Si el contenido es marketing, ¿con cuánto trabajo será suficiente para que el periodista viva bien?
Storybakers:
La creación de contenido es un territorio cada vez más sobrepoblado.
La Creator Economy es una más de esas tendencias que lucían muy bien en el papel pero que en la realidad han traído consecuencias más negativas que positivas.
Hoy un 65% de la generación Z se considera creadora de contenido, de acuerdo a YouTube.
Y a ese 65% de creación de contenido entre la generación Z habrá que sumar el aumento que se dará con la inteligencia artificial permitiendo que ese porcentaje vaya a más a nivel multigeneracional.
En medio de esa abundancia, para colmo, escasea la propiedad intelectual.
El desarrollo de producto que te distinga del resto.
La cara identificable con la que la audiencia quiera vincularse.
La situación para los medios es aún más agobiante que para los creadores.
Pero incluso los creadores hoy tendrían que preguntarse qué sentido tiene lo que estamos haciendo.
Porque ahora cada uno de los seres humanos que crea contenido ha de estar pensando en un funnel de conversión que le permita ser descubierto, ser identificado, ser seguido y ser venerado, o cuando menos digno de que la audiencia se pase por ahí para tirarle unas cuantas monedas a modo de suscripción.
O eso o que lo sigan millones para que los ingresos por publicidad le representen un método de vida.
Se suponía que Internet y la Creator Economy serían ese espacio en el que los seres humanos viviríamos de nuestra obra.
De contar lo que queremos.
De compartir las historias que nos importan.
Pero en la práctica ha sido todo lo contrario.
Porque a los creadores los tiene condicionados un algoritmo que si no está de tu lado te condena a la invisibilidad.
Y si eres invisible, no alcanzas ni siquiera la parte más alta de tu embudo de conversión.
Para los periodistas es un escenario aún más complejo.
Antes, cuando menos, el periodista aceptaba condiciones precarias a cambio de contar las historias por las que se sentía atraído.
No era un escenario ni remotamente ideal.
Pero se asumía que el periodista por su responsabilidad social estaba dispuesto a pasarla mal.
Ahora sigue pasándola mal pero contando las historias que exige Google.
La mayoría de las veces esos periodistas mal pagados ya ni siquiera van a coberturas, se dedican a curar contenido de terceros y se les pide publicar lo mismo que sus competidores.
En el Nieman Lab se habla, por ejemplo, de cómo al periodista lo movían ciertos ideales semejantes a los de las enfermeras o profesores.
Esas profesiones que ponen el motivo por delante antes que los ingresos económicos.
Pero esa valoración romántica también va quedando en desuso.
El periodista y el creador hoy tienen un trabajo semejante al de los artistas.
Procuran colocar su música o contenido en las plataformas de descubrimiento para que un porcentaje de esa audiencia alimente el verdadero negocio.
Ese que son los conciertos para los artistas.
O las suscripciones, organización de eventos y venta de merchandising, cursos y experiencias para creadores y periodistas.
La analogía me la formuló Alejandro Fuentes.
Otro profesional de los medios que como yo se pregunta qué sentido tiene seguir generando contenido a destajo.
Todo ese esfuerzo, además, a cambio de un negocio mucho menos significativo que el que antes generaban los grandes medios generalistas.
La gran mayoría de los tiktokers no cambiarán su vida gracias a la creación de contenido.
La gran mayoría de los periodistas no cambiarán su vida gracias a la generación de notas a granel desde las redacciones.
Pero los medios han decidido dejar en visto a las evidencias.
De acuerdo a Feli Carrique, directora ejecutiva de la News Product Alliance, sólo el 10% de las redacciones tienen roles de producto con influencia en la redacción.
El problema del contenido visto como marketing es que hace cada vez más complejo desarrollar producto.
Pasamos tanto tiempo creando contenido para ser descubiertos que falta tiempo para desarrollar propiedad intelectual que trascienda.
Nuestro desafío como creadores, periodistas y medios es mayúsculo.
Hay que saber darnos a notar en el mercado del descubrimiento.
Pero también luchar por ser memorables con productos que se recuerden, que se atesoren y que trasciendan en el tiempo.
Todo eso mientras al periodismo se le pide que también entretenga.
Porque si no la gente pasa a otra cosa.
La Creator Economy lejos está de ser lo mejor que pudo habernos pasado.
Aunque unos cuantos puedan decir lo contrario.
Suma para el reto del tratamiento de producto:
los niveles de producción de contenido vs la capacidad o ritmo de consumo de las personas .