No es Ibai, son los medios y la academia los que están acabando con el periodismo
Un repaso a las razones que llevan a que cada vez menos estudiantes quieran aprender periodismo
Storybakers:
La cifra no sorprende.
Encaja con una realidad que se palpa en el día a día de los medios.
Hay cada vez menos jóvenes que quieren estudiar periodismo.
En España, El País le pone cifras a esa caída.
El grado de Periodismo ha dejado de ser atractivo para los jóvenes que ingresan en la Universidad. No es una percepción. Lo constatan los datos: ha perdido el 18,4% de su alumnado desde 2015 (de 19.000 a 15.500 alumnos). En la Universidad pública los inscritos han menguado un 24% (cuando la bajada media de las titulaciones es de un 6%) mientras en las instituciones privadas, por su parte, han caído en ese período un 15,1% los matriculados, pese a que la carrera se ha implantado en dos campus más.
Aparece enseguida una frase que sirve como titular pero también para entender esa tendencia muy propia de la industria de siempre concentrarse en responsabilizar a otros de lo que se ha hecho mal.
La lanza Javier Clemente, Decano de la Universidad Complutense.
“La labor informativa del periodista ha perdido prestigio. Casi cualquiera puede emitir noticias. Los chicos hoy consumen entretenimiento. Esas cosas que ocurren en las plataformas, Ibai Llanos, Twitch. Esas nuevas generaciones no quieren oír las noticias en la radio o la televisión, ni leer el periódico. Prefieren oír a Ibai Llanos que el telediario”
La culpa la tiene Ibai.
Aunque paradójicamente la periodista ha tenido que resaltar esa frase sobre Ibai para hacer más atractiva su nota frente a la audiencia.
La culpa la tienen las nuevas plataformas.
Aunque sea ahí donde reside gran parte de las posibilidades del periodismo para volver a trascender.
Lo que no dice Clemente, como casi ningún catedrático, es que la academia no ha sido capaz de modernizar sus programas para que los que se pasen por ahí tengan más capacidades para crear que los que lo hacen por su cuenta.
Lo que no dice Clemente es que la academia ha sido incapaz de dar con metodologías que creen a nuevos grandes periodistas a partir de las posibilidades que entregan las nuevas plataformas y los nuevos tipos de consumo.
Los que alcanzan el éxito.
Los que logran destacar suelen hacerlo más en contra de lo que piensa la academia que abrazando lo que les enseñaron en las aulas.
Me tocó vivirlo en juanfutbol.
Colaboradores que llegaban a clases entusiasmados por hablar de lo que habían hecho sólo para terminar siendo criticados porque para sus profesores aquello no era periodismo.
Porque para sus profesores sólo existía una manera correcta y tradicional de entender el periodismo.
Incluso el aprecio a lo que uno u otro alumno hacen atenta contra la evolución natural del periodismo.
Son muchos los profesores que aún hoy valoran en demasía al que ha entrado como becario a un medio tradicional.
Son muchos los profesores que aún hoy desestiman el valor del que se ha puesto a contar historias en TikTok y alcanza a cientos de miles de seguidores cuando todavía es un estudiante universitario.
La academia es una de las grandes responsables de que cada vez menos jóvenes quieran estudiar periodismo.
Por falta de metodologías, por falta de actualización y por falta de entendimiento del nuevo mundo.
Aunque no le guste a Clemente, como a casi ningún catedrático, el entretenimiento ha sido y será fundamental para enganchar a la audiencia.
Siempre lo ha sido.
Si una persona decidía ver el telediario en vez de leer, es porque en ese momento le resultaba más entretenido.
Si una persona leía un periódico en vez de otro, es porque encajaba mejor con lo que estaba buscando.
Porque se la pasaba mejor.
Porque le gustaba más la narrativa que se utilizaba.
Y eso también es entretenimiento.
Ocurre que antes no había un exceso de opciones.
Ocurre que antes o consumías. entre esas opciones o te quedabas sin nada.
Por eso el periodismo podía tener escasas variaciones entre sí.
Por eso era más sencillo enseñar una especie de modelo de periodismo universal aplicable para todos.
Pero ahora las opciones son excesivas.
Le queda al periodismo ser empático, ser didáctico, ser humano, ser directo.
Y sí, también ser entretenido.
Porque si no entretienes, si no logras captar la atención, lo que sea que hagas no va a terminar trascendiendo.
El cómo importa más que nunca.
Aún si se habla de temas delicados como la inseguridad, la corrupción o el narcotráfico, termina destacando el que lo cuenta mejor.
El que más capacidad tiene para conectar con la audiencia.
El que entiende el lenguaje visual y narrativo que ha de utilizar para lograr que la gente recuerde lo que está viendo.
Por eso lo que sea que haga la inteligencia artificial seguirá requiriendo del toque humano que le dé esa pequeña distinción que haga que resalte sobre lo demás.
El periodismo en su base más dura se ha equivocado respecto a lo que es y a lo que no es.
Hace apenas unos días les hablaba del enojo de periodistas porque USA Today había lanzado una búsqueda de empleo para dar con un especialista dedicado 24/7 a cubrir a Taylor Swift.
El periodista quiere seguir decidiendo qué le importa a la audiencia y qué no.
Qué vale la pena destacar y qué no.
A qué tiene que ponerle atención la gente.
Pero esa es una ilusión de los tiempos en que los medios estaban centralizados.
Es una ilusión del tiempo en que de los editores dependía que llegaba a oídos de la sociedad y qué no.
Es cierto que los espacios laborales entre los medios hispanoparlantes están cada vez más competidos.
Que además suelen estar mal remunerados.
Pero ese fenómeno ocurre también porque desde la academia y desde los propios medios se sigue pensando en categorías antes que en nichos.
Porque se empeñan en encasillar a sus periodistas en política, deportes, negocios y entretenimiento.
Porque existe un apetito por atender más de lo mismo en vez de descubrir lo propio.
Porque están mucho más metidos en una inercia de descubrimiento algorítmico que de creación de verdaderas comunidades.
El periodismo tiene que asumir que en vez de vivir añorando un mundo que no volverá tendrá que adaptarse a él.
Hoy hasta el New York Times se atreve a calificarse como una marca de estilo de vida.
Es por todos conocido que los juegos son uno de sus principales assets para seguir creciendo en número de suscriptores.
Su apuesta por The Athletic encaja con lo mismo.
Va de darle profundidad a lo soft.
De apostar con decisión por un tema que para muchos no merece respeto.
Como tampoco una cobertura especializada sobre la revolución que está significando Roblox.
Como el efecto que Taylor Swift ha tenido para la economía estadounidense y para la NFL ahora que se apareció en el estadio junto a la mamá de Travis Kelce.
Si a eso se suma que aún hoy los medios quieren percibirse como empleadores en exclusiva de lo que hace el periodista, puede entenderse que los jóvenes no quieran estudiar periodismo y que los viejos se planteen dejar el periodismo.
Las exclusivas que pretenden los medios no aplican ya ni para la mayoría de las televisoras ni para las grandes plataformas de streaming.
Son cada vez menos los acuerdos de exclusividad en el mundo.
Y cuando se dan la matemática justifica que un talento entregue su obra a una plataforma en particular.
No son las nuevas generaciones las que están acabando con el periodismo.
No es Ibai el que está acabando con el periodismo.
No son, tampoco, las nuevas plataformas.
Son los medios y la academia los que no han querido adaptarse a los nuevos tiempos.
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Como periodista joven (llevo poco más de un año ejerciendo) me esta costando mucho trabajo abandonar las categorías para entrarle al nicho.
Soy freelance, así que ésta transformación se está volviendo vital. Pero mi instinto de supervivencia me sigue jalando a las promesas de la academia. Escribo de ciencia, pero todavía me provoca ansiedad lanzarme a los nichos de esa fuente y sigo tendiendo a escribir de las cosas "importantes": la denuncia, lo oculto, lo trágico. Claro que son relevantes, pero como dices, también las cosas que entretienen merecen atención.
Para allá vamos jaja aunque cuesta desaprender.