Rusia-Ucrania: ¿cómo se cubre una guerra en la era de las redes sociales?
Nicolás Copano, el streamer chileno que reúne a 16 mil personas cubriendo el conflicto en Spaces
Storybakers:
Un par de anuncios:
1) Ha sido publicado el segundo capítulo de Anatomía del Podcast por Acast, show que conduzco, escribo y dirijo. En este episodio cómo descubrir la esencia de tu podcast… Pueden escucharlo aquí
2) En el nuevo episodio de The Coffee Americano, como siempre junto a Hernando Paniagua y Ernesto Martelli, ya nos temíamos que llegaría ese momento de analizar cómo se cubre una guerra en la era de las redes sociales.
También hablamos sobre la nueva red de Donald Trump y sobre lo que debemos hacer como medios al cubrir los dichos de líderes populistas.
Coincidimos en un punto: la guerra en las redes, sobre todo en regiones como Latinoamérica que se sienten algo distantes del conflicto, seguir las incidencias tendrá, como ya lo está teniendo, su alto nivel de “espectacularización” y, por tanto, de morbo y hasta irresponsabilidad.
Voy también sobre ello en este envío…
Rusia-Ucrania: el primer conflicto armado con millones de “corresponsales” de guerra
El tablero hoy es distinto al que se haya encontrado cualquier otro conflicto armado en la historia de la humanidad.
Si bien continúan siendo apenas unos cuantos los que tienen la ocasión cubrir la guerra in situ, hoy toda persona con acceso a redes sociales está en posibilidades de informar, compartir y difundir información y opiniones respecto a lo que está ocurriendo.
Lo hacen además con la tentación de entregarse al ánimo resultadista y viral que tanto daño ha hecho al periodismo y a la comprensión de lo que una información equivocada en este contexto puede terminar significando.
Las redes sociales han trazado una expansión inimaginable de recursos para consignar qué está pasando, pero también ha elevado a niveles nocivos el valor y utilidad de las opiniones y emociones como un eje que llega a colocarse incluso por encima de los hechos mismos.
Ese ecosistema de verdades, rumores, opiniones, intereses y vanidades que afectan hasta a quienes en teoría no tendrían que contar la viralidad entre sus prioridades, nunca como ahora había sido tan difuso para la humanidad, una humanidad que además de todo es juez y parte, se confunde ante la oferta que encuentra pero contribuye a esa confusión creando contenido incluso sobre aquello que no domina o que desconoce de forma profunda.
Tras las primeras horas de intervención militar rusa en territorio ucraniano, puedo apuntar algunas reflexiones que me han surgido como usuario al navegar en redes sociales, en Twitter particularmente.
1) Separar el qué de las opiniones y el humor:
Como era de esperarse en un breaking news, Twitter se ha puesto en el centro.
Mi timeline, como el de millones de personas, se ha inundado de noticias, opiniones y memes con intenciones dispares.
a) Qué está pasando: un alto porcentaje de los posteos relacionados en mi timeline, por el tipo de gente al que sigo, cumple con la función de informar, de compartirme qué está pasando minuto o minuto, o segundo a segundo para hacerle honor a la naturaleza de nuestra comunicación actual.
Esta faceta de mi experiencia en Twitter la agradezco. Está dentro de lo que espero de los medios, de la gente a la que sigo y del flujo natural de un hecho de este tipo.
b) Contexto y reflexiones informadas:
La segunda pieza encaja también en el rompecabezas de lo que espero encontrar frente a un hecho de este tipo.
Gracias a que sigo a gente como la de El Orden Mundial y a distintos analistas políticos y periodistas, encuentro en medio de ese incesante flujo de información, distintos hilos, videos y recomendaciones de lecturas para permitirme conocer más de los porqués de este conflicto que ha puesto al mundo patas arriba.
c) Los memes, y la Tercera Guerra Mundial:
Lo que no encaja en esa experiencia de consumo es la proliferación de bromas viralizadas a través de memes que banalizan las perdidas humanas que se están dando y que han terminado por normalizar cualquier hecho que se presente.
Estos memes y la elevación de una potencial Tercera Guerra Mundial como trending topic, he de decirlo, no han sido difundidos, en la mayoría de los casos, por los medios, pero sí por usuarios que o publicaron o retuitearon a otros usuarios para dar como resultado una ensalada de posteos que incluso para alguien como yo, con experiencia en medios, resulta complejo pasar de una emoción a otro sin sentir algo de incomodidad o dificultad para discernir sobre lo que estamos viviendo.
Frente a este tipo de hechos, en mi perspectiva, las redes sociales tendrían que permitirle al usuario atender un mood e intención que no colapse ante el resto de lo que está viendo.
Si vamos a un hotel, tenemos la alternativa de colocar un letrero pidiendo que no nos molesten.
Si queremos que nuestro anuncio funcione, buscamos llegar a una persona cuando está en el mood y el entorno correcto.
Esa reunión de factores no se da en las redes sociales. Si un usuario en Twitter va a la tendencia “Ucrania”, lo mismo encuentra titulares informativas y actualizaciones de último minuto que este tipo de tweets:
Aunque habrá quien diga que para informarse y comprender están los medios de comunicación y que las redes serán siempre un aparador de las distintas necesidades humanas, entre ellas la de divertirse, no deja de ser cuestionable que las redes no procuren contextos que permitan limpiar la experiencia de cierto materiales o “moods” que no encajan en la expectativa de un usuario en ese momento.
2.- El audio social es ya una realidad ante los breaking news en español:
Twitter sí tiene el potencial de convertirse en la nueva radio. En un par de semanas, dos hechos destacados para la sociedad mexicana han registrado highlights de participación a través de Twitter Spaces.
El primero, como lo consigné en un envío previo, las más de 500 mil personas, y las más de 64 mil en el pico más alto, que se conectaron en algún punto al Space creado para expresar solidaridad con Carlos Loret de Mola, periodista que fue expuesto públicamente por el presidente López Obrador al dar a conocer sus supuestos ingresos.
El segundo tras el comienzo de la intervención militar rusa en Ucrania. En su momento, iré a detalle líneas abajo, el Space de Nicolás Copano reunió a más de 18 mil personas de toda Latinoamérica para informar sobre lo que estaba ocurriendo.
c) Las redes como las nuevas conferencias de prensa:
Twitter ya había sido usado por Rusia para efectos de marketing político al crear la cuenta oficial de la Sputnik.
Nayib Bukele y Donald Trump convirtieron el ejercicio de gobierno desde Twitter en su propio sello.
López Obrador se vale de YouTube y del impacto en redes de su conferencia mañanera para propagar su mensaje.
Y ahora, frente al comienzo del conflicto bélico, los más altos funcionarios del gobierno estadounidense, comenzando por el presidente Biden, han dado antes comunicados a través de Twitter que en una conferencia de prensa (se espera que hoy a mediodía Biden dé su primer pronunciamiento frente a los medios).
Y si esa no fuera una muestra más de lo que ha cambiado en términos de difusión de mensajes, siempre recordaremos este posteo con el que el gobierno de Ucrania comparó a Vladimir Putin con Adolf Hitler al referir que el ataque ruso estaba siendo tan cobarde e injustificado como el que cometiera la Alemania nazi para detonar la Segunda Guerra Mundial.
¿Y si en tiempos de guerra hubiera un feed libre de “opinólogos” y expertos improvisados…?
Las redes no lo harán porque aquello significaría reconocerse como medios de comunicación.
Pero es necesario que ocurra. Que frente a los grandes sucesos, como ahora Facebook lo intenta con su apartado de News, la gente pueda acceder a un espacio con fuentes verificadas, con periodistas respaldados por su trayectoria, por sus credenciales o por la organización que representan.
Se dirá que eso implica excluir, que sería injusto con aquellos nuevos medios que no pasaran el filtro, pero frente a la disyuntiva de dar voz a todos, aunque en estricto sentido nada de valor tengan que aportar (criterio subjetivo, lo reconozco), o la de seleccionar a quienes puedan servir como guías para entender lo que ocurre, sería preferible dejar fuera a algunos que continuar contaminando la experiencia de quienes expresamente señalen que no están interesados en el factor lúdico, ocioso o conspiratorio de las redes sociales.
Quizás, lo digo como sugerencia, las redes tendrían que activar un botón rojo que permita que ante ciertas circunstancias, el usuario pueda filtrar todo aquello que no encaje en sus intenciones de consumo en ese preciso momento y ante un contexto particular.
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El Live-blogging como solución y el streaming como parteaguas en la cobertura del conflicto
Hace unos días escribía que el live-blogging y el streaming tendrían que encontrarse para dar con la mejor cobertura en vivo de un suceso.
Después de lo que he visto en estas horas de fuego en Ucrania, lo sigo pensando.
Ambos, por separado, han sido los grandes protagonistas más allá de las redes sociales.
Live Blogging
El live-blogging de medios como el New York Times, el Washington Post y The Guardian, e incluso de medios latinoamericanos como Infobae, Clarín, El Comercio y Milenio, han tenido esa tranquilidad de la que adolecen las redes sociales.
Con mayor o menor nivel de desarrollo en producto, consignan los hechos, humanizan los reportes, comparten imágenes, son claros en el momento de publicación.
La motivación, como lo dice Hernando en The Coffee Americano, ha sido en muchos casos el posicionamiento en Google.
Pero esta vez ha de reconocerse que esa calma propuesta desde el live-blogging es lo que se requiere ante acontecimientos de este tipo.
Los medios y las redes, aunque en este caso contravenga a sus intereses de negocio, han de promover espacios donde el consumo y procesamiento de información no demande acciones innecesarias.
En la era de las redes sociales, los usuarios asumen que no pueden ser consumidores o pensadores silenciosos, sino que han de verbalizar sí o sí, como si opinar lo que sea fuera más valioso que procesar lo que está ocurriendo para formar un punto de vista que puede o no terminar compartiendo.
2.- Streaming:
El chileno Nicolás Copano con quien platiqué hace unos meses en The Coffee, se ha llevado con creces la mejor cobertura latinoamericana al presentar una transmisión multiplataforma, acompañado por Andy Jud, corresponsal de distintos medios en Washington, que contempló lo siguiente:
1) Twitch: Tiene más de 30 mil seguidores en su canal, transmitió por 5 horas con 43 minutos y tuvo un total de 87 mil visualizaciones.
Lo que hizo ayer lo hace recurrentemente, tanto con streams ajenos a un gran suceso como en coberturas especiales que ha realizado en torno a las elecciones en su país.
En su momento más alto, al menos de lo que yo alcancé a monitorear, tuvo más de 9 mil personas conectadas en simultáneo.
2) YouTube: Sin ser el foco de su cobertura, alcanzó a más de 2 mil 700 personas en simultáneo con la misma transmisión que realizó para Twitch.
3) Spaces: Copano se ha convertido en un usuario habitual de Spaces. En ese contexto, se apoderó de la conversación en Twitter Spaces para lograr reunir a más de 8 mil 800 personas.
Y si bien se fundamenta en el stream de Twitch, incorpora elementos que le comparten en Spaces a la transmisión, lo que provoca que el usuario no se sienta ajeno al estar escuchando en Twitter en vez de seguir el stream a través de Twitch.
En Twitter, Copano tiene más de 827 mil seguidores.
4. Discord: Copano cuenta con un servidor en Discord con más de 5 mil miembros a los que invitó desde Twitter y en su stream a compartirle los links que consideraran relevantes para que él pudiera revisarlos, verificarlo y decidir si valía la pena que fueran comentados durante la transmisión.
Copano explica claramente lo que ofrece en su cobertura en este hilo.
En el mismo sentido, el español Nanísimo, fiel al estilo que tanto renombre le diera durante su stream sobre la toma violenta del Capitolio por parte de los seguidores de Donald Trump, realizó un stream con más de 7 mil 700 personas siguiéndola en su momento pico.
Nanísimo cuenta con 29 mil seguidores en su canal de Twitch.
Llamo a combinar el live-blogging y el streaming para tener lo mejor de dos mundos.
Por un lado, la calma que cualquiera requiere para procesar lo que implica una guerra.
Por el otro, el sentido de pertenencia que genera escuchar en un entorno común, no cuadrado ni televisivo, a alguien que está interesado en lo mismo que la audiencia, que va recibiendo información, que tiene el bagaje suficiente para evitar desinformar y que cuenta con la capacidad de entretener sin llegar a ridiculizarse, a infantilizar a la audiencia o a banalizar la información.
Creadores más medios, streamers más medios. Ese es el camino.
Ante sucesos de este tipo, funcionan mejor los medios que las redes. Falta que estos se humanicen como deben aliándose con creadores.