

Discover more from The Muffin por Mauricio Cabrera
*Este texto forma parte de Tendencias 2022: encuentro de periodistas y creadores en la nueva economía, un ejercicio colaborativo publicado por Story Baker Academy.
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Por Alfonso Sánchez-Tabernero
@astabernero
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Las empresas de comunicación han experimentado una transformación extraordinaria durante los últimos 25 años. En muchos países de todo el mundo, la mayor parte de las compañías que ocupaban posiciones de liderazgo en sus mercados han perdido vigor y espíritu innovador. En parte, esa decadencia casi generalizada de los grandes grupos del sector es consecuencia de una crisis de talento: las organizaciones no han estado a la altura de las circunstancias, no han encontrado dentro de ellas respuestas válidas al desafío que ha supuesto la revolución digital.
Los nuevos profesionales del periodismo que salen de las facultades se incorporarán a una industria versátil, impredecible y de creciente complejidad. Continuará aumentando la intensidad de la competencia, por lo que sólo perdurarán las instituciones y los periodistas que aporten ideas originales, capaces de captar la atención del público.
Estas circunstancias obligan a una profunda transformación de las facultades de periodismo, que deberán aportar nuevos conocimientos, competencias y habilidades intelectuales. Los cambios necesarios pueden basarse en 12 principios básicos.
1. Para que exista un aprendizaje profundo es preciso contar con buenos profesores, que sean auténticos maestros, capaces de enseñar, motivar y guiar, empeñados en conseguir que cada estudiante llegue a ser un profesional de primer nivel. Los grandes profesores nunca dejan de estudiar, nunca dejan de innovar, nunca dejan de alentar a los futuros periodistas.
2. Los alumnos son los protagonistas de su formación. Los sistemas de innovación docente deben conseguir que los estudiantes asuman esa responsabilidad. Por tanto, las lecciones magistrales puramente pasivas deben ceder relevancia al análisis de casos, los seminarios, la redacción de ensayos, las reuniones de grupo, el estudio individual y el asesoramiento personal.
3. El humus cultural universitario debe ser variado e inspirador. Favorecen ese objetivo la internacionalidad del claustro y de los estudiantes, las actividades culturales y de solidaridad, y –en general- todo lo que sucede fuera de las aulas: tertulias, debates y exposiciones, que convierten a los campus en lugares particularmente apropiados para la conversación culta y estimulante.
4. La experiencia universitaria es clave para despertar la curiosidad intelectual de los futuros periodistas. Es preciso que en las clases y seminarios adquieran el hábito de formularse preguntas relevantes, que aprendan a mirar y a escuchar, que distingan las ocurrencias o los clichés de moda de las evidencias empíricas y los argumentos bien razonados.
5. Las facultades deben incidir en el carácter intencional del buen periodismo. Kapuchinsky ya nos aclaró que “los cínicos no sirven para este oficio”. Los profesores enseñan a escribir porque es necesario que se sepa la verdad; explican que conviene denunciar la opresión, la injusticia y la corrupción porque sólo así se pueden corregir esas situaciones nocivas para el bien común. El buen periodismo, que se basa en la empatía con el público, genera cohesión social, es respetuoso y equilibrado y, -aunque permite tomar partido- huye de la polarización y la intolerancia.
6. Los años universitarios sirven para formar periodistas cultos, que conocen la historia, la evolución del pensamiento filosófico, la naturaleza de los principales sistemas políticos, las claves del desarrollo económico y las manifestaciones artísticas más relevantes. Los planes de estudios deben incluir materias de fundamentación humanística y cultural para que los futuros profesionales adquieran el criterio necesario para entender el mundo en el que viven y la flexibilidad suficiente para adaptarse a los cambios sociales.
7. La universidad enseña a trabajar a conciencia. El mayor enemigo de la honradez periodística y de la veracidad de las informaciones es la pereza: abandonar las cosas a medias o dejar de investigar cuando aún los hechos no se han aclarado. La virtud de la laboriosidad se potencia durante la época universitaria cuando la falta de estudio y de esfuerzo es penalizada en las materias que se cursan.
8. Las facultades de periodismo se proponen formar profesionales honrados, insobornables, que no anteponen sus intereses a sus principios. Con ese fin, advierten a los estudiantes de los riesgos y presiones que afrontarán al salir de las aulas universitarias, les ayudan a perfilar su propio criterio ético, les muestran que sólo alcanzarán la confianza del público y de sus jefes si actúan con rectitud e integridad.
9. Los futuros profesionales del periodismo deben aprender a contar historias a través de cualquier medio de difusión. Las exigencias de cada formato –textual, sonoro o audiovisual- y las de cada plataforma –twitter, linkedIn, Instagram o un diario digital- condicionan los recursos y posibilidades expresivas. El dominio de la tecnología resulta esencial para conocer las capacidades y también las limitaciones de cada soporte.
10. Las facultades forman profesionales que pueden contribuir a la sostenibilidad económica de las empresas en las que trabajan. Al entender las claves del éxito de las compañías de comunicación, los futuros periodistas se convierten en “intraemprendedores” que aportan ideas de negocio y sugerencias orientadas a proteger el futuro de sus organizaciones: cambios en las ofertas, en las estrategias de marketing, en los procesos de trabajo, en las políticas de personal, en la tecnología o en cualquier otro ámbito que favorezca la profesionalidad e independencia económica de las empresas.
11. La universidad debe favorecer el espíritu innovador de los estudiantes: debe “vacunarles” contra la tendencia a buscar la propia zona de confort, contra la tentación de apegarse al pasado, contra el peligro de aspirar a realizar tareas rutinarias poco desafiantes. Los futuros profesionales deberán aprender que la apertura al cambio constituye una actitud imperativa en el mundo digital.
12. Las facultades de periodismo se han dedicado a formar hombres y mujeres que tienen entre 18 y 25 años. En algunos casos, sus programas de máster y doctorado se dirigían a personas que habían llegado a la treintena. Sin embargo, la demanda de aprendizaje a lo largo de la vida profesional se ha universalizado. Es preciso dar respuesta a esa necesidad con programas de executive education muy variados -presenciales, online o híbridos-, de temas y duración muy dispares, adaptados a las diversas circunstancias laborales y vitales de los profesionales de la información.
Resulta evidente que los desafíos son de gran envergadura y la respuesta de las facultades requiere coraje, determinación y magnanimidad. El hilo conductor de ese viaje será el empeño por formar excelentes periodistas, capaces de servir al público con rigor, integridad y excelencia profesional.
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Alfonso Sánchez-Tabernero es Rector y catedrático de Empresa de Comunicación de la Universidad de Navarra (UN). Ha sido Decano de la Facultad de Comunicación y Director del Máster en Gestión de Empresas de Comunicación de la UN. También fue Presidente de la European Media Management Education Association y profesor en las universidades de Manchester y País Vasco. Impulsó en Nueva York el Institute for Media & Entertainment.
Es doctor en Comunicación por la UN y diplomado en Dirección General por el IESE. Ha sido profesor visitante de Northwestern University (Chicago) y de la École Supérieure de Commerce (París).
Su investigación se ha referido a diversos aspectos de la dirección estratégica de empresas de comunicación; sobre ese ámbito ha publicado más de cincuenta artículos científicos en revistas como “European Journal of Communication”, “International Journal of Media Management”, “Journal of Media Business Studies”, “Creative Industries Journal”, “Journal of Service Theory and Practice” o “Communication & Society”.