León Krauze en The Coffee: "todos tenemos derecho a nuestra propia opinión, no a nuestros propios datos"
León Krauze habla sobre periodismo. Pero también sobre deportes. Y sobre lo difícil de ser mexicano en Estados Unidos. Y sobre cómo los medios de comunicación han equivocado el camino al “normalizar” la pelea constante de Andrés Manuel López Obrador y Donaldo Trump contra la prensa.
Reconoce que Twitter se ha convertido en un campo minado. Tan lleno de descalificaciones que con un solo tuit puede ponerse en tela de juicio una trayectoria, como la suya que ha sido cuestionada a partir de distintos comentarios críticos al gobierno de México en turno. Descarta que su deseo, y el de la mayoría de los periodistas que cuestionan al gobierno, sea que le vaya mal a México. Ni él ni muchos querrían eso para el país.
Analiza a detalle la decisión del New York Times de modificar su titular respecto al mensaje enviado por Donald Trump tras el tiroteo en El Paso y acepta lo difícil que le resulta comprender que un porcentaje de la población hispana se declare trumpista, incluso tras haber sido víctima directa, como ocurrió con la familia Anchondo, que mantuvo su filiación republicana aún después de ver a Melania posando “como en un bautizo” tras reunirse con ellos y con Donald Trump que levantaba el pulgar como si estuviera en cualquier evento de campaña.
Se cuestiona la falta de objetividad que prima no solo entre los periodistas, sino sobre todo entre audiencias que tienen decidido qué es lo que van a creer aún por encima de los datos. Opina que “todos tenemos derecho a nuestra opinión, pero no a nuestros propios datos, no a nuestros propios hechos”, en referencia a la constante descalificación que uno y otro sector realizan en cuanto ven información que perjudica sus filiaciones.
“Ante la duda, haz periodismo”, recuerda Krauze que le enseñó Daniel Moreno, quien fuera su maestro.
Los invito a escuchar a León Krauze para The Coffee en Spotify, Stitcher, Apple Podcasts y Google Podcasts.
*Si eres periodista deportivo, tienes aún más razones para escucharlo. Defiende como pocos a un gremio que suele ser discriminado entre los propios periodistas.
A partir de esta semana también se encontrará disponible la transcripción completa de The Coffee. Aquí pueden ver la de León Krauze.
MACA: The Coffee con León Krauze, periodista, conductor, escritor. León, muchas gracias por estar acá a la distancia y cuéntame en estos momentos qué tan difícil es, y justo es algo de lo que tocaste en tu más reciente episodio: ¿qué tan difícil es ser un mexicano en Estados Unidos y por otro lado, ser un mexicano que a la distancia vive y siente lo que pase en México? Digamos que son dos realidades, el mexicano que está allá y tú, como mexicano, lo que percibes que ocurre en México.
LK: Bueno, es un gusto. Estar contigo, estar con ustedes. Gracias por la invitación. Es una gran responsabilidad. Como periodista vivir en este momento en Estados Unidos, y también tener una presencia en México porque me parece la realidad de ambos países requiere de una explicación lúcida y en ambos lados de la frontera. Y hay, por supuesto, una renovada curiosidad ahora en México de lo que es la política estadounidense, de lo que vive la comunidad mexicana, la comunidad hispana, en Estados Unidos. Y es una ventaja para nosotros, los periodistas que hemos vivido, pues obsesionados con la migración y con la política de este país desde hace muchísimos años. Eso es una ventaja, pero mismo tiempo, pues incrementa la obligación que tenemos de ejercer nuestro oficio con, insisto, claridad, inteligencia, lucidez. Y lo mismo en Estados Unidos. Es decir, la historia de la migración centroamericana hacia Estados Unidos, y el papel de México en la relación con México requiere más que nunca de voces que la expliquen con esa misma lúcida, esa misma claridad. Pero también es una vía, yo con autoridad y con valentía moral, porque en Estados Unidos atraviesa por una etapa particularmente difícil, como sabemos con la amenaza del activismo que encarna en el presidente Donald Trump, y la única manera de contrarrestar es el activismo, yo estoy convencido, es contar las historias de la gente, explicarle a la sociedad estadounidense la realidad de nuestros países, de México, de Centroamérica, y la realidad de la gran comunidad inmigrante en Estados Unidos, sus aportaciones reales a la vida de este país, a la economía a la cultura, la sociedad. Y esa doble responsabilidad pues recae en aquellos periodistas que, como yo, pues tenemos el enorme privilegio de vivir en este momento en Estados Unidos.
MACA: Dirías que hoy en día es difícil ser mexicano porque digamos que, la opción lógica siempre es: bueno, soy mexicano vivo en México, soy mexicano, vivo en Estados Unidos, y hoy la realidad es que parece haber muchas complicaciones en los dos casos.
LK: Pues mira, yo nunca jamás me atrevería a decir que mi experiencia es similar a la experiencia que vive la comunidad indocumentada. Por ejemplo, yo tuve el privilegio de venir a Estados Unidos, primero como estudiante. Luego tuve el privilegio de tener una visa de trabajo, luego el mismo privilegio de tener una visa de trabajo distinta que me trajo Los Ángeles, y ahora de ser residente permanente en este en este país. Para mí y para los míos, vivir en Estados Unidos es antes que nada una gran responsabilidad porque sabemos que nuestra obligación es, digamos, defender el nombre de México, y defender el nombre de los mexicanos de los inmigrantes en este país. Creo entonces que habría que concentrarse en cómo es ser mexicano para aquellos que atraviesan por una situación infinitamente más precaria o precaria a la mía, y a los que logramos emigrar como emigré yo junto con mi familia. Y para ellos vivir en Estados Unidos es muy complicado. Ciertamente es muy complicado. Es una época que presenta retos constantes, que ha obligado a buena parte de la comunidad, sobre todo la comunidad indocumentada, a guardarse, a guarecerse, a evitar exponerse. El miedo es una constante y ahora el miedo ya incluso a perder la vida. Además, a perder las raíces que muchos de ellos han echado ya, en este país, de hacer desde hace décadas, sino también la vida después de lo que pasó en El Paso. Eso se ha vuelto ya una amenaza presente, constante, en el imaginario colectivo de la comunidad hispana en Estados Unidos.
Yo tengo la esperanza de que esta etapa sea eso, una etapa, pero me parece que para eso lo fundamental es que toda la comunidad hispana, la comunidad inmigrante en general, asuman la capacidad que tienen para ejercer el músculo político y hacerse sentir en la vida, insisto política, de este de este país, y tener la valentía de seguir adelante con la vida, a pesar de que hay tantas amenazas en el horizonte. Pero yo sé que no es fácil y lo sé porque habló con la comunidad todos los días, desde hace ya ocho años y me queda claro a qué grado sufren, a qué grado tienen temor, y a qué grado enfrentan un periodo de intensa incertidumbre.
MACA: ¿Alguna vez te ha llegado a pasar que te cuesta comprender, y a qué me refiero, a que en lo personal, por ejemplo, por distintos proyectos, uno viaja a Estados Unidos habla con gente de Estados Unidos. Antes de las elecciones que llevaron a Donald Trump a la Presidencia tu preguntabas, y quizás por ser mexicano, te decían que, por supuesto que no iban a apoyar a Donald Trump, y de pronto, cuando gana, te quedas con esa sensación de, todas esas personas a las que les pregunte habrán sido auténticas respecto a por quien votaron. ¿A ti alguna vez te ha costado comprender eso, que quizás en tu entorno, cuando interactúas no entiendes cómo es que esto pasó, si esa gente en algún momento no fue tan honesta respecto a su postura política?
LK: Bueno, lo que pasa es que la comunidad hispana es muy diversa. Es decir, no es lo mismo un mexico-americano en California que un mexico-americanos en Texas, y mucho menos que un cubano-americano en Florida, o un puertorriqueño o dominicano-americano en Nueva York. Son raíces distintas y actitudes políticas distintas también. Es decir, piensa, el ejemplo más claro es en la familia Anchondo, esta joven familia de El Paso que perdió de la manera más horrenda a uno de sus familiares, a Andre Anchondo y a su esposa. Y en el tiroteo de El Paso, ambos murieron protegiendo al bebé de dos meses de la pareja. Se hizo tristemente célebre esta familia porque en los días posteriores al tiroteo se reunieron con Donald Trump, con el con el bebé, y le dieron al bebé a Melania Trump para que lo carga y, bueno, posaron con el bebé como si fuera el bautizo del niño, y no, pues en realidad un momento de profunda tristeza. La familia Anchondo entra en pista, la familia Anchondo incluso declaró después de la tragedia, una tragedia inspirada en la retórica de Donald Trump, que simpatizaban con Donald Trump. Y si uno simpatiza con Trump después de que el presidente y su retórica, activista y racista, ha inspirado a el hombre que le robó la vida al hermano de uno, al hijo de uno, pues eso te demuestra a qué grado es complicado generalizar sobre la comunidad hispana. Yo creo que hay porcentaje, no mayor ni mucho menos, pero un porcentaje de hispanos en Estados Unidos que tienen una un apego ideológico al Partido Republicano, que me parece respetable, y que no ven que Donald Trump sea una figura suficientemente transgresora o alarmante como para abandonar el Partido Republicano. Yo respeto esa posición. Me resulta difícil de entender, ciertamente, cada vez más, pero la respeto y trato de comprenderla.
MACA: Hasta qué punto, en algún momento cuando llegas a Estados Unidos, empiezas a visualizar que se va a dar una situación, hasta cierto punto parecida en la política estadounidense y la mexicana, hablando del populismo, no necesariamente de discurso, de odio y demás, pero respecto a la descalificación de los medios de comunicación, respecto a atender a sectores nacionalistas muy arraigados, es decir, ¿Hay más conexión de la que pensamos en lo que acontece políticamente en Estados Unidos y en México, cuando menos en el discurso?
LK: Déjame ver si te entiendo bien ¿Lo que quiere decir es que ya hay, digamos, una cobertura ahora, con lo que ha pasado, una cobertura mejor de este tipo de discursos radicales?
MACA: digamos, sobre todo más que eso. Si para ti este paralelismo, este populismo de Trump llega a México, si algo hubiera cambiado, si, por ejemplo, Hillary Clinton hubiera ganado la presidencia, en México, porque a veces parece que se repite en los momentos con actores distintos.
LK: No, por supuesto. A ver, déjamelo tomar así. La relación bilateral habría sido distinta con Hillary Clinton. Yo, por supuesto, no idealizo los demócratas, y hacerlo sería ingenuo, pero me parece que, en los hechos, el gobierno de Donald Trump ha sido un gobierno de verdad terrible con los mexicanos que viven en los Estados Unidos, con México como como país, y con los mexicanos que viven en México también, porque los ha agredido, calumniado, desde el principio mismo de su campaña. Yo se lo repito siempre: que le tomó cien segundos a Donald Trump comenzar a agredir a los mexicanos en el lanzamiento de su campaña y desde entonces no ha parado. Ha obligado Trump al gobierno mexicano a ceder bajo la amenaza de los famosos aranceles, a ceder en cosas que el gobierno mexicano nunca debió haber cedido, como la militarización de ambas fronteras con la Guardia Nacional, el aceptar la devolución de los potenciales refugiados centroamericanos para que vivan en las ciudades profundamente inseguras de México; este nuevo concepto de los retornados, y todo eso México no debió haberlo aceptado.
Hillary Clinton, en cambio, igual que los demócratas ahora, tenía un proyecto de desarrollo regional ambicioso, que habría beneficiado a México de la misma manera como creo que, insisto, México se vería beneficiado de manera muy clara, incluso con el proyecto de desarrollo regional que ha puesto en la mesa el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, se vería beneficiado de manera muy clara si gana cualquier candidato demócrata. El propio Joe Biden fue el creador de, pues, lo más cerca que ha estado Estados Unidos de un Plan Marshall para Centroamérica. Y creo que, desde Biden hasta una larga lista, Elizabeth Warren, Pete Buttigieg, Beto O’Rourke, todos veían con buenos ojos, no sé si Bernie Sanders, pero todos veían con buenos ojos un respaldo mucho más firme a la a la región. De ahí que me parezca tan grave, y de pronto tan incomprensible, este ánimo de colaboración tan absoluto que noto en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, como lo noté y lo critiqué en el gobierno de Enrique Peña Nieto. Si me parecía injustificable con Peña Nieto, pues me parece mucho mas injustificable desde el gobierno, supuestamente progresista, de López Obrador.
MACA: ¿Dónde queda la objetividad? Porque ya sabemos que periodísticamente de por sí siempre es algo que es difícil de alcanzar, a partir de que de manera natural somos subjetivos, pero hablando también del usuario, y es una reflexión que hace unas horas hacía, ¿no te parece que vivimos en una época en la que, incluso más allá de la objetividad periodística, quien no quiere una objetividad o quien ya ha decidido a qué va a creer es la audiencia? Porque tú a veces ya puedes, tanto en Estados Unidos como en México, mostrar datos duros y de algún modo tienen un fanatismo estas audiencias, donde no les importa lo que les pongas, ellas creen en algo.
LK: Sí, eso es terrible. Yo por eso siempre defiendo esa frase extraordinaria que dice que bueno, todos tenemos derecho a nuestra propia opinión, pero no a nuestros propios datos o a nuestros propios hechos. Y esa es para para mí una regla de oro en el periodismo y, francamente, hasta en la vida. Porque el decir que uno tiene sus propios hechos hace imposible, digamos, el debate civilizado. Porque si no podemos ponernos de acuerdo en los hechos, pues cómo podemos debatir sobre ellos. Una vez que vemos los hechos podemos ciertamente debatir sobre sus causas, sus desenlaces, sus consecuencias, etcétera, Pero partir de hechos, si no partimos de los hechos el debate se hace, de verdad, muy complicado. Y lo mismo pasa con, digamos, las trayectorias periodísticas. A mi me cansa, pero pues ni modo, es parte ahora del oficio de tener que explicar una y otra vez, en redes sociales, que no es verdad que yo sea crítico del gobierno de Andrés Manuel López Obrador y que no lo haya sido del gobierno anterior, o el gobierno anterior. Basta googlear para darse cuenta que yo fui muy crítico del gobierno de Enrique Peña Nieto, en México y en Estados Unidos, incluso frente a frente con el presidente de México. Pero ahora, pues parece que esa esa, digamos, el tener el pudor mínimo para investigar antes de opinar, y mucho menos antes de descalificar, es mucho pedir, y ciertamente es lamentable, porque es un producto de estos tiempos que creo que no han construido una vía democrática más saludable en casi ningún sitio.
MACA: Cuando entendemos el impacto de las redes sociales, que han ayudado mucho a polarizar, que han ayudado incluso a muchos periodistas, a muchos influencers a decir lo que su audiencia quiere escuchar. ¿Qué opinas de la decisión del New York Times de primero titular, de cierto modo, este llamado de Donald Trump, en este caso particular, a digamos que por primera vez no hay un discurso de odio, cuando menos oficialmente, y ante la presión de la gente cambiar el titular? Porque, y a ver si discrepas conmigo o estás de acuerdo, lo cierto es que, esta vez, es un hecho que Trump no se atrevió a ir por el odio directamente, pero también es cierto que todos los antecedentes harían natural el que New York Times hubiera editorializado de manera distinta.
LK: Yo creo que el Times se equivocó, me parece que la nota no era esa nota inicial, es decir, la nota era otra, y creo que más bien lo interesante no es que la presión de redes sociales obligó al New York Times a reconsiderar que, por supuesto, es, vaya, un fenómeno relevante. Creo que la discusión de fondo debería ser la cobertura que se le da en espacios tan importantes como el New York Times a figuras como Donald Trump. Creo que el gran riesgo, siempre con figuras como Trump, es que la sociedad que los acoge, que los crea, que los acoge, que los elige, normalice cosas que nunca deberían ser normales.
Me parece que en Estados Unidos estamos ya tan, pero tan lejos de lo, y al decir normal me refiero a aceptable, una conducta aceptable en un presidente de Estados Unidos. La lista de cosas que, de haberlas hecho otro presidente, serían un escándalo mayúsculo con eme mayúscula es larguísima. Lo que pasa es que Trump a base alarmarnos, a base de escandalizarnos de manera cotidiana, ha convertido en normal lo que debería seguir siendo anormal. Y yo pienso también un poco en eso. Cuando reflexionó, por ejemplo, sobre la confrontación constante con la prensa que ocurre con Trump, pero que también ocurre en otros sitios, incluido México, no es normal, y creo que tenemos que repetirnos eso una y otra vez, no es norma que ocuran estas cosas. Y me parece que el New York Times para, regresando a tu pregunta tan interesante, ha incurrido de pronto en normalizar lo que no es normal, y creo que toda la reacción de Donald Trump al tiroteo en El Paso, el énfasis que puso en ese discurso que leyó sin mayores ganas no está bien elegido periodísticamente. Creo que la historia era otra y al final el New York Times creo que se da cuenta y, aunque su director general en entrevistas recientes insiste en que no le parece que sea un momento sin precedentes en la historia de Estados Unidos, o le parezca particularmente alarmante, creo que ahí hay otro debate interesante, si es o no es un momento sin precedentes o particularmente alarmante, pero es otro tema.
MACA: Como medio de comunicación ¿qué haces para evitar caer en la propaganda? Porque justo lo que ocurre con Donald Trump, que gobierna o anuncia sus mensajes desde Twitter, López Obrador en las mañaneras, es dar una postura que muchos medios replican sin dudar. Y los que dudan son destrozados por su base fuerte, por su base más dura. ¿Tú qué haces como medio de comunicación para poder editorializar, para poder explicar, y a la vez garantizar que tu marca se mantiene sana en medio de tanta polarización y de tanto golpeteo?
LK: Bueno, ante la duda más periodismo, me decía un maestro querido que tuve y que sigue siendo mi maestro y amigo. Y creo que esa esa sigue siendo la regla. Cuando uno reportea, esta es evidentemente la regla, cuando uno escribe columna de opinión que, por cierto, en otros países no es el absoluto común que periodistas también se dediquen a la opinión, es una cosa muy mexicana esa de que un periodista de pronto también sea opinador, y no siempre sano. Yo creo que no siempre es sano, es algo que he reflexionado mucho en lo en lo personal, y trato ahora de sumar a mis columnas menos opinión y más reportaje, más entrevista para sustentar una hipótesis. Pero bueno, insisto, es otra discusión. Me parece que la única solución para los periodistas en este momento es, de nuevo, remitirse a la esencia del oficio, a los datos, al reportaje, a la investigación, y que esos datos, ese reportaje, esa investigación hable por sí sola, y esperar que eso sea suficiente como para que la gente que te lee sepa que es un trabajo hecho desde la honestidad.
Me parece que uno de los grandes vicios de nuestro tiempo es que se confunde el periodismo crítico, e incluso la opinión crítica, con antagonismo. Y peor todavía, se confunde el periodismo crítico, o la opinión crítica, con el deseo de ver fracasar a un gobierno. Los críticos del gobierno de México, por supuesto hay casos distintos, pero yo estoy convencido de que la enorme mayoría de los críticos del gobierno de México no desean el fracaso del gobierno. Y en el caso de los periodistas muchísimo más. Los periodistas que investigan con espíritu crítico no desean el fracaso del gobierno de México. No deseamos el fracaso del gobierno de México en absoluto. Nuestra obligación, sin embargo, es ser objetivos, críticos remitidos a los hechos y ante la duda hacer periodismo, y que desde el poder se interprete eso como, no solamente ganas de ver hundirse el barco del gobierno en turno, sino, con toda franqueza, ganas de joder, es una gran enfermedad de nuestro tiempo y una profunda injusticia.
MACA: En Proyecto Morona, un grupo en Facebook que lance para storytelleres, creadores de contenido, que por supuesto estas invitado, avisé que iba a estar haciendo un episodio contigo y Juan Andrés Muñoz, director digital de CNN en español me pidió preguntarte cuál ha sido tu mayor aprendizaje de interactuar con usuarios en Twitter, sobre todo a partir de lo complicado que resulta el saber que no solamente es la polémica que tú generas, sino gente que no quiere a tu papá, o que tiene posturas distintas a tu papá, a veces ya hasta tu hermano. Es decir, ¿cómo manejas tu estrategia? ¿cómo manejas las redes sociales sin que verdaderamente te amarguen la vida? ¿qué tanto te construyen contra lo que te perjudican? por así decirlo. Bueno, es muy difícil porque las redes sociales son capaces de nublar una trayectoria, de dejar de lado una trayectoria por un tweet. Me explico, en algún momento, como parte, por cierto, de un hilo, dije que en los debates presidenciales, esto fue el día que José Antonio Meade resultó seleccionado, vamos a decirlo así, como candidato del PRI, dije que en los debates sería Meade un adversario intelectualmente formidable para Andrés Manuel López Obrador. Bueno, esos caracteres que, si los contamos no son más de veinte caracteres, terminaron pesando más, o de pronto pesan más, en el juicio que escucho en redes sociales de mi trayectoria frente al PRI, frente al Peña Nietismo y frente al propio José Antonio Meade que toda la trayectoria que está escrita en medios de comunicación en México y en medios de comunicación en Estados Unidos, y pues con toda franqueza, y lo mencionó dado que es una entrevista que tú me haces a mí, el intercambio bastante severo que tuve con el propio Meade en el debate presidencial frente a millones de mexicanos. Entonces, en los hechos, yo he sido intensamente crítico del PRI, del Peñanietismo y del propio José Antonio Meade, en radio, en televisión, en prensa, en el escenario de un debate presidencial. Pero de pronto hay gente que prefiere fijarse en un tweet descontextualizado, en la mitad de un tweet descontextualizado que en una trayectoria. Y eso es muy peligroso, muy desgastante e injusto. Entonces, lo que yo he aprendido, es que hay que tener sumo cuidado con la manera como uno interactúa en redes sociales, para que lo que uno dice en un tweet no pueda ser descontextualizado, este arraigado cada vez menos en una opinión y más en los hechos. Por ejemplo, un tweet reciente que tuvo éxito en el que critiqué este hecho que me pareció incomprensible de haberle dado Andrés Manuel López Obrador una medalla conmemorativa después de un buen papel que hizo México en los Panamericanos; bueno, puse un tweet que se defendía desde los hechos, no había opinión, era simplemente en los hechos. Esto es absurdo y así lo dije. Me parece que es un campo minado. Me parece que esa está lleno de riesgos, que se ha vuelto difícil, que no siempre es placentero, pero que al mismo tiempo es muy emocionante. Y por supuesto, para un periodista, absolutamente necesario el interactuar e intercambiar opiniones, aunque sean injustas con uno en redes sociales. Y sobre la familia, que también me lo pregunta, bueno, si quieres también te lo respondo, pero en cierto sentido es otro tema. Lo que ha ocurrido de pronto con aquellos que tienen mi apellido y conmigo mismo en estos meses, que sí, ciertamente, hay una injusticia que duele.
MACA: ¿Crees que en algún momento el futuro sea que el periodista vuelva a estar cobijado por sus audiencias, por sus plataformas? Es decir, antes en un periódico, pues el periodista sabía o tenía hasta cierto punto identificado qué tipo de lector era el que lo consumía, no necesariamente compatibilizaba, pero existía una especie de respeto implícito. En cambio, esta plaza pública, que son las redes sociales, genera inconformidad, genera pleito. En este camino de los medios por volver al tema de cobro de contenido. ¿No crees que al final también esos muros pueden ayudar a que se retome el respeto a que te lea quien te quiere leer, y a que, quien no esté por otro lado con la plataforma que decida?
LK: Qué pregunta interesante. Yo creo que es deseable que te lea la mayor cantidad de personas posible, evidentemente. Y también creo que es deseable el intercambio con gente que está en profundo e intenso desacuerdo contigo. Lo que yo creo es que nos hace falta una mejor cultura de debate, pero creo que la cultura de debate, así como la democracia, sólo se construye con más debate. Me parece en ese sentido, por ejemplo, que los debates presidenciales, y lo dije antes siquiera de tener el privilegio de haber sido seleccionado como uno de los moderadores, lo dije con toda claridad, me parece que fue un brinco exponencial en cuanto a nuestra cultura de debate. Además, en el INE fueron muy valientes y no pasaron, digamos, de los debates horrendos que en realidad no eran debates de hace seis años a debate un poco mejores, o debates un poco más contenciosos. Escogieron formatos que incluso obligaban a los periodistas, y eso lo viví en carne propia, a tener intercambios más bien ríspidos, que en otros lugares pues serian, si no mal vistos, porque tampoco yo creo que serían mal vistos, porque además estuvo inspirado el formato en lo que se hace, por ejemplo, en Chile, que es un país con una cultura debate muy admirable. Ciertamente en otros sitios habría colegas que dirían: caray, eso estuvo un poco fuerte, esa interrupción, etcétera.
Por eso creo que fue un brinco exponencial y yo espero que los siguientes debates sean todavía mejores. También creo que los programas de televisión de debate en México están creciendo, están mejorando y eso me da mucho gusto, y creo que eso nos llevará, idealmente, y viendo esto como un vaso medio lleno, a el poder tener intercambios más respetuosos, que no reverenciales en absoluto, respetuosos de ambos lados, en donde lo que se debata y se disputa sea la sustancia, y se deje de lado la descalificación ad hominem y la calumnia, y que no hace más que enturbiar el debate y la calidad de la discusión pública. Yo en ese sentido soy un optimista.
MACA: Hablando de tu trayectoria profesional, ¿dirías que te ayudo mucho el tener inicios, y si me equivoco tú me lo corriges, por favor, como escritor? ¿Por qué? Porque eso te permite ofrecer una narrativa. Es decir, a todos nos queda claro que, como periodista, salvo que se trate de una exclusiva, que además nos va a durar unos cuantos segundos, hoy tiene muchísimo valor la narrativa, el cómo cuento algo. ¿A lo largo de tu vida has tenido, dirías, una gran ventaja a partir de esa formación como escritor e incluso como historiador para que hoy llegues y seas un periodista con esa narrativa y esa capacidad para impactar?
LK: Bueno, te agradezco. Sin duda, sin duda. Es decir, yo decidí que quería escribir y quería ser periodista a los diecisiete años o antes, incluso. Entonces ya son casi treinta años de esto, desde los diecisiete años escribo con regularidad y público con regularidad en medios nacionales. Empecé como periodista deportivo, siendo un chamaco, y duré en ese maravilloso ramo varios años, y esas son las cosas que me dan mucho, mucho orgullo hasta el día de hoy y siempre, seguir siendo periodista deportivo, porque el periodista deportivo nunca deja de serlo, porque arraiga en la pasión deportiva. De pronto en redes sociales me dicen, “pero tu periodista deportivo”, como si fuera un insulto. Bueno, para mi es motivo de un profundo orgullo. Pero lo que creo en mí es una disciplina que ya tiene décadas, y es un oficio que, y un músculo que se va a ejercitando y que me ha dado la posibilidad de narrar con la palabra escrita lo que ocurre. Y creo que, sin eso, ciertamente, no sería quién soy o la mejor versión de quién soy. Si me dijeras qué es lo que más me enorgullece de lo que he hecho los últimos años, bueno, hay cosa en televisión que me enorgullecen, por supuesto. Pero lo que más me enorgullece es lo que he escrito. Y si pudiera yo vivir, nada mas de escribir lo haría. Por desgracia no puedo, pero me gustaría mucho.
MACA: Hoy justo que estaba preparando esta plática contigo me fui a tu archivo en podcast, y me dio curiosidad, o fue algo curioso, el hecho de que tú empezaste hacer podcast, mucho porque te ibas a Estados Unidos y ya no tenías este conducto directo. Para ti, ¿qué ha representado el hacer podcast desde el dos mil quince? ¿cómo ha evolucionado y que percibes que viene en esa materia?
LK: Pues me encanta el formato, porque permite esto que estamos haciendo, llevamos un buen rato platicando y esto no se puede hacer en televisión. Risa loca, no se puede, vaya, ni el diez por ciento de lo que estamos haciendo. Y eso es muy frustrante de pronto. En radio que es una de mis grandes pasiones, pues también es difícil charlar con esta amplitud y esta profundidad, porque los tiempos son lo que son. El podcast se presta para la sustancia, y además tiene la misma magia de la radio que es: solamente tenemos la voz, tu voz de aquel lado, mi voz de este lado y se acabó. Y eso exige concentración. Nadie, nadie nunca te va a decir evidentemente te vi la radio o te va a comentar de, oye tal, siempre te van a decir “te escuché”, y escuchar en la radio, escuchar un podcast, exige concentración, y por lo tanto es un medio que se presta maravillosamente para ese arte extraordinario, que de pront, a veces parece perdido, qué es el arte de la conversación.
Para mí ha sido una manera extraordinaria de poder seguir comunicando mis ideas, y un ejercicio de nostalgia para, pues, digamos, el estar todavía en contacto con la gente que me escuchaba en radio, que es algo que extraño muchísimo, muchísimo. Todos los días extraño la radio, porque me encanta, y he tratado de hacer varias cosas en podcast. Me parece también que es muy generoso el género. Es muy generoso la plataforma, porque los formatos pueden ser muy distintos. Ahora, por ejemplo, tengo, pues mi podcast, Epicentro, que, pues básicamente soy yo tirando ahí un rollo sobre algún tema que me nueve, que me apasiona y de pronto hago una conversación. Pero también tengo Historias Perdidas, que es un pocas narrativo, que parte de una sección que tenía yo en la radio en México, “Misterios históricos para jóvenes y no tan jóvenes”, y eso ha sido divertidísimo y delicioso, porque pues allí he explorado, digamos, otra posibilidad que se conecta con la gran tradición de narrativa radiofónica, las radionovelas y demás, que creo que es un aspecto de la producción de audio que está muy descuidado, y que tiene un mercado clarísimo. Entonces, para mí, los podcasts en general son motivo de felicidad.
MACA: Eres hombre de televisión, y aunque no estas a cuadro, tienes algo de tiempo limitado. Entonces muy rápido las dos últimas preguntas La primera, ¿qué contenidos recientemente que documental que serie que el libro verdaderamente te ha forjado como periodista, como storyteller, que te motiva a ser más o a experimentar? Esa sería la primera.
LK: Uf, eh hay tantos, he estado leyendo mucho sobre el activismo en Estados Unidos ye so es un tema que me apasiona, porque me parece que tenemos que entenderlo a profundidad, ¿no? Y hay varios libros, ahí que son extraordinarios. El gran clásico se llama Strangers in the Land, que es un libro de verdad, de verdad, conmovedor y al mismo tiempo aterrador sobre sobre, que es el último libro que digamos que termine de leer. También me parece que el del momento cultural que vivimos es muy atractivo. Acabo de terminar un libro muy polémico de Bret Easton Ellis que se llama White, que es pues la diatriba en contra de la corrección política de más, que me parece de verdad, pues vaya, es una provocación genial, pero digna de leerse.
Yo te diría que esas son, digamos, las últimas dos obras que he terminado y que me han impresionado muchísimo. Pero es una pregunta tan complicada porque hay muchas cosas. Yo tengo la mente muy dispersa porque tengo la maldición, o la bendición de sufrir de una curiosidad universal, entonces también he estado leyendo mucho sobre la historia del Barcelona con Guardiola y en la batalla con Mourinho y, en fin, mis distintas pasiones se van mezclando. Hay un podcast reciente también que, bueno, ya en su tercera temporada, que me parece extraordinario, que es el podcast Revisionist History de Malcom Gladwell, y me gusta porque nos obliga a todos los que lo escuchamos a repensar muchas cosas, a reconsiderar posiciones que teníamos ya adoptadas, y a reflexionar sobre si esa posición todavía tiene validez o incluso si es racional. Así que, yo te mencionaría eso también como una de mis pasiones recientes.
MACA: Y la última, si tu fueras un tipo de café, un café que representar a tu personalidad, cómo eres, cómo sabes lo que proyectas, ¿qué café serías? ¿qué café pondrías en la mesa haciendo juego de palabras con tu libro?
LK: Pues mira, acá hay una cafetería que hace un café, que se llama café cubano, que no es el café cubano clásico, que es delicioso, pero que es una suerte de cuestión de mero decadente. Son cuatro shots de espresso con azúcar, bien mezclada, y luego yo diría un buen medio vasito de lo que creo que en México sería la media crema, caliente, caliente, caliente. En vez de leche, digamos, media crema. Entonces es un café con una buena dosis de azúcar que pega con tubo y que también, digamos, que es espeso, se siente, pero se disfruta. Así que yo te diría que pondría uno de estos cubanos de mi cafetería local favorita, aclaro. Aunque inmediatamente después pondría un espresso doble cortado, que es lo que lo que tomó de rigor cada tarde para poder, digamos, rendir como es debido en los dos noticieros que conduzco en Los Ángeles, a las seis de la tarde y a las once de la noche. Sin un buen espresso doble cortado, simplemente es imposible.
MACA: León, muchísimas gracias. A ver si un día podemos tomarnos ese café cubano, además con ejemplares, porque la verdad es que yo la primera vez que supe de ti todavía era joven, o era mucho más joven que ahora que ya no me considero, pero fue a través justo de los libros de Editorial Clío de la historia del fútbol mexicano, que de ahí empezó a resonar mucho tu nombre en mi cabeza, junto con los otros autores como Greco Sotelo, y por ahí también Carlos Calderón.
LK: Muchas gracias. Pues qué bonitos recuerdos. Fue esa una obra entrañable que luego derivó en hazaña, en este programa de documentalismo deportivo que tuvimos también, y creo que todavía está por ahí rondando, y bueno, es fue nuestra carta de amor al fútbol mexicano, una carta de amor que, por cierto, espero continúe de otras maneras en el futuro. Porque el amor por el futbol, a pesar de ser cruzazulino no se va jamás.
MACA: Y esa sí es lealtad pura. Muchas gracias León.