Las redes resuelven la diversidad que falta en las redacciones
Y cómo la Creator Economy está reventando las barreras del código postal y el color de piel
Storybakers:
Como cierre a las entregas relacionadas al Digital News Report les comparto este episodio de The Coffee Americano con Ernesto Martelli.
En él dialogamos sobre lo que pueden hacer los medios para posicionarse de mejor forma frente a un entorno en el que la gente ya no sólo desconfía de las noticias sino también las evita.
Aprovecho también para invitarlos al servidor de Discord de Story Baker.
Ahí hemos venido dialogando con colegas chilenos, colombianos y ecuatorianos sobre cómo TikTok ha provocado una disrupción absoluta en el modo en que se viven los grandes fenómenos sociales.
De las elecciones que dieron el triunfo a Gustavo Petro hasta cómo TikTok también jugó un rol medular en el proceso electoral chileno.
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La diversidad que falta en las redacciones se encuentra en las redes
La industria de los medios está tan concentrada en sus problemas de monetización y credibilidad que rara vez se da tiempo para atender sus otras debilidades.
Es complejo resolver lo filosófico cuando no se tiene resuelta ni siquiera la supervivencia.
Pero en estos últimos días me he topado con la relevancia de la diversidad entre los miembros de una redacción.
He reflexionado sobre ello a partir de dos casos.
El primero fue un TikTok que hice sobre Franco Escamilla y cómo reventó el estereotipo que domina entre la nueva generación de comediantes más populares de México.
El perfil que impera entre los comediantes (standuperos particularmente) es de una persona blanca, delgada, de origen privilegiado y con bromas que para muchos pudieran parecer elitistas.
Él es todo lo contrario.
Gordo, de barrio y de origen humilde.
Y está convertido para muchos en el creador de contenidos más grande de México.
El segundo tiene naturaleza periodística.
Es Guillermo Fonseca.
O el Fashion Memo, como él mismo se ha bautizado.
Me dice en un episodio de The Coffee próximo a ser publicado que decidió crear su propia mesa al que ver no cabía en la que ya existía.
Es un periodista que cubre la industria de la moda al estilo Business of Fashion.
Ha encontrado en Instagram su manera de irse posicionando por medio de Stories y carruseles.
Para monetizar ofrece cursos y próximamente habilitará charlas en vivo para profundizar sobre aquello que está cubriendo.
Él, sin pretenderlo, fue de los primeros en viralizar el escándalo que representó ver a la entonces editora de Harper’s Bazaar México apoyando las terapias de conversión.
Fue tanto el alcance de lo que publicó que la bola de nieve creció hasta llegar al corporativo en Estados Unidos.
Pero más allá de esa anécdota, lo que más resonó en mí es cómo desafía el estereotipo de quienes trabajan en publicaciones de moda.
Mientras la moda busca posicionarse como diversa a través del apoyo a modelos con distintos pesos y colores de piel, los medios que cubren esa industria no son tan diversos de las puertas hacia dentro.
Las redacciones están conformadas en su mayoría por gente blanca, de alto poder adquisitivo, que vive en la Ciudad de México.
El Fashion Memo vive en Monterrey, es moreno y con algo de sobrepeso (él está consciente, no lo digo yo).
Tiene claro, según me cuenta en The Coffee, que la puerta con las marcas nunca se le hubiera abierto de no ser porque él se encargó de derribarla creando su propia comunidad.
Y relata también cómo de a poco esos medios que antes le cerraban la puerta ahora le dan espacios para publicar.
Lo que ocurre con el Fashion Memo se repite en múltiples creadores de orígenes y apariencias distintas a lo que estamos acostumbrados a ver en las redacciones.
Los creadores derriban puertas que hace tiempo que debieron ser eliminadas de las redacciones.
Sí por atender una necesidad de ser incluyente y diverso como respuesta a demandas sociales.
Pero también porque es innegable que las redes sociales tendrían que ser vistas por los medios como el mejor espacio de reclutamiento del que se tenga memoria.
Mientras los medios siguen contratando (cuando tienen presupuesto) a gente con las mismas características de siempre en las redacciones, los creadores ofrecen la oportunidad de renovar las habilidades y recursos que se tienen a la mano.
A continuación enumero potenciales beneficios de creadores diversos para una redacción.
Descentralización:
Si pasa en Estados Unidos que la contratación de talento se concentra en unas cuantas ciudades, en países como México eso se agrava aún más.
Un colaborador de alta calificación que vive en el interior de la república, especialmente si está fuera de la CDMX o de Monterrey, tiene menos posibilidades de obtener un empleo que un profesional promedio que vive en las grandes ciudades.
Y a esa dificultad para obtener un empleo se le ha de sumar que sus percepciones económicas son menores.
Si se quiere, aunque no sea lo idea, la descentralización podría significar un ahorro para los presupuestos de los medios de comunicación.
Pero más allá de eso, está la oportunidad de capitalizar de una vez por todas el que el talento no se limite a las coordenadas en que vivimos.
2. En TikTok e Instagram abundan creadores de grandes audiencias que no tienen resuelto el tema de la monetización:
En medios existe la tendencia a cuestionar el valor de lo que hacen los creadores en TikTok dado que aún no se descubre cuál será el modelo de monetización que funcione.
Algunos incluso se cuestionan si deben estar dado que por ahí el dinero no está fluyendo.
De nuevo, la lectura de supervivencia antes que de estrategia.
Pero esa falta de claridad en el modelo de monetización representa la oportunidad de los medios para reclutar talento reconocido y con una comunidad que los respalda.
A diferencia de YouTube, donde una vez superada cierta cantidad de suscriptores es difícil imaginar a esos creadores trabajando para un medio, los tiktokers de nicho que han alcanzado relevancia pueden estar abiertos y esperando una oportunidad laboral.
Representa en muchos sentidos lo mejor de dos mundos.
Por un lado un creador con una comunidad que respeta y aprecia lo que hace.
Y por el otro lado un medio que auténticamente puede convertirse en un colaborador clave que aporta a la mesa una combinación de talento y audiencia.
Los medios deben dejar de temerle a los creadores o periodistas con comunidades propias.
Más bien han de percibirse como aliados que comprenden que si ese creador continúa creciendo, el medio también puede verse beneficiado.
3.- Diversidad creativa:
La diversidad no tiene que ser vista sólo como un espacio a palomear para cumplir con las demandas sociales o con lo socialmente responsable.
Los medios necesitan no sólo diversidad racial o de género, también diversidad creativa.
La primera reacción de los medios ha sido la de esperar que los periodistas de siempre hagan el contenido de siempre pero ahora para las nuevas plataformas.
Sus contenidos, por lo general, no son más que extractos de la misma narrativa trasladada a nuevos entornos.
Los creadores, incluyendo periodistas, pueden revertir ese proceso.
Llegar a una redacción con capacidades narrativas de nueva generación para después sumar narrativas más profundas en formatos que puedan ser atractivos para los medios.
Vamos, no esperar sólo que el periodista tradicional se adapte a TikTok y a nuevos formatos en Instagram, sino empujar que los tiktokers ofrezcan algo nuevo en formatos que funcionan a los medios.
Si tuviera que apostar, diría que veo más probable que un nuevo creador de contenidos sepa trasladar su narrativa a formatos más tradicionales que a la inversa.
Por la brevedad de TikTok o la informalidad de las stories solemos demeritar lo que hace un creador.
Pero detrás de esas creaciones hay muchas veces un nivel de especialización mayor al que tienen los redactores de notas.
¿Por qué no entonces salir a contratar a esos que ya tienen las respuestas y la narrativa de nuevas plataformas?
4.- Empatía con la comunidad
Esta imagen compartida en Twitter por Juan Andrés Muñoz es muy clara respecto a la disparidad de visiones entre los periodistas y la relación que piensan que tienen con su audiencia y la que ésta ve que tiene con los periodistas.
Los periodistas piensan que tienen una relación 20% mejor con su audiencia que la que la audiencia percibe que tiene con los periodistas.
Si llevamos esta estadística a una relación amorosa, claramente habría una necesidad de ir a terapia.
Los medios difícilmente resolverán esa problemática si fundamentan sus intentos en quienes no terminan de darse cuenta que no están conectando con las audiencias.
Más sencillo será si aprovechan ese espacio de reclutamiento que son las redes para incorporar a sus filas a personas que perciben la creación de contenido como un modelo horizontal.
Y por tanto, comunitario y conversacional.
Volviendo al ejemplo del Fashion Memo, todos en algún momento compramos ropa y artículos de moda.
No todos nos sentimos representados por la gente blanca y privilegiada que nos está haciendo recomendaciones que pueden no encajar con nuestros presupuestos.
La audiencia está buscando contenidos y creadores que conecten con ella.
Está buscando quien entienda que para dar hay que recibir.
Esos veinte puntos porcentuales revelan que el periodista de siempre no lo está entendiendo.
Allá afuera, en ocasiones con decenas o centenas de miles de seguidores, está gente creativa, profesional y con un nuevo entendimiento de la relación con una audiencia que para ellos es más bien comunidad.
Si los medios no encuentran el modo de verse fortalecidos por esto que parece un desafío, volveremos a demostrar que estamos lejos de entender cuáles son nuestros problemas.