¿Por qué The Athletic le aporta nuevas esperanzas al audio en vivo?
Y lo que representa para las comunidades tener dónde escuchar y ser escuchadas
Storybakers:
Este miércoles viajaré a Monterrey para ser parte del Festival Mexicano del Podcast.
El evento está organizado por Dementes y Sonoro.
Me dará gusto verlos ahí tanto para hablar de podcasting como para ver el partido en el que el América le pasará por encima a las Chivas en la ida de las semifinales de la Liga MX.
Mientras tanto, hablando de deportes, me ha llamado la atención una nota del Nieman Lab sobre cómo The Athletic utiliza las salas de audio en vivo.
Lo primero que aplaudo es que The Athletic en vez de poner a sus escritores a crear salas en Twitter Spaces, cuenta con esa opción en su propia plataforma.
Lo hace no sólo para tener el control de la conversación.
Tampoco por lo positivo que resulta encontrar formatos de larga duración que van directo a la cuenta del medio.
Lo hace porque su propia naturaleza de híper seguimiento a equipos le permite enviar notificaciones dirigidas a los aficionados del o los equipos sobre los que se hablará en esa sala de audio.
Mencionan en la nota que en múltiples ocasiones les ha ocurrido que las salas más exitosas son las de aquellos equipos que no gozan de gran cobertura en el resto de los medios.
Desde que Clubhouse se apareció por el camino hubo esfuerzos de este tipo para convertir este tipo de prácticas en un hábito.
El propio Spotify, cuando la tendencia era salir a comprar una startup en cuanto algo empezaba a cobrar relevancia, adquirió Locker Room.
Una empresa que iba exactamente de eso, de concentrar las conversaciones que hubiera en torno al deporte.
En ese momento Spotify anunció que se encontraba preparando una nueva experiencia de audio en vivo.
Meses después, el 16 de junio del 2021, Spotify lanzó Greenroom.
Lo mismo que Locker Room pero para cualquier tipo de temática.
Con esa iniciativa no pasó nada.
Salvo un rebranding que convirtió Greenroom en Spotify Live.
Tampoco pasó nada con los Live Audio Rooms de Facebook.
Anunció su lanzamiento apenas 5 días después, el 21 de junio del 2021, de que Spotify presentará Greenroom.
Anunció su muerte el 5 de mayo del 2022.
El único que sobrevive con algo de relevancia es Twitter Spaces.
Es natural que en Twitter tenga una oportunidad natural.
Pero no es natural que Elon Musk lo tenga hasta abajo en su lista de prioridades.
O quizás sí.
Porque sobre el audio en vivo pesa la misma problemática del audio en general.
No existe un método de monetización clara o escalable.
Claro, a las salas se les puede poner el nombre de un patrocinador.
Podría incluso haber una mención comercial de los propios anfitriones.
Pero los números, aún cuando lleguen a ser altos, nunca se compararán con la viralidad que alcanza el video.
¿Por qué entonces destaco lo que hace The Athletic?
Porque retoma el principio que tanto he defendido de que un medio ha de ser en realidad una comunidad.
La premisa es elemental: si una persona le va a un equipo, no sólo querrá leer sobre su equipo, querrá también escuchar, ver e interactuar con quienes comparten ese gusto.
Si lo llevamos a su relación con los periodistas especializados en determinado equipo (beat writers), podemos llegar a la misma conclusión.
No sólo quieren leer a ese periodista, lo quieren escuchar, quieren interactuar con él.
Entre lector y autor se forja una relación que va más allá del formato inicial en que se ha dado ese encuentro.
Hasta ahora los medios se han negado a trabajar con sentido comunitario.
O no han tenido los recursos para solidificar la propuesta de su plataforma.
O no han atinado a comprender que hoy las relaciones humanas son las únicas que tienen posibilidad de trascender ante la abundancia de distracciones con que un usuario se encuentra en todo momento.
A los medios les ha dado pereza entender los comportamientos comunitarios.
Son difíciles de monetizar.
Son, si no se les comprende, un aparente derroche de recursos.
Pero son también los principales motores de fidelidad.
Las plataformas tecnológicas, en cambio, han querido pero no han podido hacerse con la hegemonía.
El más cercano ha sido Facebook con sus grupos.
Podríamos decir incluso que lo ha conseguido en sectores como la venta informal de productos.
Pero en términos generales ni Twitter, ni Facebook, ni Instagram, ni YouTube han podido ganar esa batalla.
Tiene sentido que los medios lo intenten.
Las cifras a las que aspiran son menores.
Pero a la vez eso representa una ventaja dado que es posible prestar mayor atención a lo que ocurra con esos pequeños grupos sociales que encuentran un motivo por el cual reunirse.
Los medios, por las limitantes mismas de su negocio, podrían encontrar en este tipo de salas una oportunidad de generar nuevos ingresos.
Aunque no se trate de grandes cifras, aunque a través de ellas no se vayan a producir acuerdos que resuelvan todos los problemas económicos de la industria
The Athletic con las salas de audio en vivo demuestra conocer a su audiencia.
Lo hace desde el momento mismo en que la mayoría de sus usuarios deciden convertirse en suscriptores a partir de la cobertura que The Athletic hace de su o sus equipos preferidos.
Lo hace al crear estos espacios que no hacen más que profundizar el vínculo, recordándole a los usuarios que en The Athletic encontrará personas dedicadas a hablar de lo que a ellos les interesa en todo momento.
Son en promedio de 50 a 200 personas por sala.
Son, según cuenta el Nieman Lab, mil salas las que se han abierto.
Son millones de minutos de escucha.
Son miles de interacciones.
Son ejercicios que valen la pena.
Son ejercicios que tendrían que procurar los medios para mantenerse vigentes.
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