender.
Dado que no somos dueños de las reglas del juego, hemos de buscar aprovechar las avenidas que encontremos para ponerlas a nuestro favor. La de diversificar nuestra presencia desarrollando contenido en inglés es una avenida, pero de nada servirá si no se atiende la raíz de los problemas: la necesidad de impulsar el periodismo de autor y la de crear un ecosistema tan maduro que sea capaz de compartir cada historia con valor, venga de quien venga y sin que haya temor a reconocer a un tercero, aunque sea o pudiera ser nuestra competencia.
Para este autor, Televisa y Univisión se encuentran ante la gran oportunidad de reformular el modo en que el contenido en español es percibido a nivel mundial. Si de verdad están decididos a convertirse en una gran plataforma global, tendrán que apostar por formatos de vanguardia, que validen su capacidad para crear producciones que trascienden y que, incluso, presenten investigaciones periodísticas que hoy escasean. Aún advirtiendo que será el entretenimiento el hilo conductor, desde ahí se podría gestar el gran salto que el periodismo en español desde el ámbito audiovisual ha estado esperando. Falta que opten por eso en vez de perpetuar un modelo a la baja.