Rihanna triunfó en el Super Bowl de los nichos
Y cómo atender tu audiencia es más relevante que satisfacer a todos
Storybakers:
La presentación de Rihanna en el Super Bowl tuvo 2 veredictos.
O fue un show aburrido y carente de momentos épicos y virales.
Como lo calificó la mayoría de la audiencia.
O fue una demostración absoluta de grandeza.
Como lo calificó la audiencia de Rihanna que, aunque gigante, es un nicho.
Pero es que el mundo es así ahora.
Los tiempos de las figuras globales se han ido diluyendo.
Pasa con el cine que echa de menos a nuevas grandes figuras como Tom Cruise o The Rock.
Pasa con el futbol que encuentra nuevos espacios de expresión en modalidades de nicho como la Kings League.
Y pasa con la música donde lo que unos ven como decepción otros lo ven como una genialidad de proporciones mayúsculas.
Rihanna atendió a su base.
Y a todas las mujeres.
No dio ni el espectáculo visual más grande del que se tenga memoria ni la mejor presentación.
Pero dio en la tecla al entender cómo ella podía impactar en los suyos.
Sus dos momentos más virales durante el Super Bowl la tuvieron sólo a ella como protagonista.
No al equivalente al tiburón distraído de Katy Perry.
No al meme de humor vacío provocado por The Weekend encerrado entre espejos.
Fue ella anunciando su embarazo en lo más alto del State Farm.
Fue ella poniéndose maquillaje en plena presentación.
Fueron dos gestos con impacto específico en dos audiencias.
La imagen del embarazo le habla a todas las mujeres que luchan por modificar la percepción de lo que significa estar esperando un hijo.
Fue uno de los mensajes feministas más poderosos de los últimos tiempos.
Uno que además quedará para la historia.
No ha tenido que hacer mucho.
Sólo estar en lo más alto del Super Bowl para anunciar la próxima llegada de su nuevo hijo.
Un gesto simple que transmite un mensaje social poderoso.
La imagen de ella misma poniéndose maquillaje impactó en quienes debía impactar.
En las fans que conocen su marca de maquillaje.
Rihanna se concentró en sí misma, en los suyos y en su universo.
Envío un mensaje de género poderoso.
Promocionó sus propios negocios antes, durante y después de su presentación.
En un mismo show integró su identidad como mujer, como artista y como empresaria.
Mantuvo incluso la defensa hacía las causas en las que cree.
Si en el 2019 renunció a participar en el Super Bowl como señal de apoyo a Colin Kaepernick.
Ahora decidió homenajear al primer director creativo de raza negra en Vogue.
Lo hizo portando una capa roja en honor a André Leon Talley.
Es natural que un show del medio tiempo divida opiniones.
Entre más joven sea el artista que se presenta más se abre esa posibilidad.
Shakira y Jennifer López construyeron su carrera en un mundo menos segmentado que el que vio encumbrarse a Rihanna.
Son 12 años de diferencia entre los 34 años de Rihanna y los 46 de Shakira.
Son 19 años de diferencia frente a los 53 de Jennifer López.
Y eso significa mucho a nivel audiencias, a nivel usos y costumbres y a nivel percepciones.
Lo que ha hecho Rihanna es ejemplar para cualquier creador y medio de comunicación.
Equivale a pensar en los tuyos antes que en satisfacer a todos.
Equivale a crear conexiones entre tus mundos para provocar que una presentación musical se convierta en una transmisión de mensajes.
En la víspera de su presentación en el Super Bowl, Rihanna mencionó que ella se fijaba en cada detalle de aquello que la representaba.
En su maquillaje, en su ropa y en su presentación dentro del Super Bowl.
Eso queda claro cuando sube al escenario acompañada de guiños relacionados a sus marcas.
El momento del maquillaje.
La vestimenta de los bailarines diseñada por su propia marca de lencería.
Eso queda claro, también, cuando entiende que su público más fiel verá el Super Bowl por ella antes que por el juego mismo.
Lo entendió no sólo para efectos de ego, también de marketing y negocio.
Cara Delevingne hizo viral una playera ideada por Savage X.
La propia Rihanna comprendió que habría muchas queriéndose reír con el hecho de que el verdadero suceso a seguir era su presentación antes que el Super Bowl LVI.
Representó ese protagonismo, además, con el lanzamiento de una línea de maquillaje edición limitada abrazada por el #TeamFenty.
Y llevó a su “equipo” a memes desde su cuenta oficial para señalar que ellos habían sido los principales ganadores del Super Bowl.
Rihanna impactó donde quiso.
Convirtió un anuncio personal en una seria de anuncios a todo su ecosistema como mujer y como creadora.
No satisfizo a todos.
Diría que ni siquiera a la mayoría.
Pero tiene claro que no lo necesitaba.
Satisfizo a los suyos.
Sembró los mensajes que quiso.
No permitió, ni siquiera, que un invitado le robara el escenario.
Rihanna entiende bien que un creador, por grande que sea, termina debiéndose a un nicho.
Y ese nicho hoy está orgulloso de lo que Rihanna hizo como mujer en el Super Bowl.
De su astucia para llevar al escenario su faceta de empresaria.
Y de su aplomo para hacerle ver al mundo que lo que ha de importar en la música no debe ser ni la pirotecnia ni los grandes gestos sino una persona cantando con un micrófono.
Rihanna hizo simple lo complejo.
En apariencia redujo los niveles de producción y exigencia del Super Bowl, en el fondo tuvo un show mucho más allá de lo que cualquiera se haya atrevido a presentar.
No importa si le gustó o no a la mayoría.
Importa que le gustó a los suyos.
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