

Discover more from The Muffin por Mauricio Cabrera
La Web 3 consolidará la era del periodismo conversacional
Estamos por vivir el apogeo de las historias colaborativas antes, durante y después de ser publicadas
Storybakers:
Para tener una comunidad hay que contar con algo más que lectores.
Un lector, por su definición, es aquel que interactúa con nuestros productos e historias una vez que han sido publicados.
Lo mismo ocurre con espectadores u oyentes.
Se trata de roles que llegan y consumen una vez que la tienda ha sido abierta.
Pero el verdadero poder de la era que estamos viviendo como medios y como creadores va más allá del reconocimiento a lo que hacemos.
Debería y tendría que incluir ejercicios de socialización previos a la realización de una historia.
Es más, previo incluso a que se nos ocurra qué historia queremos contar.
En una plática reciente con Daniela Dib, editora de Contxto, en The Coffee, ella me enfatizaba la utilidad que ha encontrado al hacer preguntas sobre historias o inquietudes que planea atender.
Ejercicios como estos:


Se trata de preguntas que se fortalecen del conocimiento colectivo.
De estar abierta a recibir información e hilos de los cuales tirar sin tener que salir a descubrirlos.
Se trata de hacer parte de la audiencia.
De poner manos a la obra al mismo tiempo que la comunidad.
Que una vez que le ha expresado una curiosidad. se vuelca no sólo a conseguir nombres sino algo de data y explicaciones de por qué tal o cual empresa debe ser considerada.
No hay mejor forma de establecer relación con un creador o medio que siendo responsable en parte de la producción de esa historia.
Para cuando ese contenido sea publicado habrá incluso una especie de endeudamiento psicólogo por parte de la comunidad.
Si en esa pieza de contenido ve que su sugerencia fue atendida, se sentirá llamado a consumirlo y hasta a compartirlo.
Adriana Amado, una gran pensadora de los medios, me ha dicho en episodio próximo a publicar que al periodista le ha costado bajarse del pedestal en que estaba.
Que históricamente se había acostumbrado a informar desde un púlpito, desde un sitio de privilegio.
Y que es por eso que ahora le cuesta tanto conversar, ser parte de un grupo en el que es uno más, tanto por el valor de lo que dice como porque lo dice en un entorno en el que cualquiera puede hacerlo.
Entre los errores más significativos de los medios, como lo destaco en Panmedials al referir al modo en que los publishers renunciaron a los foros solo porque no les gustaban los costos instalados de moderarlos, se encuentra rehuir al valor de la conversación.
A los medios por lo general no les gustan los comentarios de las audiencias, no les gusta interactuar.
Al periodista le gusta salir a cubrir, publicar una nota que trasciende, pero le cuesta sentarse un rato a socializar con la gente que mejor le puede indicar el camino.
Esa conversación, cuando encuentra la disposición de escuchar, se convierte en una de las formas más efectivas para elegir dónde invertir nuestro tiempo y atención como creadores de contenido.
Tan desconectados hemos estado de lo que quiere la audiencia que ahora tenemos que hablar de periodismo utilitario, de soluciones, accionable o humano para referirnos a un contenido pensado específicamente en la utilidad que pueda tener para los lectores.
Si quieres tener una verdadera comunidad, conversa.
Si quieres aprender de ella, escucha.
Si quieres que tu relación con ella sea irrompible, hazla parte del proceso.
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El arte de la conversación se manifiesta en Twitch
Dice Adriana Amado que lo que los periodistas han de aprender de Ibai pasa por sus capacidades conversacionales.
Aquí me atrevo a decir que Ibai ni siquiera tiene capacidades extraordinarias para conversar, es solo que ha normalizado asumirse como una persona cualquiera con dudas, inquietudes y experiencias comunes pese a su vida extraordinaria.
Ahora que estoy preparando el lanzamiento de mi canal en Twitch y que he hecho falsos streams para publicar videos en mi canal de YouTube, he comprendido aún más el colapso que tienes tuvimos formación periodística sentimos al streamear.
Aunque te prepares y tengas ideas sobre aquello de lo que vas a hablar, llega un punto en que haces evidente lo que desconoces, en que titubeas sobre lo que estás leyendo en vivo, en que te preguntas si ir a tal o cual página para seguir indagando sobre el tema.
Hacerlo en público, con la cámara y micrófono encendidos, representa un choque cultural frente a lo que nos dijeron que debíamos ser.
Se nos preparó para tener la información a la mano.
Para informar con autoridad a una sociedad hasta entonces ignorante.
Los periodistas éramos el faro de luz en medio de la oscuridad.
Pero ahora hemos de conversar, de mostrarnos humanos al recabar, consignar y analizar la información.
Hemos de atrevernos a ser falibles.
Hernando Paniagua, director de Pulzo, me lo cuenta en The Coffee Americano.
Que aunque las elecciones en Colombia demostraron el interés de los medios colombianos por el streaming, todos hicieron un stream más parecido a un programa de radio con cámaras o a un programa de televisión transmitido en digital.
A los medios tradicionales les sigue incomodando “desnudar” sus procesos de creación.
No conciben que un periodista pueda salir sin traje o corbata.
No conciben tampoco que pueda expresarse un titubeo.
La vieja guardia del periodismo considera incluso que hablar por horas es una irresponsabilidad, que habría que hablar solo cuando tengamos algo que decir.
Que de otro modo desinformamos, que de otro modo titubeamos.
Pero es que en esta era, a la gente le gusta ver esos momentos de conflicto entre la ignorancia y el conocimiento.
La gente quiere ver a periodistas investigando sobre una historia, procesando lo que están viendo o escuchando.
La gente quiere ver a periodistas como seres humanos.
Y bueno, es natural, los periodistas son seres humanos.
Falta que nos atrevamos a mostrarnos como tales.
Web 3 y The Gimmicks, la comunidad decide el destino de las historias
Desde ya podemos ir apuntando que la Web 3 representará una de las oportunidades de transformación más profundas para los medios de comunicación.
En días recientes, The Gimmicks, serie animada creada por la productora de Mila Kunis, anunció el lanzamiento de una colección de NFTs basados en sus personajes.
Lo más atractivo no pasa por el valor de ese NFT, sino porque adquirir uno de ellos te da derecho a votar por lo que quieres que ocurra al final de cada uno de los episodios.
Y no solo eso, quienes adquieren esos NFTs tienen el derecho de escribir historias sobre ese personaje en The Gimmicks Wiki, abriendo así la posibilidad de que éstas llegan a ser consideradas para el producto original.
¿Se imaginan cuánta gente hubiera comprado un NFT para incidir en el final de Game of Thrones?
¿A cuántos les hubiera gustado tener la capacidad de cambiar el final de How I Met Your Mother?
La comunidad en la Web 3 será un círculo extraordinario de colaboración e inversión en los proyectos que la gente ama.
Si lo trasladamos a los medios, ¿por qué no crear un medio que gestiona su poder de producción de contenido en lo que su audiencia expresa querer?
¿Por qué no permitir que sea la comunidad la que decide qué columnista o freelance quiere que cubra determinada historia?
Con un tuit, con NFTs, con DAOS, con Tokens, con pláticas en Slack, en Discord, en Twitch….
Donde sea, lo importante es que los medios y quienes forman parte de ellos abracen la era del periodismo conversacional.