Playboy enseña el camino a los medios
Frente a la corrección y los convencionalismos surgirán medios que revienten el sistema
Storybakers:
Ocurrirá más pronto de lo que imaginamos.
Ya se producen indicios de que ese será uno de los caminos que den paso a nuevos y prósperos medios de comunicación.
El lanzamiento de Truth Social, la red social de Donald Trump, apunta a que haya espacios para que se exprese lo políticamente incorrecto, aunque ello equivalga a ser los apestados de Twitter y de otras redes sociales.
El éxito de Barstool Sports está en reconocer con absoluta claridad lo que son y lo que no son, aunque ello implique renunciar a una parte de la audiencia que los señala como machistas, misóginos e irresponsables.
En un reciente estudio que les compartí sobre la Generación Z, se concluía como prioridad para ellos que los medios y las empresas decidieran en qué creían y en qué no, qué causa defendían y qué causa no les parecía relevante.
Se trata, en todos los casos, de tener una identidad clara y de estar dispuestos a pagar las consecuencias.
En una reunión con Juan Pablo de Leo y Alfonso Basilio, dos buenos amigos de la industria, les hablaba de cómo Hugh Hefner visualizó la oportunidad de reventar el status quo con una publicación que hablara abiertamente de sexualidad, que dijera lo que no se podía decir en público, y que homenajeara, cuando menos desde su perspectiva, la belleza del cuerpo femenino.
De esa visión transgresora surgió Playboy, una revista que fue también un club social, que lanzó su propio canal de televisión, que tuvo su propio avión, que produjo su propio perfume y su propia línea de ropa interior para hombres.
Playboy fue, además, un colectivo de talentos y marcas personales que incluía tanto al propio Hugh Hefner como la viva representación del sueño de todo hombre como a las mujeres que protagonizaban las revistas.
Playboy fue una obra maestra del marketing, la construcción de producto y el entendimiento del contexto en que se produjo.
Incluso ahora, ya sin Hefner y con una pronunciada crisis económica, a Playboy le quedan fuerzas y recursos para preparar el lanzamiento de una mansión en el metaverso y para lanzar una plataforma que compita de forma directa con Only Fans.
¿Un medio convertido en una aplicación de contenido sexual explícito?
Para Playboy tiene sentido, incluso diría que tardó demasiado en hacerlo, que viendo las tendencias y el contexto, ese debió ser el camino que siguiera para mantenerse vigente.
Hefner se adelantó a los tiempos. Creó en 1953 un modo de entender los medios de comunicación que aún hoy sería entendido como genialidad creativa y empresarial.
Playboy era un estilo de vida, era un icono, era status, era un concepto que no se detenía en un formato ni en convencionalismos.
En esa misma reunión, Juan Pablo me decía que Dave Portnoy es el nuevo Hugh Hefner.
Y tiene razón.
Portnoy no tuvo empacho en advertir desde el nombre que Barstool Sports no era para todos.
Hizo un medio con la testosterona como bandera.
Rompió con ESPN tras apenas producir un episodio televisivo de forma conjunta y en vez de salir a decir que lamentaba que terminara la colaboración y que ofrecía disculpas por su comportamiento y el de sus demás talentos, señalados por una colaboradora de ESPN como misóginos, enfatizó que era su marca y que había sido un error pretender que su adn podía relacionarse con una que era políticamente correcta.
Creó un colectivo encabezado por él, pero que abarca una de las redes más grandes de marcas personales, el gran éxito de Call Her Daddy que hoy forma parte de Spotify.
Convirtió a Barstool en una de las máximas productoras de podcasts en Estados Unidos.
Se atrevió a transmitir peleas de box amateur y a montar sobre ellas un esquema de pago por evento que también entrega negocio por la venta de merchandising y los ingresos por venta de bebidas alcohólicas in situ.
Lanzó su propio vodka, uno de los de mayor crecimiento en Estados Unidos.
Organizó torneos de hockey para promoverlo.
En vez de escuchar ofertas de otros medios de comunicación, vendió el 36% de sus acciones por 163 millones de dólares a Penn National, un grupo estadounidense de casas de apuestas, que como parte del contrato terminará siendo el dueño absoluto en unos años más.
Como marca personal, Portnoy es hoy uno de los máximos referentes entre los republicanos, incluso se le ha mencionado como potencial candidato a la presidencia de Estados Unidos.
Portnoy es, guste o no, un maestro de la conversión de medios en marcas de contenido.
¿Un medio de comunicación teniendo su propio sportsbook y su propio bar? Para Barstool Sports, como para Hugh Hefner en su momento, tiene sentido.
Barstool no es un formato, es un concepto que puede ir donde su propósito encaja con la oportunidad.
No todos pensamos igual.
No todos creemos en todos los convencionalismos sociales.
No todos hablamos de la misma forma.
No todos defendemos lo mismo.
Los medios que lo entiendan tendrán una oportunidad.
Cuando el periodista se atreva a hablar como persona
Supone un costo dentro de la industria, pero también suele venir acompañado de una recompensa.
Al periodista lo enseñan a ser propio, respetuoso, a usar palabras que se escuchen bien aunque detrás de esa pregunta este un ataque o una pregunta muy directa al entrevistado.
Para muchos el modo en que Nanisimo manda a “Reddit y a contárselo a su puta madre” a una persona que lo criticó por una entrevista realizada a otro periodista español no es ni periodismo ni es algo propio de la profesión, pero Nanisimo tiene su audiencia y sabe que ese estilo puede impactar para que sigan sus streams por horas.
Nanisimo, pese a que se le cruzan por la boca palabras como “cojones”, “puta madre” y “hasta los huevos”, no deja de ser periodista por ello.
A la industria, en su mayoría, no le gusta. Pero a la gente sí.
¿Y acaso no todos hablamos así en algún momento?
¿Tiene sentido que en estos tiempos sigamos con protocolos y formas prefabricadas de comunicarnos?
¿Por qué Jordy Rosado, el Escorpión Dorado o Roberto Martínez obtienen respuestas de sus entrevistados que no se dan en los foros de televisión?
En parte porque promueven una conversación humana como la que se produce en todos los ámbitos, menos frente a los micrófonos de los periodistas que con traje y corbata eternizan un modelo de comunicación que es para muchos obsoleto.
No todos piensan que el lenguaje inclusivo es la mejor forma de comunicar.
Está bien que para algunos ese sea el camino, pero no tiene que ser para todos.
No todos piensan que hoy el periodista tenga que vestir de traje y corbata y hablar de una forma determinado.
Está bien que algunos lo hagan, pero otros tienen derecho a vestirse como les venga en gana.
El mundo no es de una sola forma.
Los medios tampoco tienen que serlo.
En el futuro cercano habrá más y más espacios como Barstool Sports, como Playboy y hasta como Truth Social.
¿O es que en verdad podemos esperar que sólo valga escuchar a los que tienen una visión del mundo?
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