Los medios en un mundial sin cerveza: ¿combaten o impulsan el Sportswashing de Qatar?
Y cómo la venta de cerveza puede ser la que haga que todos quieran ver la realidad de Qatar
Storybakers:
A dos días del Mundial todo ha dado un vuelco.
Uno del que estamos hablando en la FIFA Nostra en Telegram.
Uno que desequilibra a la FIFA y al propio Qatar.
Aunque ahora no lo entienda.
Aunque lo vea como defensa de su cultura.
Y los medios y periodistas serán fundamentales en la construcción de esa narrativa.
La prohibición de la venta de cerveza en estadios de la FIFA y sus perímetros entorpece los más elementales objetivos de la Copa Mundial de Qatar.


Para la FIFA todo va de montar su show estelar para hacer un negocio millonario.
Hasta ahora lo había hecho a costa de lo que fuera.
Sin que le importara destrozar su propia congruencia.
La FIFA es ese gobierno que castiga un grito homofóbico, pero organiza su más grande torneo en un país que viola los más elementales derechos de la comunidad LGBT.
Es también ese gobierno que habla de llevar felicidad ahí donde sea que se juegue la Copa del Mundo pero que termina permitiendo que sus estadios lleven a la muerte de más de 6 mil trabajadores.
Tampoco le había importado pasar por encima de las leyes de los países en los que aterrizaba la Copa del Mundo.
Si querían la Copa, o jugaban bajo sus reglas o no jugaban.
Como ocurrió en Brasil.
Ahí sí doblegó al gobierno brasileño para que hubiera venta de cerveza.
Pero en Qatar ha ocurrido lo contrario.
Le ha costado en la previa, le costará en el durante y le costará después.
Ya menciona Budweiser que es extraño lo que estamos viviendo.
Inédito, también cabe.
Es un patrocinador global que paga 75 millones de dólares por un acuerdo de 4 años.
Borró el tuit, la sensación permanece.
Pero va más allá de Budweiser.
El no a la cerveza en los estadios es el gran símbolo del error histórico de la FIFA.
Sin Qatar es altamente probable que no se hubiera dado el FIFA Gate.
Sin Qatar quizás seguiría Blatter de presidente.
Sin Qatar Infantino no hubiera mostrado la debilidad que no se le vió a Sepp más que en sus últimos días.
Qatar ha doblegado a la FIFA en uno de los temas que antes ni siquiera se discutían.
O había cerveza, o no había Copa del Mundo.
Pero esta victoria de Qatar puede ser también su derrota.
La cerveza es ese punto de intersección entre lo masivo y lo elemental.
Si muchos aficionados no prestaban atención a los muertos y no empatizaban con los derechos de otros, la cerveza es un clamor universal en relación al futbol.
Su prohibición será tendencia.
Los medios le prestarán la atención que no le han dado a los derechos humanos y a los muertos.
O que sí les han dado pero que no encuentran respuesta en demanda de los usuarios.
En los días previos a la Copa del Mundo periodistas y creadores se habían concentrado en mostrar que estaban en Qatar.
En mostrar las más espectaculares postales de Doha en Instagram.
En hacer stories compartiendo lo que comen, cuándo lo comen y con quién lo comen.
Desde Instagram se produce una cobertura más de estilo de vida que de denuncia.
Ahí los enviados especiales o cubren la escena deportiva, o hacen turismo periodístico.
Ya instalados en la Copa del Mundo, son pocos los medios deportivos que combaten el sportswashing de Qatar.
Más bien se suben a él de modo inconsciente.
Porque lo que trasciende en redes es más eso que lo que podría combatir el lavado de cara de Qatar durante la Copa del Mundo.
El consumo masivo en torno a la Copa del Mundo o está en el juego mismo o está en el turismo y en lo ocioso.
Mientras veía FIFA Uncovered me lo preguntaba.
¿Los medios contribuimos o perjudicamos las estrategias de sportswashing de los gobiernos?
¿Mostramos la realidad de Rusia en el 2018?
¿Fuimos justos o injustos con los que proyectamos de ella?
¿Nos alineamos sin querer al sistema o servimos de contrapeso?
Esas mismas preguntas aplican para Qatar.
Tendríamos que preguntárnoslo sobre todo en estos tiempos en que a nuestro trabajo periodístico le sumamos el de exposición o marca personal.
Los periodistas en una cobertura dejan dos sensaciones.
La de las piezas que publican en sus medios o plataformas con un trabajo profesional.
Y las personales que los acercan a una persona común visitando otro país.
Pero ese doble juego, aunque natural, provoca que la mayoría adopte una postura festiva frente a un Mundial que quizás no tendría que serlo tanto.
Si Shakira y Dua Lipa se niegan a presentarse en Qatar, ¿podrían los medios a modo de protesta sólo hablar de futbol?
¿Tendríamos en estos casos que ignorar el entorno para no celebrar lo que de fondo está podrido?
¿O hacerlo así sería aún más contraproducente?
Es cierto también que los medios harían más por evidenciar las prohibiciones y violaciones a derechos humanos si hubiera una demanda mayoritaria de ese contenido.
Pero es que al juego rara vez lo doblega lo profundo.
Por eso la prohibición de la cerveza en estadios y alrededores tiene un componente simbólico contra el sportswashing qatarí.
Lo que podría pasar es que del zoom a una prohibición que toca en lo más profundo de los hábitos de los aficionados se haga un zoom out a los grandes problemas sociales en Qatar.
La no cerveza no es ni remotamente lo más importante más allá del futbol en Qatar.
Pero sí puede ser ese tema humano, aunque parezca ocioso, que haga que por un momento los seres humanos nos demos tiempo de pensar por qué el mundial ha ido a dar ahí.
Y que así también los medios se convenzan de que vale tiempo hacer historias que vayan más allá de la fiesta que ha organizado la FIFA.
Si ya de por sí perdió el control de su propia fiesta, los medios podrían tomar un protagonismo que arruine los planes.
Los de la FIFA (algo mancillados ya).
Y los de Qatar.
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