No son recortes inexplicables, es la corrección de los medios
Paralelismos entre la corrección en las tecnológicas y lo que ocurre con los medios
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Para los medios no hay momento de calma.
No termina una crisis cuando comienza otra.
El 2024 ha empezado lleno de despidos.
El LA Times ha hecho uno de los recortes más grandes de su historia.
Se han ido 115 personas.
El 20% de su fuerza laboral.
Business Insider ha recortado al 8% de su nómina.
Hace menos de un año, en abril, había despedido a otro 10%.
The Messenger prescindió de 24 personas.
Y lo seguirá haciendo mientras no cierre una nueva ronda de inversión.
Sports Illustrated ha despedido a prácticamente todo su staff.
Al día de hoy aún se desconoce si algo habrá de futuro para una de las publicaciones más emblemáticas en la historia del periodismo deportivo.
Los despidos en la industria de medios han sido la constante desde la pandemia.
Pero también entre las tecnológicas.
Las expectativas de ingresos rara vez se cumplen.
De ahí que al New York Times se le identifique como el gran referente entre los medios a nivel mundial.
O a Netflix como el ganador absoluto de la Streaming Wars.
Pero incluso Netflix ha tenido que recortar su presupuesto para producciones originales.
Incluso Netflix ha ido contra sus propios conceptos al incorporar publicidad cuando sus fundadores habían dicho que jamás llegarían a esas instanciones.
Para las tecnológicas esta coyuntura ha sido bautizada como “corrección”.
Como una respuesta a las expectativas desmedidas que no han encontrado fundamento en la realidad,.
Latinoamérica en lo específico ha sido de las regiones más afectadas entre las tecnológicas.
Hoy escasean los representantes de los gigantes de Silicon Valley en la región.
Twitter se quedó sin interlocución frente a los despidos masivos de Elon Musk.
Spotify recortó a la mayoría de su equipo.
Lo mismo hizo Facebook.
Esta tabla de Variety llama a la depresión.
Los medios y las tecnológicas no han tenido tregua.
Han sido meses de pesadilla.
Entre más tiempo pasa, más parece que la crisis no es tanto contingencia como normalidad.
Sobre todo entre los medios.
Pasa que la industria no tiene a cuatro titanes como Google, Amazon, Apple y Meta como potenciales salvadores.
Pasa que la mayoría de las tecnológicas aún gozan de una audiencia que se cuenta en millones y que las utilizan a diario.
Es posible que Disney o incluso el propio Netflix interesen en algún punto a esos potenciales compradores.
Pero para los medios ese horizonte no es realista.
Ya va siendo tiempo de aceptarlo.
De reconocer que las organizaciones pesadas serán una excepción.
Que los nuevos medios o serán de creadores o de pequeños grupos que van creciendo de a poco.
Siempre con el entendimiento de que un proyecto existirá mientras mantenga su fuente de ingresos.
Es necesario hablarlo con los periodistas.
Hacerlos conscientes de que estas organizaciones en las que podían no preocuparse por el negocio han quedado extintas.
Entre los medios no se salvan ni siquiera los que son propiedad de multimillonarios.
A los periodistas les toca ponerse en zona de riesgo por decisión propia antes que seguir hundiéndose en barcos que no están más que postergando su naufragio definitivo.
Más vale que sea ahora cuando los periodistas velen por su propia supervivencia.
Después será más complicado.
Después podría ser demasiado tarde.
Porque mientras a ellos les tocaría construir para sí todo lo que no hicieron por aferrarse a un sueldo, estarían ya consolidados aquellos creadores y periodistas que hayan olfateado la oportunidad.
No es una cuestión de hacerlo o no hacerlo.
Es una cuestión de cuándo hacerlo.
Antes de que también ese territorio esté saturado o después.
En el futuro serán contados los medios con centenas de periodistas.
Proliferarán, en cambio, medios con no más de tres decenas de periodistas.
O incluso menos.
Hace tiempo me dio por llamarlos PYMEDs.
Pequeños y medianos medios.
Son esos los que están creciendo.
Son esos los que representan una oportunidad de crecimiento para el periodismo y para quienes lo ejercen.
La narrativa deprimente de los medios no cambiará a menos que prolifere una nueva generación de medios.
O eso o seguir contando día tras día cómo decenas de personas pierden su trabajo.
El periodista no debe ser como la banda del Titanic que toca hasta el final.
El periodista debe moverse a un mejor lugar.
Está por verse si lo hará.
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Me queda la duda de si en México se han dado este tipo de recortes masivos recientemente. Gran artículo, como siempre