

Descubra más de The Muffin por Mauricio Cabrera
No es el periodismo que muere, es la narrativa que falta
Lo que medios y periodistas no quieren entender de los creadores como inspiración para contar historias que trasciendan
Storybakers:
Sin pretenderlo esta semana ha terminado siendo temática.
Ha ido más que nada de lo que vendrá para los medios y periodistas ahora que Facebook hace oficial que le interesan los creadores antes que las organizaciones periodísticas.
Y los videos antes que los textos.
Se habla, de nuevo, de la necesidad de transformar el modo en que trabajan las redacciones.
Pero para cambiar a un grupo de personas en torno a un objetivo habría que comenzar por cambiar a cada una de las personas que integran esas redacciones.
Comenzar por lo individual antes que por lo grupal.
Por lo que piensa uno para que después lo piensen todos.
Lo digo porque la problemática más elemental del periodismo no pasa ni por falta de metodologías, ni por desconocimiento de la tecnología, ni por falta de elementos para contar una buena historia.
Esas son, sin duda, áreas de oportunidad sobre las que hay que trabajar.
El principal problema del periodismo pasa por lo que el propio periodista piensa que es periodismo.
Es un problema de concepto, de definición.
Es un problema de confusión entre la forma y el fondo que lleva a que para un periodista el ejercicio periodístico o se hace de una forma o no existe de ninguna otra.
Ante la viralidad de los creadores, la primera reacción de medios y periodistas ha sido advertir que eso que hacen no es periodismo.
Si los creadores se dedican a entretener, desde los medios y el periodismo se descalifica diciendo que eso lo hace cualquiera.
Que ese tipo de contenidos es para una audiencia insensible a lo que verdaderamente trasciende en sociedad.
No lo consideran, aunque de fondo se está contando una historia y eso sí que tendría que interesarle al periodista y a los medios, ni siquiera como un producto digno de análisis, inspiración o reflexión.
En el periodismo, en particular de habla hispana, lo soft se demerita por sistema.
Ya sea por la temática, por la forma o por el fondo.
En las academias de periodismo no hay espacio para el análisis de lo que funciona para mantener la atención de la audiencia, que es al final el uso que medios y periodistas tendrían que darle al concepto de entretener.
Se asume desde el periodismo tendría que bastar y sobrar para que la gente consumiera lo que se produce.
Si los creadores contextualizan o explican, la primera reacción de medios y periodistas es la de señalar que ese contenido no habría existido de no haber sido porque ellos consiguieron la información.
Se molestan por la habitual falta de los créditos correspondientes y porque, según ellos, si no saliste a la calle para conseguir una información, no tienes mérito como periodista.
Pero en el fondo, de lo que más tendrían que quejarse esos medios y periodistas es de su propia incapacidad para comprender lo que podían hacer con esa información que produjeron.
Vamos, que es cierto que las españolas de Ac2ality no producen información propia.
Es también cierto que se han comido distintos bulos, como el de los 17 muertos en México en la pelea entre aficionados de Gallos Blancos y Atlas, por carecer de cualquier tipo de proceso de verificación.
Si un medio que por nombre les resulta confiable publica algo, ellas lo dan por hecho.
En ese sentido los medios y los periodistas no tienen nada que aprender de ellas. Más bien al revés.
Pero medios y periodistas sí que tienen que aprender de ellas sobre cómo convertir exactamente la misma información en un contenido que construye marca, que posiciona marcas personales dentro de un colectivo y que genera viralidad.
En este caso, el medio y sus periodistas ponen los ingredientes e incluso preparan un platillo.
Los creadores se lo comen. Les interesa el sabor que hay detrás, pero deciden que tendría que haber estado mejor presentado para impactar.
Y ahí donde una nota se muere sin más resultado que unos cuantos lectores en los medios de comunicación, se convierte en un concepto viral a partir del empaquetamiento hecho por esos creadores con la misma información.
Las españolas de Ac2ality en España, como las de Ahora Entiendo en México y como muchas y muchos otros, toman los ingredientes (la información) de los medios y mejoran el platillo a través de una presentación que funciona para los nuevos usos y costumbres de los usuarios.
El área de oportunidad de los medios se entiende desde la misión de Ac2ality.
Ellas, como Alex Lieberman y Austin Rief cuando crearon Morning Brew, prometen traducir los periódicos.
Más allá de la intención a nivel marketing de esa premisa, el mensaje literal deja en evidencia la desconexión que hay entre el modo en que se entrega el periodismo a la audiencia y el modo en que ésta quiere consumirlo.
El problema tiene múltiples ángulos.
Pasa por la desconexión entre la dieta informativa que la sociedad quiere y la que los medios le ofrecen.
En nuestro servidor en Discord, Paco Trejo lo describe de forma contundente:
Los medios ofrecen un buffet repleto de platillos que no queremos comer.
Cuando no es por una deficiente selección de historias es porque se acude a las fuentes que han sido siempre las obvias para el periodismo.
Es decir, se busca una versión oficial que acaba siendo igual a una versión propagandística.
Antes que cubrir el ángulo humano sobre cómo tal o cual suceso, legislación o tendencia afecta a personas comunes y corrientes, los medios apelan al político que dirá lo que le conviene, a la autoridad que no se saldrá de un marco narrativo a menos que exista algo contundente que lo mueva de lugar o a la simple enunciación de hechos sin mover emociones.
Menudo desafío el de los medios cuando entendemos que cuando no contamos historias que al público no le interesan, las contamos con voces que no son las que el público está buscando.
E incluso si acertamos en la historia y en la persona que la protagoniza, fallamos en el formato, en cómo contamos esa historia, en cómo la empaquetamos, en cómo y en dónde la distribuimos.
El problema principal para los medios no es que el negocio de la información esté en riesgo.
El problema tampoco es que no encuentren un dato, documento o declaración que cambie su realidad.
El problema principal para medios y periodistas es que para ellos el qué está atado a un solo cómo, y cuando eso pasa, abres la puerta a que otros tomen los mismos ingredientes pero lo presenten como sí lo está buscando la gente.
La oportunidad hoy está clara para la organización y el periodista que quiera sobresalir.
No pasa ni por grandes implementaciones tecnológicas ni por grandes inversiones.
Pasa por entender que lo mejor que le puede pasar al periodismo es reventar las formas en que se materializa como producto a la gente.
Cleo Abram es más vista como una periodista visionaria e innovadora antes que como una paria del periodismo por incorporar a sus notables trabajos periodísticos y explicativos elementos de comedia y actuación.
Johnny Harris es más visto como un gran storyteller que como un periodista sensacionalista por incorporar figuras dramáticas y un ecosistema sonoro que extrema las emociones de la audiencia en sus videos.
El Estafador de Tinder o We Crashed quizás no sean vistos como resultados de un trabajo periodístico por las grandes audiencias, pero sí que lo son en el fondo.
Y está bien que sea así.
Medios y periodistas tienen que entender que hoy más que nunca la información que generan, sobre todo cuando se trata de visibilizar algo que de otro modo se habría mantenido en la oscuridad, continúa siendo útil.
Pero también que las formas cuentan.
Y que si se siguen permitiendo que en las redacciones no haya más que personas que se la pasan señalando lo que a su juicio no es periodismo, no serán más que simples observadores del gran momento que se presenta para contar historias que trasciendan.
Nos guste o no, el periodismo necesita más a Nicolás Copano y a Emilio Domenech que a un conductor de traje y corbata que apela a narrativas obsoletas.
Sí, Nanísimo (Emilio Domenech) no viste como se supone que debería vestir un periodista.
No habla tampoco con la formalidad que al periodismo le gusta.
Pero a cambio conversa, trasciende, tiene su propia comunidad, construye su propio medio y logra que la información llegue a la audiencia.
Si un día tengo un hijo, me gustará poder contarle historias entretenidas que de fondo tengan un mensaje para él.
Para lograrlo no utilizaré un libro de texto que ni a mí me atrapa, utilizaré el que tenga información confiable y responsable, pero también el que más lo entretenga.
El periodismo no se muere, lo que falta es narrativa.