Storybakers:
Esta vez haré una excepción.
Me confieso un hater absoluto de los contenidos que hablan sobre lo que un creador aprendió en el camino.
Todavía más si esa historia viene acompañada de un listado de supuestas revelaciones mágicas que el autor comparte con su comunidad.
Creo en el periodismo de soluciones.
No en el periodismo de receta.
No en el de las fórmulas mágicas.
Pero hoy caeré en algo parecido a eso sin que sea exactamente eso.
O quizás me estoy haciendo un lavado de cerebro para evitar sentir que me muerdo la lengua haciendo lo que digo que no me gusta hacer.
Sin pretenderlo he logrado consolidar un proceso de desaprendizaje que me ha traído más satisfacciones que dolores.
Empezó, no me di cuenta sino hasta hace poco que Hernando Paniagua me lo comentó, cuando decidí que este newsletter sería escrito bajo los principios del UX.
Concisión.
Precisión.
Usabilidad (o sencillez).
Desde hace meses mis párrafos no exceden las tres líneas.
Contravengo todo lo que me enseñaron en la escuela.
Y todo lo que quise aprender, que no es lo mismo.
Recibí dos comentarios negativos.
Muy al comienzo, cuando escribir así era una prueba antes que una costumbre.
Pero a cambio se disparó el Open Rate (hoy entre el 37 y el 43%) y se aceleró el crecimiento.
¿Por qué?
Porque se hizo más fácil compartir lo que publicaba.
Un alto porcentaje de lo que escribo en este newsletter puede ser copiado y pegado para llevar en un tuit.
Así, sin edición.
En retrospectiva, concluyo que un contenido hoy es como un partido de futbol o como la ceremonia de la Academia.
Un partido se juega por 90 minutos, pero lo que se comparte son highlights específicos.
En los Premios Óscar hubo una transmisión de más de tres horas, pero la gente recuerda sólo el momento en que Will Smith golpeó a Chris Rock.
Un libro en Kindle tiene sus pequeños grandes momentos de gloria cuando miles de personas resaltan una frase que pretenden atesorar.
Al periodismo le falta provocar esos momentos e incitaciones en su narrativa.
Pensar qué de lo que se está haciendo ameritaría un recorte para guardar si volviéramos a la época de las revistas.
Cuánto de lo que estamos enviando es sustancia y cuánto es mera transición o relleno.
La escritura que nos enseñan en las aulas contempla conectores que no encajan ni con la dinámica de Twitter ni con la de TikTok.
Las cuales, aquellos, cuyas, quienes…
La coma es menos poderosa que el punto para efectos de orden.
Para cuando cerramos lo que hemos puesto entre comas, a la gente ya se le olvidó lo que había antes de ellas.
Cuando escribo no sigo una regla particular sobre donde empieza y termina mi párrafo.
Es más, mis párrafos en ocasiones no son más que oraciones con su espacio correspondiente que leídas en voz alta entregan un mensaje poderoso.
Y funciona.
Al menos a mí me ha funcionado.
Hagan el ejercicio de ir líneas arriba y pensar qué de lo que he escrito podría tener sentido como un tuit.
Me atrevo a decir que la mayoría.
Cuando en enero compartí un estudio que hablaba de la muerte de la pirámide invertida, uno de los insights secundarios se quedó en mi cabeza como si fuera lo más relevante.
En aquel estudio hablaban de la extrañeza que las causaba a especialistas de otras áreas del storytelling que el periodismo utilizara una estructura tan predecible.
Que mientras ellos piensan en cómo crear suspenso, en cómo llevar a una persona del punto A al B para mantener la atención de la audiencia, el periodista te entrega lo más importante en la primera línea para después ir perdiendo interés.
Tras meses de pensar y actuar sobre ello, concluyo que tenían razón.
Que esa narrativa atribuible al periodismo palidece ante el resto.
Y que haberla desterrado de mis usos y costumbres me ha traído más beneficios que perjuicios.
Escribir bajo los principios del UX equivale a escribir pensando en el lector.
En dejar las ideas claras.
En facilitar el escaneo de lo que se está haciendo.
En generar un ritmo sin pausa que lo mismo se sostiene como un tuit poderoso que como un video de un minuto en TikTok.
Haciendo el recuento, entre los contenidos más exitosos de mi vida siempre han estado los formatos cortos.
Es el principio de la escasez.
Cuando tienes un marco determinado eliges las palabras exactas.
Sin relleno.
Sin complementos innecesarios.
Sin derroches.
Escribir así me ha permitido tener mejores métricas.
A nivel personal, me ha permitido que mi redacción fluya de la mano de mis ideas.
Sin tanta distancia entre lo que mi cerebro piensa y lo que requiere la escritura.
No sé si para ustedes esta redacción es más o menos sofisticada.
Lo que sí puedo decirles es que es más humana.
Más natural.
Más empática conmigo mismo.
Y, a partir de eso, con ustedes.
Lo mejor es que me hace parte del trabajo para otros formatos.
Descubro ahora que también es mi base para crear en TikTok y en Instagram.
En videos cortos y en stories.
Es una narrativa de momentos.
Un ejercicio de recorte.
Una estructura de postulados e ideas claras antes que de divagaciones y formalidades estructurales.
Les cuento ahora cómo este desaprendizaje derivó en mi nueva faceta como storyteller.
Únete a los grupos de Story Baker en Telegram
Cheat Media Links and Talks: lo que tienes que saber de la industria sin tenerque buscarlo en Twitter ;-)
La Podcastería: el punto de encontro para creadores de audio con ligas, ideas y recursos.
La Creator Economy: historias y briefing diario sobre la economía de los creadores que está cambiando al mundo
News de News: Todo sobre Newsletters
Desde el metaverso: el futuro de nuestra existencia digital
El 16 de mayo decidí que producir contenido en TikTok sería un hábito.
Concluí que si podía escribir a diario, también podía publicar en TikTok.
Quería hacerlo a mí manera, pero no repitiéndome.
Con un estilo particular que me hiciera sentir cómodo pero que en verdad representara la adopción de un formato y tendencia.
Dos semanas después, he superado los once mil setecientos seguidores produciendo contenido bajo mis propios términos.
No he tenido que bailar ni hacer lip sync.
Aunque sí que he usado el filtro de viejito, el de bebé y el de oficinista.
También me he puesto una bata para parecerme a Hugh Hefner.
He tenido videos con cientos de miles de reproducciones.
Y sé que 11.7 mil seguidores es nada en una red como TikTok.
Pero son 11 mil 700 seguidores que conversan, que interactúan y que aceptan mi contenido.
TikTok se ha convertido en un espacio en el que hago algo de comedia, comparto información y depuro mis habilidades de síntesis.
No estoy haciendo cápsulas informativas en TikTok.
No estoy hablando como siempre ha hablado el periodista.
Estoy combinando lo que sé que es relevante con lo que aprendo de TikTok como plataforma.
Y hacerlo me habría costado más trabajo si no hubiera convertido la síntesis en un hábito.
Mis guiones en TikTok son, como este newsletter, más de oraciones que de párrafos.
Esas oraciones son los guiños que utilizó para atrapar la atención de la gente.
Están los momentos protagónicos y los complementarios.
Los protagónicos son los que tienen la información dura.
Los complementarios son los que empaquetan.
Los complementarios acompañan la información dura para hacerla digerible.
En estos videos de un minuto procuro que el interés no se reduzca a la historia total, sino también a pequeños momentos que la gente pueda notar.
Un chiste, ya sea bueno o malo.
Una referencia a lo que parecería no tener que ver pero que me vino a la cabeza.
Mi método de trabajo es cada vez más como el de unir post-its tras una lluvia de ideas.
Esos post-its forman parte de un producto final.
Pero por sí mismos explotan ideas que pueden tener algo de valor.
En la estructura periodística tradicional, hay un foco por desarrollar la historia general que se está contando.
En la nueva narrativa hay un foco por crear historias dentro de las historias.
Esos distintos marcos de referencia crean autoría y propiedad intelectual.
El qué, lo he escrito hasta el cansancio, es hoy un commodity.
Y por más que hablemos de algo que nos parece novedoso, si de verdad es trascendente habrá muchos que lo llevarán.
Toca entonces pensar en cómo hacerlo único.
Es mi tratamiento.
Es mi historia.
Es mi aproximación.
No importa incluso si la mía en alcance palidece frente a la otra.
Importa que la gente que la consuma identifique mi estilo y mi sello.
¿Cuántos pequeños momentos tienen las historias que estás contando?
¿Estás haciendo múltiples invitaciones a tu lector o espectador para que te recuerde?
¿Hay algo en lo que dices y haces que sea distinto al resto?
Aún no soy un tiktoker.
He decidido que no lo seré sino hasta que llegue a un millón de seguidores.
Lo que sí puedo decir es que me siento más seguro con la narrativa que yo mismo me he confeccionado que con la que me enseñaron en las aulas.
Para mí, no cabe más el debate sobre lo que es y no periodismo.
Cabe el debate sobre la historia que quiero contar y cómo la quiero contar.
En una me valgo de un bebé porque amerita.
En otra de un viejito.
En alguna más no hace falta filtro sino una cara mía que me ayude a cumplir mi objetivo.
Para contar una historia hoy podemos ser distintos personajes.
No tiene sentido que en la era de las oportunidades narrativas llevemos siempre puesto el traje y la corbata del periodista.
Si queremos evolucionar, volteemos a ver a los creadores.
A los periodistas ya los hemos visto mucho.
Ya ochenta veces leímos que el problema de los medios fue entregarse a las tecnológicas.
Ya recibimos doscientos newsletters sobre modelos de suscripción viables.
Concentrémonos en descubrir verdaderas novedades.
Comprendamos que la disrupción no vendrá de los medios de siempre.
De aprendizajes en TikTok no volveré a hablar hasta que llegue a cien mil seguidores.
Si me tardo, cuenten con que estaré deprimido.
Si lo consigo, estaré orgulloso de haber guardado para siempre ese traje que para ser honesto me terminó pesando más que enorgulleciendo.
La primera vez que mencionaste lo que los viejos conocemos como "lo bueno, cuando es breve, dos veces bueno", me pareció apropiado. Bajo esa máxima he elaborado documentos de no más de cuatro párrafos para explicar cosas complejas. Y funciona. Pero este texto tuyo le pareció a mis sinapsis un ejercicio agotador además de chocante. Dividir artificialmente frases que deben ir juntas para mejor comprensión, puede servir para tuits pero hace compleja la comprensión total de la idea. Aplicar a rajatabla una fórmula puede resultar para algunas cosas, pero no siempre ni para todos. Esta vez no te funcionó conmigo, pero a otros acostumbrados a las ráfagas breves de palabras quizá sí. Cada quien elige su audiencia. Te seguiré leyendo, desde luego, y te agradezco el ejercicio generoso.
Estimado colega:
Coincido con vos en que la narrativa debe cambiar.
Que todo esto de Tik-Tok, Ibai y demás es "la solución" a la caída de la profesión/industria?. No tanto.
El periodismo y los medios se han reinventado tantas veces durante la historia, que es un camino natural hacerlo ahora.
Que podemos colgar "lo acartonado" en la percha, es más...tirarlo del todo. Coincido
Pero, lo nuestro no va de divertir gente, y ponérsela fácil para "digerir" la realidad.
El periodismo va mucho más allá, tanto como que los cardiólogos tienen mucha tecnología y todavía curamos con plantas. Ambas son necesarias.
Me agradó descubrir algo nuevo que permita replantear ideas. No tengo tik-tok, pero aquí tendrás una seguidora de este News