¿Qué ve El País que no alcanzan a ver los medios mexicanos?
Mientras El País ve en México a un mercado estratégico para hacerse de suscriptores, los medios mexicanos se hunden en la batalla del alcance
Storybakers:
Antes de ir al envío quiero invitarlos a ser parte del servidor en Discord.
Lo digo no tanto porque sigan leyéndome (que puede que de eso ya tengan suficiente 😀), sino porque ahí nos estamos leyendo unos a otros.
En ese punto de reunión libre de la toxicidad de las redes sociales es posible interactuar con el director de innovación que habla sobre las dificultades para lanzar nuevos proyectos en una organización de medios.
Con el estudiante que aprovecha el espacio para hacer las preguntas que de otra manera tendría guardadas en el cajón.
Con el catedrático que pone paños fríos a los extremos y hasta con la foto del recuerdo de tiempos pasados.
Todo eso ocurre en Discord.
A mí me interesa seguir analizando, creando y provocando reflexiones.
Pero me interesa todavía más consolidar el modelo horizontal con el que sueño.
Uno en el que entre todos nos leamos y reflexionemos sobre la industria.
Uno en el que entre todos diseñemos y construyamos un mejor futuro para nosotros como medios y como creadores.
Los leo en Discord.
Y si no que la comunidad se los demande
Únete a los grupos de Story Baker en Telegram
Cheat Media Links and Talks: lo que tienes que saber de la industria sin tenerque buscarlo en Twitter ;-)
La Podcastería: el punto de encontro para creadores de audio con ligas, ideas y recursos.
La Creator Economy: historias y briefing diario sobre la economía de los creadores que está cambiando al mundo
News de News: Todo sobre Newsletters
Desde el metaverso: el futuro de nuestra existencia digitalNuestro grupo en Discord te espera
Dice el dicho que nadie es profeta en su tierra.
Pero en este caso no sé si es tanto eso como que los medios mexicanos han decidido ver lo peor de su audiencia.
Ahí donde El País ve al pilar estratégico que sustenta sus ambiciones por conquistar Latinoamérica para ser el medio global por excelencia en habla hispana, los medios mexicanos se concentran en seguir la batalla del alcance mientras ignoran la de la percepción.
Ahí donde El País ve que puede atrapar a una audiencia de calidad, los medios mexicanos o adolecen de un muro de pago o adolecen de contenido que sea digno de pagar por ver.
El País, ese medio que habla el mismo idioma que los medios que se encargan de apuntar a la audiencia como principal responsable de que abunde el contenido basura y algorítmico antes que el de calidad, tiene en su edición mexicana a casi 12 millones de lectores.
Son algo menos que lo que tienen cabeceras como El Universal, Milenio o El Heraldo de México.
Pero no es lo mismo tener 20 o 22 millones de lectores que en un alto porcentaje tienen una percepción negativa del producto recibido que tener a 12 millones de lectores que en su mayoría tienen una percepción favorable sobre el trabajo que hace ese medio de comunicación.
La oportunidad que ve El País en su expansión latinoamericana, en particular en México, es igual al fracaso de los medios mexicanos para ser vistos como sinónimo de calidad.
No se lee igual una nota de El País que la de un medio mexicano ni en la forma ni en el fondo.
De fondo, abundan en los medios mexicanos las noticias hechas al clamor del algoritmo de Google y de las tendencias en redes sociales.
En ese mismo contexto, El País ofrece periodismo en toda la extensión de la palabra para leer y escuchar.
No es que todo lo haga bien El País.
Dudo seriamente de sus posibilidades de éxito con su edición en inglés en Estados Unidos.
Sé también que se dirá de El País que en México y Latinoamérica su consumo está limitado a las élites que pueden plantearse pagar por contenido.
Pero si esas élites aún tienen algo de pasta para pagar es porque no hay en México un solo medio de los grandes que amerite el pago de una suscripción.
La dinámica de los medios en México carece de sentido.
Afirman que no hay mucho por hacer porque su audiencia no consume buen periodismo.
Y metidos en esa narrativa, como lo describo en Panmedials, justifican que el buen periodismo en su día a día sea un bien escaso.
Mientras tanto, desde España El País muestra que un medio en español sí puede caracterizarse por hacer buen periodismo.
Vamos que leer a Ramón Besa en El País es distinto a la crónica optimizada para SEO de los medios.
Y es periodismo deportivo, ese que se supone que no tiene espacio más que para la polémica y las notas sobre quién sigue a quién y quién ha dejado de seguir a quién.
La inversión que pueda hacer o no un lector está topada tanto por presupuesto como por tiempo.
Estos primeros años de la normalización de los muros de pago son clave, dado que entre más tiempo tardes en decidirte por un medio, menos amplio será el espacio que tengas en el bolsillo y en la agenda para reservarle un lugar.
El País se está colando con astucia en medio de la pereza mexicana.
Se mueve rápido, se mueve con el prestigio del buen periodismo que hace y con algo del malinchismo tan habitual para el mexicano.
Pero más allá de esa costumbre de ver lo mejor en lo ajeno que en lo propio, la diferencia es evidente.
El País tiene una oferta de autor.
Los medios mexicanos tienen una industria de maquila.
Por eso el Washington Post en Español continúa creciendo.
Porque ha entendido el valor de sus firmas.
El valor de hacer menos pero con más precisión.
Por eso el Times, aún siendo el Times, fracasó en el mercado mexicano en español.
Pero lo de El País destaca porque no cambian más que el origen y las intenciones del producto.
Cada suscriptor mexicano o latinoamericano que adquiere El País es un potencial suscriptor menos para los medios nativos.
Sé que algunos se justifican diciendo que lo de El País ayuda a que los lectores adquieran un hábito que no tienen.
Pero los lectores de El País, de esa élite de la que hablaba líneas arriba, sí que han estado expuestos a las suscripciones tanto para fines de entretenimiento como informativos.
Hace tiempo ya que tienen suscripciones a medios y servicios internacionales.
Lo deseable sería que un mayor porcentaje de la población fuera susceptible de pagar una suscripción.
Pero de nada sirve un mercado más grande si ni siquiera eres capaz de atrapar al mercado que hoy está instalado y con dinero sobre la mesa.
Reconozco en mí a alguien que de cuando en cuando se declara nacionalista.
Me pasa con el Mundial y con la industria.
Y duele que en Argentina El Clarín y La Nación tengan más de 350 mil suscriptores pagos.
Que en Colombia el tiempo tenga más de 110 mil, como me lo ha contado hace unos días Diego Vallejo.
Que el Folha de Sao Paulo en Brasil supere los 300 mil.
Y que en México las conversaciones de orgullo sean por lo que dice Comscore antes que por lo que dice la sociedad.
El problema no es tanto si están pagando o no los lectores, que es de por sí una forma de emitir una opinión favorable o desfavorable.
Es lo que la sociedad dice de los medios.
Algo anda mal con los medios de un país cuando ni siquiera el asesinato de 11 periodistas en lo que va del año hace que la sociedad se vuelque en defensa de ellos.
Algo anda mal en el mercado más grande de Latinoamérica cuando no paran de emerger medios españoles y de otros orígenes para tomar por asalto Comscore y la atención de los usuarios.
Algo anda mal cuando los medios se marean con sus cifras de éxito en Comscore pero se hunden cuando la competencia va de calidad.
Haciendo una analogía, a los medios les va como a la Selección Mexicana en la CONCACAF.
Les va bien mientras todo va de tamaño e infraestructura.
Los medios mexicanos tienen 20, 22 o 18 millones de usuarios únicos al mes.
Son grandes por el propio tamaño del mercado y porque viven pensando en hacks para aceitar la maquinaría de visitas, un mérito que hay que señalarles.
Pero si la conversación va de calidad, bueno, la Selección Mexicana la tendrá muy difícil frente a Argentina en el Mundial y los medios mexicanos la tienen muy difícil frente a El País.
Y no hablo insisto, de la batalla del alcance, hablo de la batalla de la percepción, la relevancia y la calidad.
En México tenemos a un presidente que apunta a la prensa como un cáncer, eso en otros contextos catapultaría la atención y apoyo a favor de los medios, como ocurrió con Trump en Estados Unidos.
Aquí no pasa.
No pasa porque los medios tanto por cuenta propia como a nivel industria no han podido ni sabido posicionarse ante los embates.
En España y Latinoamérica se habla de conquistar otros mercados.
Aquí no pasa.
No pasa porque al ser un mercado tan grande se desdeña a los más pequeños.
El único público que interesa es el mercado hispano.
Pero audiencias algorítmicas aparte, nada de trascendencia hay de los medios mexicanos en su contenido para el público hispano en Estados Unidos.
Al País hay que aplaudirle tener más de 200 mil suscriptores dos años después de implementar su muro de pago.
Pero a estas alturas ya no es una buena noticia para la industria. Es una buena noticia para El País.
La industria no necesita más validaciones, al menos hablando de los legacy, que apunten a descubrir que la gente sí está dispuesta a pagar.
Pensar en eso es como hablar de transformación digital a estas alturas.
La gente va a pagar por lo que le agregue valor.
Ahora, en cinco años o en cualquier momento.
Las formas podrán cambiar.
A veces se pagará por cada medio.
Otras en paquete.
Ocurrirá en los medios como también en el pago por plataformas de streaming.
Lo que nunca ocurrirá es que la gente pague por contenido que no considera de calidad.
Antes de pensar en el tamaño de la rebanada, pensemos en qué tan dignos somos de siquiera probar esa rebanada.
Mientras nos preguntamos de qué tamaño es el pastel, otro se lo come frente a nuestros ojos.
Es una nueva forma de conquista.
A estas alturas no estamos para nacionalismos, pero sí para tomarlo como pretexto para que de una vez por todas los objetivos de los medios mexicanos se alineen con el interés y reconocimiento de las audiencias.
Buen análisis, pero esa redacción tan cortada es casi ilegible: para eso, mejor leo hilos en Twitter. Debut y despedida.
Está mal tu liga de Discord :(