¿La muerte de Artifact significa la obsolescencia del texto?
Un análisis al consumo de texto tras el cierre de la aplicación creada por los fundadores de Instagram
Storybakers:
Esta semana estaré lleno de actividades.
Este martes realizaré un stream especial desde mi canal de Twitch para seguir tanto el draft de la Kings League Americas como el torneo de pretemporada de la People´s League.
Será de 16:00 a 21:00 hrs. (tiempo de México).
El jueves, mismo día en que será publicado Tendencias 2024, impartiré un webinar en alianza con la Sociedad Interamericana de Prensa para identificar las tendencias que marcarán el 2024.
Lanzamiento Co-newsroom: El 22 de enero haré el lanzamiento oficial de Co-newsroom, la membresía de Story Baker.
¿Qué podrán hacer en Co-newsroom?
-Construir su propio medio de comunicación con un acompañamiento personalizado. Dedicaré tiempo específico a la revisión de proyectos de los miembros de la comunidad.
-Desarrollar su marca personal: Contarán con herramientas específicas para entender, elaborar y fortalecer su propia marca personal como periodistas, creadores de contenido y storytellers.
-Dominar la industria de los contenidos: Habrá encuentros exclusivos en modalidad digital y presencial para analizar los grandes casos de éxito y ser un experto en todo lo que necesitas saber de la industria de los medios.
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El texto otra vez está de luto.
Cuando no es por la intrascendencia de Medium es por el cierre de Artifact.
O por la degradación de Twitter como una plataforma para consumir texto corto.
Entre más pasan los años, más parece que al texto le ha sido negado un modelo de negocio sustentable.
Varias de las mentes más brillantes de Silicon Valley han apostado por el texto sólo para terminar reconociendo que sus buenas intenciones no encontraron la respuesta esperada del público.
Tampoco una forma de monetización adecuada para tener tanto a los creadores contentos como a la audiencia satisfecha.
Evan Williams es la representación más evidente de ese eterno problema del texto.
Ha creado tres grandes apuestas en torno al texto.
Le vendió Blogger a Google en el 2003.
La plataforma creó un momento histórico para el texto independiente en digital.
Pero no se produjo la prosperidad económica que se hubiera esperado para tal nivel de adopción.
Como uno de los fundadores de Twitter volvió a poner al texto como protagonista.
Se trató, de nuevo, de una plataforma adoptada de forma masiva.
Una vez más, el dilema del negocio nunca ha quedado resuelto.
Ni en sus tiempos, ni en los de Jack Dorsey, ni en los de Dick Costolo, ni en los de Elon Musk.
Sobre Medium los resultados fueron aún más adversos.
Si bien se le identificó como una notable plataforma para escribir sin fricciones en un lienzo blanco, ni la audiencia ni el modelo de negocio acompañaron a los autores.
Él mismo pareció reconocerlo cuando en el 2022 anunció que dejaría de ser CEO de Medium.
Esa misma suerte han corrido Kevin Systrom y Mike Krieger con Artifact.
Aquí mismo escribí sobre las buenas sensaciones que me dejaba la plataforma.
Sobre el valioso intento de crear un ecosistema sano de consumo de contenido en texto.
Sus funcionalidades eran deseables para la industria.
Entregaban, por ejemplo, la posibilidad de etiquetar un titular como clickbait.
Ofrecía resúmenes de artículos generados por inteligencia artificial.
Incentivaba la generación de conversaciones sanas entre los lectores.
Entregaba métricas gamificadas que hacían consciente al lector de su evolución dentro de la plataforma.
Y pese a todas esas buenas intenciones, Artifact ha bajado la cortina.
La plataforma no tuvo la tracción necesaria.
No logró que hubiera una adopción masiva por parte de los lectores.
El propio Systrom lo reconoce en su mensaje de despedida.
We have built something that a core group of users love, but we have concluded that the market opportunity isn’t big enough to warrant continued investment in this way.
¿Qué falló en Artifact?
Lo mismo que casi siempre ha fallado en las plataformas enfocadas en el consumo de texto.
La mayoría consigue atrapar la atención inicial de autores y medios.
Sobre todo porque no abundan alternativas en el ecosistema.
Pero falla a la hora de atraer a una audiencia lo suficientemente significativa y al momento de generar un nuevo modelo de negocio.
Entre más palidecen los esfuerzos en texto más grande se hace Substack.
Es por ahora el único espacio masivo en el que las necesidades de creadores y audiencia se alinean.
Su éxito es aún así moderado.
Tiene a miles de autores publicando newsletters para alcanzar 2 millones de suscriptores pagos.
Ocho millones menos que los suscriptores del New York Times.
Lo que a todos debe preocupar es que el único modelo que se ha sostenido por años es el que menos bien le hace al periodismo.
El de los sitios atiborrados de anuncios con publicaciones diseñadas para dominar el algoritmo.
El del clickbait que se convierte en modelo editorial.
El de la calidad antes que la cantidad.
Es positivo que grandes mentes como la de Kevin Systrom sigan intentando resolver el eterno problema del texto en digital.
Lo que no es positivo es que esas mismas mentes salgan despavoridas de sus propios emprendimientos al darse cuenta de que nunca obtendrán el resultado que esperan.
Al texto le quedan los newsletters.
Le quedan Substack y competidores como Ghost y Beehiv.
Pero también ese entorno hegemónico promovido por Google en el que la mayoría de los grandes medios basan su supervivencia.
Habrá que seguir intentando.
Habrá que seguirlo haciendo aunque los pronósticos sean cada vez más adversos.
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The Muffin es un newsletter de publicación diaria en Substack y Linkedin leído por más de 10 mil 800 miembros de la industria de los contenidos a nivel mundial
Forma parte de Story Baker, un medio de medios que desarrolla contenido, estrategias, conferencias, consultorías y capacitaciones para los principales medios, empresas y creadores.
En mi opinión no es un tema de mercado. El texto sigue siendo relevante. Fue un tema de producto, no lograron generar una experiencia de lectura agradable y su promesa no se cumplía.
En un primer momento me emocioné mucho con Artifact, pero rápidamente me desilusionó la falta de contenido en cualquier otro idioma que no fuera inglés. En general, me pareció una plataforma demaisado gringa para sentirme recibido y generarme lealtad. ¿Será que por eso no logró generar suficientes usuarios? Tal vez el público estadounidense no siempre es suficiente.