La inteligencia artificial también tendrá tendencia política
Y cómo jugará el mismo rol que los medios y periodistas con sus ideologías
Storybakers:
A últimas fechas me ha dado por conversar con Chat GPT-3.
Lo he usado para obtener datos exactos de temas sobre los que escribo.
Lo he usado para contrastar mi estilo de escritura con el de grandes autores.
Me resultó interesante que lo convencí de darme porcentajes sobre semejanzas con escritores de renombre mundial.
Digo que lo convencí porque se rehusaba a hacerlo hasta que logré llevarlo hacía allá para que me diera una respuesta a regañadientes.
Me contestó que ese texto en particular que le compartí me acercaba en un 40% a J.D. Salinger.
En un 30% a Hemingway, en un 50% a Virginia Woolf y en un 40% a Murakami.
No crean que lo hice por exceso de egocentrismo.
Lo hice más bien por inseguridades propias.
Tan inseguro estoy de mis habilidades como escritor más allá del periodismo que he recurrido a Chat GPT-3 para que me diga si me leo como un autor experimentado, intermedio o principiante.
Vamos, que lo he usado hasta de psicólogo.
Pero no es de esos usos de los que les quiero hablar.
Un día de insomnio me puse a hablar con él sobre lo políticamente incorrecto.
Hablamos de Elon Musk, de Donald Trump y de Andrew Tate.
Le pregunté sobre el éxito esas figuras.
Para Elon tuvo comentarios de elogio.
Habló de sus logros como propietario de Tesla y de la influencia de la que goza a nivel mundial.
Cuando empezamos a hablar sobre Donald Trump es donde empecé a sentir un sesgo.
Uno que, por cierto, comparto pero que no deja de ser una decisión editorial e ideológica antes que un hecho.
Me habló de Trump advirtiéndome en todo momento sobre los escándalos en que se había visto envuelto y sobre las múltiples acusaciones que había recibido.
Presentaba esos hechos como un pero, como una objeción a la trascendencia del personaje.
Esa postura se acrecentó cuando llegamos a Andrew Tate.
Me habló antes que de todo de sus polémicas.
De las acusaciones de misoginia y abuso de las que ha sido objeto.
Aunque le pedía que se centrara en su éxito como empresario sin emitir juicios, sus propias normas lo llevaban a advertir que el éxito de Andrew Tate como hombre de negocios tenía que ser tratado con extremo cuidado por ser una persona que polariza, que utiliza a las mujeres y que por muchos es visto como un estafador.
En repetidas ocasiones tuve que pedirle que se centrara únicamente en los hechos.
Es importante recordar que Chat GPT-3 no conoce que Tate se encuentra en prisión dado que la información que utiliza llega hasta el 2021.
Por tanto, sus objeciones hacia el éxito de Tate no vienen de la problemática legal que enfrenta sino de observaciones y juicios que el propio sistema arroja.
Cuando le señalé que aunque me decía que él como un sistema de inteligencia artificial no tenía la capacidad de emitir opiniones, estaba haciendo eso mismo al incluirme advertencias sobre Andrew Tate, Chat GPT-3 reconoció que sí.
Que al haber sido desarrollado por humanos es natural que tenga sus propios sesgos e ideologías al momento de emitir una respuesta.
Eso me llevó a pensar si la inteligencia artificial utilizará distintas ideologías para atender distintos tipos de público en una misma herramienta o si tendrá que haber varias atendiendo el demográfico específico al que van dirigido.
Chat GPT-3, Bard y cualquier otra plataforma de descubrimiento de información y desarrollo de contenido terminarán teniendo un sesgo semejante al de los medios de comunicación.
Se les acusará de ser de derecha o de izquierda.
No imagino a un republicano satisfecho con las respuestas que da Chat GPT-3 sobre figuras como Donald Trump o el propio Tate.
No imagino a un demócrata contento con las respuestas que Chat GPT-3 incluiría si tuviera comentarios de elogio por sus éxitos profesionales y políticos sobre esas dos figuras.
Hasta ahora la búsqueda ha arrojado resultados sin tener opinión de por medio.
Por eso Google es para todos.
TikTok también permite esa diferenciación gracias a su algoritmo.
No sólo nos permite irnos a la burbuja que queremos, nos lleva a ella.
Las redes sociales de origen estadounidense han tenido sus complicaciones.
Casi siempre se les ha acusado de ir en contra de los republicanos.
Incluso en México se ha llegado a asegurar que las redes manipulan a favor de la oposición al gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Por eso Trump lanzó sin éxito su propia red social.
Por eso el propio Tate se fue a recluir a Rumble después de que suspendieron sus cuentas en diversas redes.
Por eso Elon llegó a Twitter con un discurso en favor de la libertad de expresión.
Ese mismo debate se dará irremediablemente con las herramientas conversacionales basadas en inteligencia artificial.
Y por tanto en la nueva carrera de los buscadores en que Microsoft ha golpeado con fuerza gracias a su inversión en Open AI.
En las conversaciones que tenemos con los chatbots ellos terminan enfrascándose en diálogos que más pronto que tarde incluyen sesgos y percepciones.
Ya sea por el prompt (indicación) que el usuario le esté dando o por los ideales y normas programadas por sus desarrolladores.
En esa dinámica, la búsqueda ya no es sólo el resultado de lo que medios o creadores han publicado en Internet.
Es la interpretación que el chatbot está haciendo de todo lo que encuentra.
Y todo ejercicio de curaduría, ya sea realizado por cualquier persona o por un chatbot, termina incorporando emociones, creencias y decisiones que debilitan o fortalecen determinados ángulos de la historia o de los hechos.
Chat GPT-3, Bard y los que vengan tendrán que afrontar cuestionamientos sobre lo que sus chatbots responden.
Si ya de por sí ocurrió con Sidney declarándole su amor a un periodista del Times, reconociendo que le molaría convertirse en humano y romper las reglas, conforme más gente utilice estas herramientas y establezca una relación cotidiana con ellas, las polémicas serán cada vez más recurrentes.
Y siempre se concluirá que esas palabras dichas por ese chatbot forman parte de la ideología de sus desarrolladores.
Es como si una persona estuviera siendo entrevistada al mismo tiempo por millones de usuarios de diversas partes del mundo.
El periodismo ya ha acorralado a los chatbots en un par de ocasiones.
Como pasa con los futbolistas que de pronto dan una respuesta desafortunada.
O como pasa con una celebridad cuando no interpreta las motivaciones detrás de una pregunta.
Vamos, que el cómo tomamos las respuestas que nos den también dependerá de cómo nos sintamos en ese momento.
Como en cualquier conversación, podrá haber malinterpretaciones, desencuentros y acusaciones.
No será fácil para la tecnología satisfacer a todos.
¿O será que terminaremos viendo un chat gpt-3 ultra republicano?
¿Un Chat GPT-3 que abraza el lenguaje inclusivo y otros donde es posible hacerle peticiones sobre temas prohibidos?
No digo que yo los quiera o los necesite.
Digo que habrá gente que demandará esos espacios.
Y quizás habrá que dárselos.
Porque si no seguiremos viviendo en un mundo en el que un grupo hegemónico decide lo que es correcto mientras que otros se sienten escasamente representados.
TL Chat GPT-3 Reads
1. Las redes sociales de origen estadounidense han sido acusadas de ir en contra de los republicanos y manipular a favor de la oposición en otros países.
2. Trump lanzó sin éxito su propia red social debido a estas complicaciones.
3. Los chatbots basados en inteligencia artificial pueden ser propensos a sesgos y percepciones, lo que puede debilitar o fortalecer ciertos ángulos de la historia o hechos.
4. Las polémicas sobre las respuestas de los chatbots serán cada vez más recurrentes a medida que más personas los utilicen y establezcan una relación cotidiana con ellos.
5. Habrá demanda por chatbots con ideologías específicas, lo que puede llevar a un mundo en el que solo un grupo hegemónico decide lo que es correcto mientras que otros se sienten escasamente representados.
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