Los medios tienen que aprender a renunciar
Sobre el valor de elegir qué somos y qué no somos
Storybakers:
Antes de ir al envío, quiero contarles que en próximas semanas iniciaremos una serie de conversaciones exclusivas a través del servidor de Story Baker en Discord.
Somos ya cerca de 400 miembros los que a diario reflexionamos sobre el presente y futuro de la industria de los contenidos.
Los invito a ser parte de la comunidad.
Como segunda mención, dado que se ha acelerado de forma significativa el número de registros a este newsletter, quiero compartir con los nuevos miembros la existencia de Panmedials, los medios de la pandemia.
Cuando lo escribí pensé que sería un libro que explicaría una problemática relevante pero momentánea.
Que una vez terminada la pandemia los medios se olvidarían de ese pasaje gris que los llevó a perder la confianza de los lectores.
Pero ese diagnóstico que hago en el libro no ha hecho más que profundizarse.
Lo corroboran los niveles de desconfianza expuestos en el Digital News Report y lo agrava la aparición de creadores que terminan fundando los nuevos medios.
Aquí Panmedials, los medios de la pandemia.
Encontrarán una crítica profunda y apasionada sobre la industria de los medios y todo lo que hicimos mal para llegar al punto en que estamos.
Uno en el que a diario nos preguntamos cuál es nuestra razón de ser y qué podemos hacer para diferenciarnos.
Me encantará conocer sus opiniones cuando lo lean.
Dime que estás en crisis existencial sin decirme que estás en crisis existencial.
Promueve hasta el cansancio tu propósito de ser el hogar de los escritores independientes
Apuesta por convertirte en una alternativa para los podcasters sin un solo recurso de diferenciación.
Hazlo en un contexto en el que tienes que despedir al 14% de tu plantilla ante la recesión económica.
Eso que le está pasando a Substack es lo que está ocurriendo en la mayoría de las redacciones.
Substack se posicionó como el gran referente de los newsletters periodísticos y literarios gracias a la claridad de su propósito.
Ofrecía un lienzo en blanco como pocos (al nivel de Medium) y lo complementaba con la opción de implementar un muro de pago en unos cuantos pasos.
Un producto sencillo y claro para que los escritores abrazaran el movimiento independentista de los creadores.
Su efectividad ha sido tal que incluso soportó que llegaran plataformas como Revue, con todo el impulso de Twitter, ofreciendo lo mismo pero con una menor comisión por suscriptor.
Substack cobra el 10%; Revue, el 5%.
Esa batalla la ha ganado porque su producto es mejor.
Pero sobre todo porque quedaba claro que Substack pasaba la totalidad de sus días pensando cómo entregar mejores soluciones a los escritores para crear y monetizar su trabajo.
La primera traición a esa promesa fue sutil pero significativa.
Hace unos meses decidió que no sólo quería ser el motor desde el que un escritor hacía llegar su trabajo sino también el destino de consumo de esos contenidos.
Para lograrlo lanzó una aplicación que pretendía (pretende sin lograrlo) sustituir al correo electrónico como el espacio de lectura de los newsletters.
El foco de ese producto no fueron los escritores.
Ahora con la tarea adicional de palomear si quiere que sus contenidos se manden por correo o sólo se publiquen en la app de Substack.
El foco en ese momento e iteración fueron los lectores.
Con ese producto Substack manifestó que estaba cayendo en la tentación de meterse al tablero de las audiencias.
Y cuando te montas en él, comienzan los desafíos del volumen, se suman tentaciones de monetización y nuevas métricas que pueden hacer que palidezca lo que desde otra óptica tenías controlado.
Pero el extravío definitivo del propósito se produjo cuando anunciaron que ahora también pretendían ser el hogar de los podcasters.
Y que además pretendieran hacerlo en un contexto en el que la economía global está en recesión.
Más tardaron en anunciar su nueva apuesta que en despedir al 14% de su plantilla.
Aquí la pregunta es lógica:
Si con el equipo que tenías no has podido extraer el máximo provecho de tu producto para escritores, ¿puedes tener menos equipo y ganar también la batalla del podcasting?
Elegir no significa conformarse.
Renunciar no significa conformarse.
Mucho queda por hacer para que los escritores encuentren la mejor vía para exponer su trabajo.
Está pendiente aún definir si el texto corto será siempre una exclusiva de Twitter o de posteos sueltos en redes sociales.
Si Twitter ha optado por intentar atender los distintos tiempos de un texto a partir de los tuits regulares, los hilos, los newsletters y ahora Twitter Notes, ¿no debería Substack plantearse hipótesis semejantes?
Si Substack quiere resolver pain points de los escritores, tendría que idear esquemas para ofrecer apoyo gráfico, o en elaboración de charts que pudieran enriquecer los envíos de esos creadores.
Las métricas también podrían mejorar.
Mailchimp ofrece un nivel de granularidad que ya quisiéramos quienes estamos en Substack.
El problema es que tanto Substack como la gran mayoría de las plataformas digitales se expanden a lo ancho en vez de afianzar su posición en determinado pilar.
Facebook renunció al podcast sin en verdad haberlo intentado.
Twitter anuncia Notes en un contexto en el que nadie sabe qué viene para la empresa gracias a Elon Musk.
Instagram se olvida de su primer gran público que fueron los fotógrafos para querer ser TikTok.
TikTok incorpora una especie de Stories que carecen de cualquier tipo de sentido.
Pero ese conflicto existencial que tanto cuestionamos los medios también ocurre en nuestras redacciones.
En un episodio próximo a publicar de The Coffee Americano, Ernesto Martelli me hablaba de lo importante de aprender a convivir con el caos.
Y sí, hemos de normalizar el que el panorama sea mucho más caótico de lo que estamos acostumbrados.
Hemos de normalizar que los nuevos medios no sean como siempre habían sido los medios.
Que los creadores compartan espacio con los periodistas.
Que el humor esté presente incluso en las historias más duras del periodismo.
Que el entretenimiento sea hoy parte del desafío de un medio para retener la atención de la gente.
Pero no hemos de normalizar que el caos gobierne nuestro propósito.
Hay que mirar desde la ventana todo lo que está ocurriendo.
Reflexionar sobre eso que vemos, escuchamos y consumimos.
Sumergirnos en todo ello que no somos pero que podríamos llegar a ser.
Pero todo ese proceso de pensamiento no debe significar que queramos ser todo para terminar siendo nada.
Impera en los medios la ansiedad del que se siente retado.
Hoy el medio que mejor domina el algoritmo se distrae publicando un podcast que no le marcará gran diferencia.
El medio que lanza su propia división de podcasts se pregunta si no va siendo hora de que en vez de apostar por el audio apuesten más bien por el video.
Lo hace cuando ni siquiera ha terminado de pisar con los dos pies el terreno del podcasting.
Hoy el medio que tiene un estilo definido en tercera persona hace un cambio en redes para hablar en primera persona y adecuarse a los nuevos tiempos.
Pero en vez de que eso funcioné termina viéndose ridículo.
Ajeno a lo que siempre había sido.
Al interior de los medios debe primar el aprendizaje y la reflexión constante.
Pero también la definición de lo que quieren ser tanto a nivel corporativo como en cada uno de los proyectos que emprendan.
Los medios hemos de aceptar que a veces el rol que tiene nuestra marca no es el de ser el más divertido.
Que posiblemente tampoco sea el más viral.
O no sea el que se lleve los aparadores de los reconocimientos.
Es válido si nuestro medio tiene como misión la subsistencia.
Como también es válido que nuestro medio sea más bien el de un grupo de creadores.
Es válido no apostar por podcasts; o sí apostar por ellos.
Lo que es un error que los medios van a pagar muy caro es el de pretender abarcar mucho sin ganar al menos una de esas batallas.
A veces es necesario ir a los básicos.
A los libros que muchas veces se han recomendado.
Y que de vez en cuando es útil recordar.
Start with Why de Simon Sinek.
The One Thing de Gary Keller y Jay Papasan.
Los medios ya han tenido suficiente para ver lo que está ocurriendo.
Les toca hacer un ejercicio de introspección y redefinición.
Definir qué son y qué no son.
Y cuando lo tengan claro, trabajar a diario por ello.
Alineando el modelo de negocio a ese propósito
Explorando múltiples caminos, pero desde la claridad de ese objetivo.
Tiene razón Martelli los medios han de aprender a convivir con el caos.
Lo que no pueden permitirse es que el caos gobierne sus redacciones y, sobre todo, sus decisiones.
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