No es sólo Barbie, para la Academia la audiencia "is not Kenough"
Las fallas de la Academia para abrazar los fenómenos cinematográficos de gran relevancia cultural
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El de Barbie no es un mundo color de rosa.
Lo vimos en la película de Greta Gerwig.
Lo comprobamos con las nominaciones de la Academia.
El de Barbie es un mundo en el que aún se minimiza el mérito de la mujer frente al hombre.
El de Barbie es un mundo en el que las oportunidades no son iguales para todos.
Como ahora que detrás del fenómeno mediático que fue Barbie, la estatuilla sólo podría ir para Ken.
No para Margot Robbie como mejor actriz.
No para Greta Gerwig como mejor directora.
Sí para Ken.
Sí para ese protagonista que no existiría de no haber sido por la astucia narrativa de Greta para lograr revivir una propiedad intelectual que para muchos estaba obsoleta.
Sí para ese protagonista del que no se hubiera hablado de no ser por el impacto de Barbie como la primera gran película abiertamente feminista de impacto en todas las generaciones y en todos los géneros.
Se vale decirlo porque el propio Ryan Gosling lo ha dicho.
Porque el propio Ken lo reconoce.
There is no Ken without Barbie, and there is no Barbie movie without Greta Gerwig and Margot Robbie, the two people most responsible for this history-making, globally-celebrated film.
Las nominaciones al Óscar encarnan exactamente lo mismo que los altos ejecutivos de Mattel en la película.
Cortos de visión.
Misóginos.
Y sobre todo insensibles ante lo que está ocurriendo en el mundo.
Porque esta vez, como pocas en la historia del cine, una lucha social representó también un éxito en taquilla con más de mil 400 millones de dólares en el box office global.
No se trata de un movimiento demandando visibilidad.
Se trata de una película que provocó que la audiencia volviera al cine en un año en el que las películas que lo consiguieron se cuentan con los dedos de una mano.
Mario Bros. lo consiguió con el público infantil.
A su manera también víctima de injusticia.
Porque Jack Black merecía estar ahí.
Porque la audiencia merece ser escuchada.
Porque Peaches debía estar nominada a mejor canción.
Si lo de Mario tuvo mérito por representar el potencial comienzo de un universo cinematográfico, lo de Barbie fue un parteaguas.
Se trató de la primera película dirigida en solitario por una mujer que supera los mil millones de dólares en taquilla.
Lo consiguió Greta Gerwig con una narrativa feminista con la empatía suficiente para ser vista y abrazada por todos.
Con su éxito, provocó interrogantes respecto a si por fin se podrían generar franquicias dirigidas al público femenino que compitieran en ingresos con las típicas franquicias de superhéroes.
Este año las superó.
Barbie logró revertir la idea de que las mujeres sí acompañan a los hombres a ver películas dirigidas a ellos, pero no al revés.
Greta lo hizo además con el añadido de haber tomado una marca que representa el estereotipo más cuestionado de la mujer para transformarla en un símbolo de la nueva era.
La nominación a mejor guión adaptado no le hace justicia.
Como tampoco la Academia le hace justicia a la audiencia.
En un clip de CNN, se habla de ese divorcio reciente entre lo que más reconoce la Academia y lo que la audiencia abraza.
Pasó con Coda en el 2021 como mejor película.
Pasó en cierto modo con Todo en todas partes al mismo tiempo en el 2022.
Este año, si los pronósticos se confirman, ganaría Oppenheimer.
Curiosamente, en lo que refiere a impacto en taquilla, Oppenheimer acabó beneficiándose de Barbie.
El fenómeno de Barbenheimer tuvo como principal impacto que un porcentaje de asistentes decidieran ir a ver Oppenheimer frente al sold out de Barbie.
La Academia tiene mucho que analizar.
No sólo frente a las injusticias que comete de forma sistemática.
A veces porque se pasa de blanca.
Otras porque se pasa de elitista.
Algunas más, como ahora, porque confirma que detrás de esas 9 nominaciones a mejor dirección a una mujer desde 1976 hay algo más que datos.
Hay estereotipos.
Hay estigmas.
Hay discriminación.
Como también lo aplica frente a la audiencia.
Porque mientras una élite decide, los programas de premiaciones se preguntan cómo hacer para que la audiencia se termine interesando por ellos.
Quizás lo primero sería atender e incorporar lo que le ha gustado a esa audiencia a la que supuestamente quieren cautivar.
Para algunos, esta polémica de Barbie hará que la gente vea con más atención si se termina llevando el Óscar a mejor película y Greta el Óscar a mejor guión adaptado.
Para otros, entre los que me incluyo, los absurdos del Óscar no harán más que seguir alejando a la audiencia.
Y todo porque la audiencia no es suficiente para la Academia.
O como se diría en la película de Barbie, the audience is not Kenough.
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