¿Quién promptea a quién entre los humanos y la IA?
Y cómo la tecnología hace rato ya que es el piloto en la creación de contenido
Storybakers:
La inteligencia artificial nos hace poderosos.
Y lo hará cada vez más.
Pero entre más dependientes nos hagamos de ella, más complicado será determinar quién promptea a quién.
Hasta ahora la obsesión pasa por tener la capacidad de elegir las palabras correctas para que la IA haga lo que esperamos.
Pero pronto, ante el uso de herramientas de inteligencia artificial que nos ayuden a elegir qué videos crear, qué thumbnail utilizar y cómo responder a nuestra comunidad, será debatible si es el humano el que promptea a la IA o la IA la que promptea a los humanos.
El proceso ya ha comenzado a revertirse.
Desde los algoritmos que nos orillan a generar determinado tipo de contenido hasta las modificaciones que hacemos a nuestro trabajo a partir de lo que nos responde la inteligencia artificial en las conversaciones que se han vuelto cotidianas.
Como parte del Made On de YouTube, se presentó el makeover que se hará a la sección de Inspiración.
Mientras exponían las funcionalidades de apoyo en el proceso creativo de los usuarios, me quedé pensando en lo que implicaba que el copiloto tecnológico empezara a tener tal nivel de protagonismo.
No sólo en YouTube.
También en el modo en que escribimos.
En qué palabras utilizamos al traducir nuestro contenido.
O incluso para nuestro estado de ánimo.
Porque se trata de un asistente o copiloto tan capaz que de a poco va ganando jerarquía en su relación con el usuario.
Si normalizamos el uso de la IA para que nos recomiende un tema o video a realizar, será natural que desconfiemos de nuestro propio instinto.
Como pasa ya cuando utilizamos Google Maps aunque sepamos la ruta a ese lugar al que nos dirigimos.
O como pasa cuando preferimos ir a Wikipedia para corroborar antes que confiar en lo que antes estábamos seguros que sabíamos.
Detrás de esa transmisión de poderes entre usuarios y tecnología está el apetito de las tecnológicas por lograr que hagamos lo que a ellas más les conviene.
Sobre todo cuando esas tecnológicas son también primordialmente plataformas de contenido generado por los usuarios.
La tendencia se ha ido gestando desde que TikTok contribuyó a la consolidación de la sociedad del meme.
Fue TikTok la primera plataforma masiva en que la imitación se convirtió en la vía para trascender.
Lo que funciona se replica.
Una y otra vez hasta que la tendencia se agota.
Ese comportamiento se ha arraigado a tal nivel que lo estamos llevando al modo en que consumimos en el entorno físico.
Hoy todos quieren tener unos Samba de Adidas.
No tenerlos equivale a no ser parte de una tendencia.
Hoy todos quieren tener unos On.
No tenerlos equivale a estar fuera de la tendencia.
Los restaurantes que funcionan suelen parecerse entre sí.
Es cuestión de días para que un concepto de éxito se replique.
La IA entendida como asistente contribuye aún más a que sean terceros los que determinen qué tipo de contenido se crea.
El prompt mismo puede ser entendido como una forma de llevarnos a hablar, especificar y contextualizar de una manera que le venga bien a las máquinas.
La sociedad del meme es una realidad.
No hará más que consolidarse en un futuro en el que la tecnología competirá, si no es que ya lo hace, con el resto de nuestros sentidos.
La lectura no es del todo negativa.
Así como pondrá en riesgo la convicción del humano para crear a partir de su instinto, permitirá que los humanos con notable capacidad para visualizar el qué puedan dejar de preocuparse tanto por el cómo.
Pero ese ya será objeto de otro envío.