Netflix y la utopia de un mundo sin publicidad
Ni los medios con suscripciones ni las grandes plataformas de streaming encuentran crecimiento sin publicidad
Storybakers:
697 periodistas y creadores estamos conversando en Discord sobre la llegada de la publicidad a Netflix.
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He escrito en su momento que me parecía absurdo que muchos se vanagloriaran de la crisis de Netflix.
Que hubiera burlas sobre lo insensatos que fueron Reed Hastings y Ted Sarandos imaginando un mundo libre de publicidad.
Me cuesta entender que se castigue con tanta severidad a quienes como mínimo se atrevieron a desafiar lo que se había establecido.
Que se disfrute la caída momentánea de una de las contadas plataformas que en verdad pretendían entregar una mejor experiencia para el usuario.
La llegada de la publicidad a Netflix como una reacción de emergencia frente a la caída de sus acciones es en realidad una derrota para todos.
En general, salvo por genialidades del marketing como las que convierten en noticia los spots del Super Bowl, la publicidad no nos gusta como usuarios.
Así como se cuestiona el modelo de negocio del streaming, sobre Netflix, Disney y HBO Max recae la esperanza de tener una mejor publicidad.
Se espera que ellos sean moderados.
Que encuentren el cómo sí generar publicidad que no sea tan molesta para los usuarios.
Que den con formatos novedosos que hagan que la publicidad no parezca publicidad.
Que trabajen de la mano con anunciantes para que haya publicidad que además de serlo funja como una propuesta creativa y original para la audiencia.
Se pone atención en la cantidad de anuncios que habrá.
Como Netflix que incluirá de 4 a 5 minutos de publicidad por hora en formatos de 15 y 30 segundos.
O como Disney que también va por los 4 minutos por hora.
Se asegura que el conocimiento que las plataformas de streaming tienen de nosotros hará que nos ofrezcan mejor publicidad por sus capacidades de segmentación.
En la práctica nada de eso ocurrirá.
La publicidad seguirá siendo la misma publicidad de siempre.
El conocimiento sobre nosotros no nos entregará anuncios que nos interesen.
YouTube como muestra.
Son demasiados los usuarios y perfiles distintos como para aspirar a una publicidad única.
En la práctica vemos los mismos anuncios una y otra vez.
Y ya que estamos fastidiados de ellos, en el mejor de los casos, pagamos por no tener publicidad.
Instagram nos conoce tanto que su publicidad se convierte en acoso.
Si buscamos un curso para estudiar marketing, nos perseguirán por varios días anuncios de escuelas buenas, malas y muy malas hasta que aquello termina en fastidio.
Podríamos suponer que nuevas redes resolverán ese problema.
Que viendo que a la gente no le gusta la publicidad tal como está los que lleguen harán algo distinto.
Pero TikTok va que vuela hacia la misma publicidad que en esencia tanto nos molestó de Instagram en Stories.
Lo mismo pasa con YouTube.
Si no se critica su oferta publicitaria con tanta recurrencia es porque de fondo se sabe que aquello representa un modo de vida para los creadores, pero no porque esa publicidad sea mejor que la que vemos en otros lugares.
La publicidad en el video corto está destinada a ser molesta dado que no hay mucho margen de maniobra.
Las plataformas no tendrán de otra que poner anuncios entre video y video.
Como en Stories que ha terminado por convertirse en una exhibición interminable de marcas corporativas y hasta personales que quieren posicionarse.
La publicidad será siempre un punto de dolor dado que aparece donde no la hemos buscado.
Estamos en YouTube para ver videos no para ver anuncios.
Estamos en Stories para ver a nuestros amigos o personalidades a las que seguimos no para ver anuncios.
La publicidad en streaming no será mejor que la publicidad en TV de cable.
Quizás por ahora sea sólo más prudente.
Quizás por ahora no veremos los excesos que sí que se dan en transmisiones deportivas por TV de cable que están igual o más tapizadas de anuncios que las de tv abierta.
Pero de ahí en fuera volveremos a los mismos dolores publicitarios de siempre.
Queda pagar por los planes sin anuncios, lo que sólo estará al alcance de unos cuantos.
Sería ideal imaginar el estreno de la nueva temporada de Stranger Things con cien por ciento de publicidad hecha a la medida.
O que en su momento todas las marcas se volcaran a hacer publicidad exclusiva en el marco de la segunda temporada de House of The Dragon en HBO Max.
Pero aquello no va a ocurrir más que como excepción.
La publicidad nunca va a poder reconfigurarse como para ser mayoritaria o considerablemente como la del Super Bowl.
La publicidad para los anunciantes entre más sencilla es mejor.
No fue en TV abierta, no fue en radio, no fue en redes sociales y queda claro que tampoco será en streaming.
Ni siquiera los medios digitales basados en suscriptores lo han conseguido.
Una vez que maduran en adquisición de suscriptores se preguntan cómo hacer más dinero.
La respuesta o es elevar precios o abrir la puerta a la publicidad.
Como usuarios ninguna de las dos nos gusta.
Pero ese es el mundo en que nos ha tocado vivir.
Quizás en el metaverso, con el gaming y las experiencias inmersivas como foco, podremos pensar en una nueva realidad publicitaria.
Mientras tanto hemos de advertir que fue bueno mientras duró.
Que a Netflix le debemos muchos años libres de publicidad.
Muchos años de haber pensado que uno de nuestros grandes dolores como espectadores de TV habían quedado atrás.
No fue así.
Y aunque entiendo que a veces es grato tener la razón, con el reconocimiento de que sin publicidad no hay paraíso perdemos todo.
Al menos en ese utópico mundo que sueña con una realidad libre de publicidad.
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